15; Sacrificios Del Oficio

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Sacrificios del oficio, me gustaba llamarle a lo que hice aquella vez. Sacrificios del amor. Estábamos en la casa de Pedro. Era bastante sencilla pero la decoración lograba que se viera hermosa, amplias ventanas, muebles muy bonitos y fotos de su familia en todas partes. Podía notar lo unidos que eran, por eso era tan importante para él volver a verlos después de tanto tiempo. Moría por poder recuperar todo el tiempo perdido junto a sus seres queridos.

— Pedro, todo va a salir bien. — Brie acarició su espalda dándole ánimo. Se veía tan nervioso que incluso causaba tristeza.

— Ya verás que sí. — Sarah siguió. El timbre sonó y pensé que a este pobre chico le daría un infarto, antes de abrir la puerta me miró y asentí con mi cabeza dando mi aprobación.

— Mamá... — Una señora con tez morena se acercó a Pedro y lo tomó por sus mejillas.

— Pedrito... – Los ojos de ambos se cristalizaron. Rápidamente se abrazaron y nosotras sólo mirábamos la maravillosa escena, Sarah incluso derramó unas cuantas lágrimas, siempre fue la más sensible.

Verlo así, tan feliz, me hizo extrañar a mi familia. A mi hermanita, mis papás. Tuve la suerte de siempre tener una familia unida. No sufrí por un padre ausente, o divorcios. Cosa que muchos; no pueden decir. Para ser exitosa en mi rubro sabía que debía mudarme y con el dolor de mi alma lo hice a temprana edad apenas me gradué de la escuela. Todo ese sacrificio obtuvo su recompensa.

Una vez que terminó de abrazar a su madre, un pequeño muy parecido a él se lanzó a sus brazos. También una señora que debía ser su abuela.

— ¡Por fin te puedo ver Pedro! — Celebró aún en sus brazos — ¿Me extrañaste?

— Max, no sabes cuanto te he extrañado. — Besó su mejilla repetidas veces causando su risa. Uff... ¿has visto algo más atractivo que un hombre bueno con los niños? Exacto, no. No existe. Aunque Pedro parecía ser bueno con todo el mundo. Era su esencia.

— ¿Y estas bellas jovencitas quiénes son? — Su abuela preguntó después de saludarlo.

— Familia, ella es Nina Moore y sus dos amigas Sarah Benson y Brie Langford.

— Así que tú eres la novia de mi Pedrito. — Pedro comenzó a toser avergonzado y la verdad es que eso me causó mucha gracia. La señora me miró con tanto amor que no pude hacer nada al respecto, además, no quería arruinar este momento para Pedro.

— Abue, ella no es m-

— Un gusto, señora Romero. — Estreché mi mano pero ella me abrazó. Sonreí inconsciente. Pedro me miraba con cara de "te debo una". Yo estaba feliz de poder ayudarlo.

— El gusto es mío, hijita — saludamos a los demás y nos sentamos a comer — ¿Verdad que mi Pedrito es un joven muy apuesto? — Sonrió pellizcando sus mejillas. Él quería dejar de existir. Yo pensaba que era adorable.

— Sí que lo es, y es tan bueno conmigo. Criaron a un joven muy bondadoso y caballero.

— Hijita, no sabes lo feliz que nos hace escuchar eso. Estamos muy orgullosos de él — Pedro estaba en la gloria aún con el nudo en la garganta. Acaricié su espalda y sonreí llevando los platos.

— Cocinamos pasta, un pajarito llamado Pedro me contó que es la comida favorita de toda la familia. — Me agradecieron felices y comenzamos a comer sin antes brindar por la unión de la familia, el reencuentro y obvio, su padre. Las chicas hablaban con Max, yo hablaba con Alma, la madre de Pedro.

— ¿Cómo se conocieron? — Me miró pícara.

— Contraté una red de internet nueva y él fue a instarla. Nada más que eso, jaja. — Dije sonrojada.

Tres Clavos Sacan Otro Clavo [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora