4; En La Palma De Su Mano

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— ¿Eres de por aquí? — Preguntó acercándose leve y respetuosamente por la ruidosa música del local, fue en ese momento, en el que me di cuenta de lo hermosos e hipnotizantes que eran sus ojos. Te atrapaba, simplemente te capturaban. Una vez que me di cuenta que me había quedado observándolo como una babosa, carraspeé mi garganta y respondí su pregunta.

— Viví en Santa Barbara toda mi infancia y adolescencia, pero ya llevo siete años viviendo no muy lejos de esta calle. — Alcé la voz pero aún así no me escuchaba casi nada.

— Yo he vivido acá toda mi vida, pero mi madre es italiana, Podría jurar que reconocería tu rostro en cualquier parte si lo hubiese visto antes — me analizó de pies a cabeza y en un segundo ya sentía todos los colores existentes en mi rostro. Sonrió levemente al notar mi reacción. No le importaba nada, era tan seguro de sí mismo que ni pensó en la posibilidad del rechazo —, no hemos coincidido hasta ahora. Lo recordaría.

— Eso creo... ¿a qué te dedicas? — Pregunté dándole un trago a mi vaso. Quería saber más de él sin ser completamente invasora, pero al parecer la pregunta no le molestó para nada. Había pasado tan poco tiempo y ya moría por saber detalles de su vida. ¿Quién es en realidad? ¿Por qué me interesa tanto? Eso pensaba. Yo misma respondí a mi interrogante, era sólo cuestión de ver cómo estaba vestido y cómo se acercaba a mí como si de una presa se tratase.

— Tengo un taller de motocicletas, soy mecánico — eso explicaba una mancha negra en su mano derecha, y pensándolo bien, tenía todo el perfil de haber sido el chico que después de la escuela se dedicaba a arreglar algún cacharro que le heredó su padre.

— Eso es genial — respondí jugando con la sombrilla de mi bebida —. Por ende, ¿tienes una moto? — Pregunté la pregunta más obvia de todas las que podría preguntar.

— Tengo tres. — Sonrió terminando su cerveza. Se veía que la conversación no terminaría acá. Se despojó de su chaqueta y esta vez —¿Cuántos años tienes? Te ves muy joven.

— Tengo veinticinco. ¿Tú? — Por su pregunta, ¿debería preocuparme? Estaba segura que tenía mi edad, la aparentaba.

— Veintinueve. Pensaba que eras más joven.

— Eterna juventud. La disfrutaré mientras pueda.

— ¿En qué trabajas? ¿Estudias? — Apoyó su mentón en su mano prestando toda su atención a mis palabras. De los nervios, yo aún seguía jugando con la sombrilla de mi bebida.

— Acabo de ser contratada para la revista En boga. Escribo y estudio las tendencias de la moda.

— ¿No eres modelo? — Alzó una ceja coqueto.

— No, sólo escribo para la editorial. — Intenté mantener la cordura, a su lado, era muy difícil.

— Te estás perdiendo, eres bellísima. — Ok, podría haberme controlado de los nervios si no me hubiese sonreído de la forma en que lo hizo, ¡su sonrisa! Era tan encantador, podría derretir a cualquiera con ella. Él estaba disfrutando que mi rostro estuviera de todos los colores posibles. De la ansiedad, comencé a mover mi pie y él lo detuvo con el suyo, volvió a sonreír. Odiaba ser tan transparente. Que todos pudieran saber cómo me siento con tan sólo mirarme a los ojos. No podía evitarlo, su compañía me daba nervios, en el buen sentido.

— Gracias. — Fue lo único que me digné a decir, pero él sabía lo que estaba haciendo y se sentía muy a gusto viendo como me derretía ante él. Por un momento pensé que se marcharía sin más. Miraba a su alrededor observando la salida, finalmente habló.

— ¿Me das tu teléfono? — Preguntó terminando el último sorbo su trago — Me gustaría verte en otra oportunidad. ¿Qué puedo decirte? Tu compañía me ha sentado de maravilla, mis amigos me plantaron.

Tres Clavos Sacan Otro Clavo [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora