14; Si Las Miradas Fulminaran

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¡VIERNES!

Nada como un café por la mañana, los pájaros cantando.

Una que otra mugrienta rata caminando por las grandes avenidas. No bueno, eso no (pero sí).

Estaba trabajando como nunca. La inspiración de casi fin de semana. Me sentía increíble y empoderada cuando hacía mi trabajo, y es que es lo que me apasiona. Estoy en mi elemento y todos lo pueden notar.

Lo que me llamaba la atención, era que Sam ni se había asomado por la oficina.

Jamás llega tarde o no viene, es el primero en estar acá. ¿Le habrá pasado algo? ¿En qué andará?

¿Sería muy terrible si te digo que lo extraño?

— Ahí viene el Señor Walker con la chica con la que ha salido por meses. – Una amiga de Chelsea cuchicheó. Luego me miró y comenzó a hablar sobre chismes conmigo —. Ella es ese tipo de amiga, si sabes a lo que me refiero. — Espera, ¿soy ese tipo de amiga también? Tragué saliva e intenté reflejar que no me importaba lo que dijo pero en ese momento era la peor actriz del mundo entero.

Esperé impaciente hasta que entré a la oficina y apenas me miró, sólo la miraba a ella. Vestía un atuendo empresarial, casi idéntico al de mi primera entrevista.

— Buenos días señoritas — saludó un tanto desinteresado —. Rosie, muy buena la reunión de hoy. Si no te molesta, me gustaría hablar un poco más sobre esto en mi oficina. — Incómoda me sentía. Hace dos días juraba estar con los sentimientos a flor de piel, que no sabía qué le pasaba al estar conmigo y un sinfín de pavadas que no significaron ni un poquito.

Claro, yo no soy la más indicada para hablar de "lealtad" en estos momentos.

¿Será que esto librará mi conciencia?

Aunque duela, esto era exactamente lo que necesitaba.

Digo, León también estaba con una chica aquella vez en el bar.

No he hablado esto con ninguna de las chicas. Sé que ellas me alentarían a seguir tal como estoy, que estoy en el mejor momento de mi vida, que cuando menos lo espere estaré panzona con tres hijos y uno en camino, sin vida social, y felicidad. Como a ella les gustaba decir.

Sé que estarán tan enojadas por haberme guardado esto todo este tiempo. ¿Lo peor? Necesito uno o dos consejos de ellas. Ya veo que me hacen la ley del hielo por un mes.

— ¿Señorita Moore? La espero en mi despacho. — Todas las miradas se posaron en mí al escuchar al jefe hablando por el parlante de la oficina. Tímidamente me levanté y caminé.
Se imaginaban algo de tal magnitud como mi despido, no es eso, pero no sé qué esperar.

Caminaba con vergüenza, como si hubiera hecho algo malo; sólo que no sabía qué.

Toqué la puerta y entré.

Bueno, no pude entrar del todo porque Sam me acorraló contra la puerta.

— Hola — sonrió besándome descaradamente hasta dejarme sin aliento. No tenía muchas ganas de seguirle la corriente —. ¿Qué sucede?

— Nada. — Sonreí intentando disimular... pero soy un asco intentando esconder mis emociones. Nina Moore tenia el descaro de cobrar sentimientos.

— Si las miradas fulminaran... — me sonrió tierno. Lo peor es que yo aún tenía la indecencia de sentirme mal al respecto, caradura — ¿es por la mujer con la que llegué en la mañana?

— No, no me pasa nada. — Sonreí apestada. Tonta al sentir celos sin ser nada.

— ¿Estás celosa? — Preguntó leyendo mis pensamientos.

Tres Clavos Sacan Otro Clavo [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora