34 (Final)

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Adelanté el vuelo a casa.

No tenía sentido seguir allá. Todo se había acabado.

Ni una sola palabra dijimos al respecto. Es más, las chicas se quedaron allá. Estaban en todo su derecho. Además, las amenacé si volvían antes de tiempo. no quería arruinar aún más sus vacaciones.

Así que me tocó llegar a casa, que por un momento volvió a ser el lugar vacío. El lugar que redecoré mil veces porque no se sentía como el hogar que alguna vez se sintió con Michael.

Nunca volví a quedar conforme.

Era inútil. Este lugar estaba plagado de recuerdos muy buenos, y muy malos también.

Cómo empezar de cero si el mesón de la cocina me recordaba a los desayunos con Pedro, el patio a las tardes tomando sol con Sam, mi habitación a las numerosas e inocentes siestas con León.

Algo hizo click. Venderé mi casa.

Llevaré los buenos momentos en mi corazón siempre, no importa donde esté.

Pasé la tarde buscando casas, departamentos en algunos puntos de la ciudad.

Mi nueva vida supongo que ha comenzado. La vida que debí vivir desde un principio.

Deprimida comencé a guardar algunas pertenencias en cajas vacías que acumulé comprando cosas por internet.

Me sorprendía lo mucho que había cambiado en tan poco tiempo.

Aún recuerdo la conversación que tuve con el chico del bar en Las Vegas antes de venir.

Sí. Volví a encontrármelo cuando estaba hecha pedazos.

— Hey ¿Tan pronto te vas? — Lo escuché a mi espalda. Dejé mis maletas a un lado y me acerqué a él con una sonrisa rota.

— Sí... No todo salió como lo he planeado. — Le expliqué y me miraba con compasión. No había mucho más por hacer. Sólo asumir. Aprender de todo esto.

— Todo pasa por algo, Nina. Si de verdad uno de ellos estaba destinado a estar contigo llegará. Podría ser mañana o en veinte años, pero llegará. Y si no, encontrarás a alguien que de verdad merezcas.

— Eso creo...

— ¡Claro! No pienses mucho en el tema. Esas cosas llegan solas y llegan para quedarse — sonrió tomando lo último de su café. Terminamos en una cafetería, intercambiamos números e insistió que iba a estar bien. Quería creerle.

Quería creer que en algún momento me reiría de esto. Que no será más que una anécdota que no mucha gente sabrá.

Pensaba en que si algún chico me haría sentir como ellos.

Sentirme en casa y querida como Pedro. Tan deseada y hermosa como Sam, o alguien que lograra poner mis nervios de punta como León.

A simple vista parecía difícil, pero no imposible.

Me dirigí al único lugar que se me ocurrió.

Antes me arreglé un poco. Honestamente no sé para qué.

El gran letrero metálico a la entrada del edificio me dio escalofríos.

En Boga Moda.

Me dolía hacer esto. Porque era el trabajo de mis sueños, había ascendido de puesto y junto a Sam, teníamos la visión perfecta para llevar a la empresa a otro nivel.

Caminé por la oficina y todos me saludaron algo silenciosos, seguramente los rumores se han esparcido.

Dudé en tocar la puerta de su despacho pero lo hice. Segundos más tarde abrió la puerta y notoriamente no esperaba verme.

Tres Clavos Sacan Otro Clavo [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora