Capítulo 29

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En su defensa, Gandalf no les había advertido adecuadamente sobre lo que encontrarían en Edoras.

Sí, les había comentado que Saruman tenía cierto poder sobre el rey, que este se encontraba bajo un influencia. Lo que ninguno de ellos verdaderamente se esperaba era tener que defenderse de los soldados de Meduseld, faltos de armas, y evitar que estos se abalanzasen sobre Gandalf para que este pudiera desembrujar a un desmejorado Théoden.

Con aquello, la palpitante teoría de que nada les salía bien no hacía más que ratificarse.

Pero Blyana no debía adelantarse a los acontecimientos.

Tras su salida de Fangorn, los cinco jinetes cabalgaron apenas sin descanso hasta la capital de Rohan. Se detuvieron lo indispensable y para evitar el colapso de los caballos, puesto que a pesar de ser Sombragris un Meara, Hasufel y Arod tenía una resistencia limitada.

Fue en una de aquellas paradas, al amparo de la noche, y mientras el resto descansaba, que Blyana acompañó al mago en su guardia.

—¿Sabes? Tengo curiosidad por saber cómo has conseguido volver— la suave voz femenina apenas rompió el silencio que rodeaba el campamento. Aquella noche no habían encendido hoguera ni buscado refugio tras peñascos. Se hallaban desamparados en medio de la llanura, con la luz de la luna desaparecida tras una espesa capa de nubes y la oscuridad cubriendo su presencia.

—Me sorprendería si no la tuvieses— confesó el mago, apenas dedicándole una sonrisa. Miró a la joven sentada a su derecha y un tibio calor se expandió en su interior.

—Hace muchos años, cuando conocí a Glorfindel y me contó su historia, le pregunté lo mismo que a ti. Le pregunté qué le había hecho regresar.

—¿Y qué te respondió? —preguntó curioso el mago por descubrir las palabras del longevo elfo. Ella bufó.

—Que era demasiado joven para entenderlo.

—¿Y lo eras?

—Aparentemente todo el mundo considera que soy joven para todo.

Gandalf rio conmovido y acarició inconscientemente la vara que sostenía sobre su regazo.

—Ni siquiera creo saber yo la razón de mi vuelta— murmuró al viento, sabedor de que la joven mestiza sabría escuchar sus palabras.

Blyana elevó la vista y la centró en el ajado rostro que tenía la mirada perdida en la oscuridad del horizonte. Esperó paciente a que su amigo terminase de expresarse.

—El mundo está a punto de sufrir un gran cambio, uno capaz de hacer retumbar los pilares de la vida tal y como la conocemos. Y creo que, al no quedar ya ninguno de los de mi gremio capaz de cumplir nuestro juramento, los Valar han posado su último designio en mí. Esta Era está llegando a su fin, Blyana, y de los hombres depende la perpetuación de su raza. Por ello estoy de vuelta, para ayudarles y aconsejarles en el camino a la victoria; pero no como un líder, sino como un guía— Gandalf sacó de entre sus ropajes su preciada pipa y encendió una chispa que logró prender la hierba. El humo opacó el aire y lo impregnó de un intenso aroma. —Durante el tiempo que estuve sin estar, creo que finalmente comprendí que cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en este viaje, mi pequeña niña. Y creo que, pronto, todos descubriremos cual nos han designado los Valar.

—Tienes esperanza, ¿verdad Gandalf? En que podamos ganar esta guerra.

El temor estaba implícito en aquellas palabras, la acuciante necesidad de escuchar una respuesta positiva.

Los chispeantes orbes azules del mago se entrelazaron con los ambarinos.

—La esperanza es lo último que debemos perder, Blyana. Incluso después que la propia vida.

Blyana {El Señor De Los Anillos ~ Legolas} // #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora