11; Cita De Negocios

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Dios mío.

Como te expliqué en el capítulo anterior, sólo bastó con ver a mi ex para que aceptara ver a dos chicos a la vez.

El despecho, verlo con ella... Verlo feliz fue lo que me hizo mal. Porque llegué a pensar que vivía en un mundo en que ambos no podríamos vivir si no estuviéramos juntos. Un mundo en el que sólo existíamos nosotros, ese mundo que con ansias habíamos creado. Podrás notar que todo se fue al carajo.

Lo mismo con los chicos. Después de recaer en lo que tanto trabajo me había costado olvidar, acepté salir con ambos.

Eso no tiene nada de malo, por el momento.

Porque recién los estoy conociendo, así que no significa que esté engañando a uno o a otro. Necesito conocerlos un poco, darles una oportunidad y luego elegir al mejor.

Pero meses más tarde, ya nos teníamos cariño, sentimientos crecían y habían; luego se arruinó aún más, como si eso fuera posible.

Mi pequeña diversión se descontroló y me complicó la vida.

Créeme, por favor créeme. Jamás quise herirlos.

Aunque a fin de cuentas fue inminente.

También me herí a mí misma, a mi orgullo. A la persona que anhelaba ser, claramente no lo que me había convertido.

Jamás me lo perdonaré. Porque yo sólo quería entregarle amor a quien yo mereciera. Al final del día no merecía a ninguno de ellos, lo supe desde el principio. Y aún así tuve la oportunidad de estar con ellos.

— ¿Siempre voy a encontrarme contigo en la calle? — Sentí que alguien gritó a mi espalda dándome un gran susto. Miré hacia atrás y León cruzaba la calle corriendo hacia mí.

— Parece que la ciudad no es tan grande como parece — seguí caminando —, o tú eres un psicópata.

— ¿O será el destino, querida Nina?

— Mera casualidad, querido León. — Me puse mis anteojos de sol, hoy después de muchos días, había un sol radiante que calentaba nuestra tarde.

— ¿Dónde vas? —Preguntó curioso.

— Planeaba ir de compras, necesito atuendos más formales, sofisticados.

— ¿Ibas caminando?

— Sí, a mi auto— Tomé las llaves y con el pequeño control abrí el coche.

— Ya no más — Otra vez tomó mi mano, me arrebató el control, cerró el auto y me guió a su moto. Podría acostumbrarme a esta libertad. Ni siquiera protesté, no lo pensé, simplemente dejé que me llevara. Llegamos en un segundo y no tardamos en encontrar estacionamiento, siempre habían muchos espacios para motocicletas. —, ¿sabías que además de ser muy guapo soy muy buen asesor de imagen?

— Oh wow, eso sí no lo sabía — el trayecto fue corto pero aún así disfruté el hecho de tener mi pelo al viento y rodear su espalda con mis brazos. Reí observando la mirada coqueta que me dio al rozar levemente mi brazo. Entramos al centro comercial y por alguna razón le pedía su opinión sobre las prendas, digo, ya que estaba acompañándome, por qué no —. ¿Te gusta este?

— Me gustas tú — Me agarró por la cintura y me acercó a él sorprendiéndome por completo. Era una caja de sorpresas, una bomba que en cualquier momento estallaría. Mis piernas cada vez se sentían más débiles, como de hule. Él sonreía por lograr su objetivo; debilitarme ante sus encantos, sabía lo que hacía —, y sí; te verías hermosa en ese vestido.

— G-Gracias — ¡Ugh! Odio verme débil o nerviosa enfrente de él, tiene una maestría en ligar. Intenté calmarme y volví segundos después con otra blusa para completar un atuendo —, ¿qué te parece esta?

Tres Clavos Sacan Otro Clavo [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora