28

175 18 5
                                    

Necesitaba espacio, lo cual es entendible. Él estaba deshecho, yo Inevitablemente estaba hecha pedazos. No se merecía esto, ninguno de ellos, de hecho. Aún así sólo pensé en mí, en lo que yo sentiría y no lo que ellos podrían sentir.

¿Alguna vez has estado en esta situación? Digo, en la que terminas hiriendo a personas que quieres por no pensar en tus acciones.

Me di cuenta tan tarde, cuando todo terminó, cuando me quedé con uno de ellos (o no), cuando no había más remedio que arrepentirme, y peor aún, que una parte de mí atesore esos momentos de la juventud como un recuerdo inquebrantable.

Porque en momentos no todo fue dolor, te escribo desde un hotel en Madrid, con varios años y kilos demás, y estas vivencias que parecen de película están dentro de mí, jamás olvidadas y dudo que en algún momento lo haga.

Y esa es otra carga que llevo hasta la tumba. Porque en muchos momentos cuestioné si yo misma era una buena persona.

Lo más ético sería estar sola, tomar la decisión en ese momento; no lo hice.

Me reproché toda la noche sobre lo que estaba haciendo mal y no hice nada para remediarlo.

Luego entendí que gracias a Dios no lo hice en ese momento, porque las cosas siempre pueden complicarse.

Lo dejaré a tu imaginación, piensa. Adivina, buen adivinador.

Me desperté resfriada, apenas podía hablar y todo el cuerpo me dolía.

Llamé a Sam para avisarle que no estaba en condiciones óptimas para trabajar y comprensivamente suplicó que me quedara en casa.

Le envié un mensaje a León con la temperatura del termómetro que acababa de usar:

León Wright

Eso te pasa por cachonda.

Yo no quité la camiseta por mi cuenta...

Pero sí la dejaste volar en la carretera, quédate con mi chaqueta;)

Tiré el celular al otro lado de la cama y no sabía qué hacer. Me considero una persona muy activa, no puedo pasar mucho tiempo en el teléfono o sentada, la hiperactividad me gana, necesito moverme. Comencé a limpiar, no me quedó más que eso. Una media hora después sentí el timbre y con el plumero fui a abrir.

— ¿Qué? Tú deberías estar en cama, te escuchaste muy mal.

— León, hablamos por mensaje de texto. — Reí dejándolo pasar. Traía una bolsa y la dejó sobre la mesa.

— No te ves en condiciones óptimas de todas formas, hija — tocó mi frente para comprobar si tenía fiebre —. Si fuera mi madre podría descifrar si tienes fiebre en estos momentos pero no tengo ni la mayor idea, si te ves media coloradita. — Sonrió tomando mis mejillas, observando mis facciones, todo. Mi sonrisa, mis ojos; yo hacía lo mismo... sus pestañas, sus cejas, su nariz tan definida. Sé que la perfección no existe, pero te aseguro que él es lo más cercano a ella.

— No quiero pegarte el resfriado. — Cerré mis ojos porque él había intentado besarme.

—Son riesgos que por ti — posó su dedo índice en mi pecho —, estoy dispuesto a tomar.

— ¿Fuiste al supermercado? — Pregunté cambiando el rumbo de la conversación.

— Ah, sí — me miró divertido sacando las cosas que había comprado —. Te traje un Ibuprofeno que nunca está de mas, Advil; que no tengo idea si es lo mismo o parecido al Paracetamol, un juguito de naranja natural con mucha vitamina y jarabe para la tos.

— Pero yo no tengo tos. — Reí y él achinó sus ojos con una sonrisa.

— Sí sé, pero en caso de, ya tienes jarabe, chiquita — sonrió sin antes abrazarme, me convenció de recostarme y al parecer veríamos algo en la televisión. Se puso más cómodo y se acostó a mi lado —. Ya sabes lo que he querido preguntarte...

— ¿Sobre Pedro?

— Sí... sobre él.

— La verdad es que no sé si volveré a verlo, le dolió mucho que le ocultara todo desde un principio, a diferencia tuya y la de Sam. Él es un chico muy agradable, tierno; humilde. No merece ser plato de segunda mesa — suspiré pensando en él, luego vi la mirada de León y supe que lo que dije estaba mal —. No es que ninguno de ustedes se lo merezca, pero creo sinceramente que él se está enamorando mucho más de lo que pensaba, Pedro siempre ha sido muy intenso. Por eso me da mucha tristeza, pero entiendo si no quiere volver a verme ni en pintura.

— Sí... es complicado. Sé que podrás elegir antes de que sea muy tarde. Piénsalo, desde ya. No te estoy presionando, por ahora quizás pensarás que puedes seguir así por un tiempo a pesar de atormentarte día y noche por ello, pero verás que la vida se te hará mucho más fácil si tomas la decisión lo más pronto posible — tomó mi mano afirmando —, sea la decisión que sea.

— Claro, no es justo que estén perdiendo el tiempo.

— Al menos yo, no lo estoy haciendo. Recién te estoy conociendo, me gusta mucho lo que ya conozco de ti.

— Lo mismo digo, León — Tumbé mi cabeza en su hombro y me quedé dormida —. Lo mismo digo. — Unas horas más tardes se fue y hablé con Sam sobre mi evolución, no quiero acumular trabajo por lo que mañana mismo volveré.

A león se le quedó su chaqueta, la guardé para la próxima vez que lo vea, no creo que sea en mucho tiempo.

Sonó el timbre, se dio cuenta, pensé.

— Pedro... — de todas las personas en el mundo jamás pensé verlo a él, después de todas las cosas que confesó. Bueno, tampoco la visita significa que querrá estar conmigo, lo mas probable es que venga a terminar cualquier tipo de relación — hola.

— Hola, ¿puedo pasar? — Preguntó serio, intentando evitar mis ojos.

— Claro que sí, adelante. — Entramos y rápidamente se sentó en el sillón, como si hubiese pensado muy bien qué decir y hacer.

— Quiero que sepas que a pesar de haber pasado sólo un día, he pensado mucho en esto, en nuestro rumbo; en nosotros.

— Entiendo... ¿y a qué conclusión has llegado? — Cada segundo estaba más nerviosa, él miraba un punto fijo.

— Lo mejor es que nos alejemos — suspiró con tristeza, como si no quisiera decir lo que estaba diciendo. Es una gran lástima, dentro de todo en él también he encontrado un amigo, quién sería yo para decirle que no me deje —, pienso que no merezco a alguien que me quiera a medias, que no me sea fiel. Nada me garantiza que si esto terminara, tú no vuelvas a hacer lo mismo. Es duro, quiero creer que no. Pero en mí ya quedará esa inseguridad, y eso no es sano.

— Tienes razón, no tengo mucho que decir. Más que agradecer los momento que pasé contigo, fueron increíbles y jamás los olvidaré. Espero que algún día, muy pronto; obtengas lo que realmente mereces.

— Aún no he terminado... — Me miró esta vez a los ojos — en serio, quiero que me quieras, sólo a mí. Por el momento veo que eso no será posible — Lo noté tan afligido, enojado consigo mismo por creer todas mis mentiras —, pero también tengo mucho miedo a perder algo muy bonito si digo que no quiero volver a verte. Porque sí quiero verte... mierda. No quiero perderte.

— No lo has hecho, sólo pido tiempo para arreglar el desastre que tengo en mi vida. ¿Sí estás dispuesto a tomar ese riesgo a pesar de todo?

Son riesgos que, por ti, estoy dispuesto a tomar.

Tres Clavos Sacan Otro Clavo [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora