Capítulo 36

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Un frío líquido entumecía sus yemas.

Una fría brisa entumecía su piel.

Una cálida respiración entibió sus mejillas.

Aragorn dejó que los parpados revoloteasen hasta conseguir abrirlos.

Sentía el agua empapar su ropa, al igual que correr ligeramente por sus piernas y su mano derecha. La luz del sol incidía sobre su cuerpo y apenas distinguía nada a su alrededor. La brisa era ligera pero gélida, su cuerpo entumecido apenas respondía a sus esfuerzos. Aragorn se sentía frío, cansado y terriblemente dolorido.

Su cabeza era una masa espesa incapaz de procesar nada.

¿Dónde estaba? ¿Qué había sucedido? ¿Por qué apenas sentía nada?

Una figura tapó la luz del sol y la sombra proyectada le permitió al montaraz volver a abrir los ojos. Esta vez, acompañando a la caliente respiración, vino un húmedo bufido que lo hizo despertar completamente de su letargo.

Era un caballo.

El hocico del animal golpeaba ligeramente al hombre, instándolo a despertar y a levantarse. Aragorn se incorporó, sintiendo cada terminación nerviosa de su cuerpo estallar de dolor.

Junto a él había un caballo, macho, de majestuoso pelaje café y crin oscura como la noche. No había montura ni lana que lo cubriese, simplemente una cuerda enredada en su muserola. Se trataba de un semental fuerte que el montaraz no tardó en reconocer.

—Brego —murmuró, dejando escapar un aliviado suspiro.

Quién le hubiera dicho que el caballo que había liberado días atrás en las caballerizas de Edoras iba a acabar rescatándolo tiempo después. Casi dejó escapar una carcajada.

Pero no lo hizo.

De golpe, Aragorn recordó la marcha de Edoras, la emboscada orca, la batalla, el huargo, la caída, Blyana...

Blyana.

Ambos se habían precipitado al vacío. Ambos habían caído al río.

Un estallido de pánico le obligó a incorporarse todavía más y buscar a su alrededor.

Se encontraba en una de las orillas del río, de piedras y guijarros. La mitad de su cuerpo aún se hallaban inmerso en la corriente. No se trataba más que de un pequeño saliente que interfería en el curso natural del río, pero había sido suficiente para atascarlo y no dejarlo vagar por más tiempo en el agua.

A su derecha, a unos metros de él, divisó una inerte figura femenina. Se arrastró hasta ella. No necesitó más que una mirada para confirmar que se trataba de su amiga.

Blyana, al contrario que él, estaba enteramente en la orilla. Toda ella estaba empapada y su cabello caía mojado sobre su rostro y sus hombros. Sus ojos estaban cerrados, y sus labios ligeramente abiertos, azulados. Su normalmente bronceada piel se había tornado pálida y no había rastro de sonrojo en su mejillas. Pero no fueron los leves signos de hipotermia los que alertaron al hombre, sino que el pecho de la mujer no parecía moverse lo más mínimo.

Acercándose todo lo que pudo a ella, Aragorn la levantó y apoyó su inerte cabeza en su regazo. Apartó con rapidez la maraña de rizos oscuros del cuello y la nuca de la mujer y con habilidad apoyó dos de sus dedos bajo la mandíbula de la joven, justo sobre la yugular.

Los segundos parecieron tornarse eras.

Aragorn contuvo la respiración mientras intentaba encontrar un mínimo rastro de pulso en el inmóvil cuerpo que descansaba en su regazo. Ligeras gotas corrían y se deslizaban por el cuerpo de la mujer y chocaban silenciosas contra los húmedos guijarros sobre los que se apoyaban. Ambos relucían, con las últimas luces del sol incidiendo en sus mojados cuerpos, con los restos del agua refulgiendo en tonos rojos y naranjas. Gotas caían de su propio pelo, impactando contra las lívidas mejillas de Blyana.

Blyana {El Señor De Los Anillos ~ Legolas} // #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora