Capítulo 34

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—No lo entiendo.

—¿Qué hay qué entender?

—¿Blyana te ha roto la nariz?

Legolas frunció los labios. Aragorn lo observó inquisitivo.

—No creo que esté rota, pero estoy seguro de que su intención era romperla— acabó por confesar, ciertamente reticente.

Elfo y montaraz, sentados ambos en el suelo, se miraban fijamente mientras el hombre limpiaba los restos de sangre seca de la nariz del rubio tras haberle recolocado el hueso desplazado. Legolas aguantó el dolor con estoicismo, pero Aragorn continuaba sin saber exactamente qué había sucedido entre sus dos amigos.

Él los había dejado en medio de un frágil silencio y una quebradiza tensión. En su huida pensó que, fuera lo que fuera que debían solucionar sus amigos, lo harían a partir de una conversación, civilizada o no. Pero jamás se hubiera imaginado que la próxima noticia que tuviera fuera que la mujer había atestado un puñetazo al elfo.

Aragorn hubiera apostado antes por un beso que por un golpe.

Pero aquellos dos siempre encontraban una nueva forma de sorprenderle.

—Rota o no— Aragorn sumergió el pañuelo en el cuenco de madera rebosante de agua teñida de rojo —, tienes la nariz hecha un desastre. ¿Piensas decirme por qué?

Legolas rehuyó la mirada del montaraz, con la vergüenza plasmada visiblemente en su rostro. Hecho que solo logró incrementar la curiosidad del moreno.

—No.

Una de las cejas del hombre se irguió. Legolas se sintió más intimidado ante el gesto de su amigo.

—Blyana puede ser muchas cosas, pero violenta sin razón no es una de ellas— retomó de nuevo la conversación Aragorn, arrastrando el pañuelo por la pálida piel del príncipe. —¿Te lo merecías?

Legolas dejó que sus orbes marinos chocaran con el par mercurio que lo analizaba sereno pero inquisitivo. No necesitaba una confirmación para saber que se refería al puñetazo.

Una de las virtudes de Aragorn, según Legolas, era que el hombre jamás juzgaba sin pruebas fundamentadas. Algo que él encontraba admirable y honorable. Pero él también sabía que Aragorn era, a pesar de mostrarse serio e indiferente, muy protector con aquellos a los que estimaba. Y Legolas era consciente de que él había dañado a alguien a quién el montaraz defendería con fiereza.

Un derrotado suspiro escapó de entre sus labios.

—Sí.

Aragorn no detuvo su tarea, pero sí pareció prestarle más atención a Legolas que a la acción en sí.

—Entonces solo queda que te disculpes— fue todo lo que dijo.

Legolas casi se ahogó con la amarga carcajada que trepó por su garganta. Eso sonaba tan sencillo.

—No será fácil.

La comisura derecha de la boca del montaraz se curvó en una sonrisa misteriosa.

—¿Desde cuándo con Blyana lo es?

Legolas quiso gruñir.

—No me eres de ayuda— acusó. Aragorn se encogió de hombros.

—Te recomiendo que aclares tus sentimientos antes de hablar con ella— le aconsejó, terminando al fin su tarea. La nariz del elfo estaba ya limpia de sangre aunque ligeramente morada. Era una imagen de lo más bizarra, pero el montaraz no hizo mención de ello.

Blyana {El Señor De Los Anillos ~ Legolas} // #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora