6; What A Mighty Good Man

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— ¿Me estás siguiendo?, ¿eres psicópata? Mira que llamo a la policía en un segundo. — Bromeé. Creo.

— No, no. Pero tenía que encargarme de verte otra vez cuando no lo esperaras. Tu cara de sorpresa no tiene precio. — Me analizaba de pies a cabeza, cosa que me hacía sentir más que nerviosa. En realidad no sabía a qué se debía esta intervención.

— Sí, me sorprendiste; pero ahora si me disculpas, planeo ir a casa y llorar porque Henry Cavill tiene novia. — Saqué mi lengua divertida y seguí mi camino, dos pasos después volvió a interponerse.

— Uy sí, cómo n- ¿En serio? — Fingió interés y luego comenzó a reír. Seguí caminando y me siguió — Nina, ¿estás evadiéndome? — No te imaginas cuánto estaba disfrutando eso. Dejé de caminar cuando se interpuso por tercera vez en mi camino tomándome por los hombros.

— Bueno, ¿qué quieres? — Me hice la indiferente, lo tenía tan cerca; casi embriagada por su esencia. Una mezcla entre perfume varonil, de esos que en secreto me vuelven loca; con cierta mezcla a tabaco para pipa. Volví a la realidad cuando respondió. 

— Sígueme — tomó mi mano y me guió, cruzamos la escurrida calle, caminamos aproximadamente dos cuadras y aún no sabía qué pretendía hacer. Tampoco si era bueno estar siguiendo a un completo extraño sin saber a dónde se dirige —. No seas impaciente, ya casi llegamos. ¿Cómo te fue en el trabajo?

— ¿En serio me preguntas? — Reí y él asintió serio — Bien, gracias.

— Me alegro, pero por ahora no pienses en lo que tienes que hacer al llegar a casa, ni todo el papeleo y trabajo que debes realizar mañana. — La ansiedad me estaba matando. Jamás me he caracterizado por ser paciente, y su misterio no me estaba ayudando en lo más mínimo.

— ¿Dónde vamos? — Pregunté por décima vez. 

— Donde tú quieras — sin más llegamos a una moto lujosa, de su maleta sacó dos cascos. Me extendió uno para que lo tomara. Yo me quedé muda —. Qué, ¿no quieres? Se supone que esta era una de tus fantasías, eso me dijiste en el bar. — Levantó sus cejas sonriendo demostrando completa picardía. Jamás le dije, pero al parecer había adivinado mi secreto.

— Yo jamás te dije eso. — Reí nerviosa negando con la cabeza, tiene el don de tergiversar las cosas. 

— Bueno, ahora lo será — sonrió guiñando un ojo —, ¿qué tanto te ríes? — Se unió a mi risa desviando la mirada a sus zapatos. Luego me miró a los ojos y frunció el ceño cautivándome con su mirada — Ya entendí... no quieres andar por Times Square en motocicleta, lo entiendo, tranquila — dramatizó llevando ambas manos a su pecho, como si le hubiese dado un tiro —. Supongo que iré a pasear yo solo, en soledad, en solitario, solito.

– Sí quiero. — Respondí llevada por mis impulsos. Había comenzado a caminar en otra dirección y al escucharme rápidamente se devolvió triunfante  —Sí, quiero; pero si te dejas de chillar como un bebé, la calle Broadway está unas cuadras más arriba para que vayas a hacer tu teatro — fingí estar seria, pero luego levantó una ceja, cuestionando mi "mal humor" y no pude evitar sonreír ante su reacción —. Pero después me traes acá, tengo que volver por mi auto, ¿queda claro?

— Claro que sí, como el agua. Sube.

 — ¿Seguro que sabes manejar?  — Rasqué mi nuca y mi pregunta para él fue un verdadero insulto.

 — Por favor, ¿si te acuerdas que tengo tres motocicletas? 

— Es que nunca me he subido a una.  — Esbocé una sonrisa nerviosa. Él abrió su boca de la impresión.

Tres Clavos Sacan Otro Clavo [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora