24

165 19 0
                                    

Me desperté con frío, bastante confundida.

Miré a mi alrededor y recordé dónde estoy y con quién estoy. También por qué tenía frío, estaba... estábamos desnudos.

No podía moverme, Sam me tenía en sus brazos. Me giré hacia él e intenté despertarlo, fracasé enormemente. No pude evitar sentirme algo conmocionada al recordar pequeños pasajes de la noche anterior. Fue increíble, no sólo porque me dieron como cajón que no cierra, pero sentíamos esa conexión que hace mucho tiempo no sentía con alguien.

— Hey, dormilón — lo moví suavemente pero no obtuve ningún resultado, vi como sus párpados se movieron, ¿ha estado despierto todo este tiempo? —. Buenos días... — dejé cortos besos en su rostro y esbozó una sonrisa esta vez mirándome a los ojos embobado.

— Buenos días. — Comenzó a besarme tal como lo hizo ayer. Con tanta dulzura que lentamente sentía que me derretía.

— Sam... mi familia... llegará... temprano... — intenté decir pero no podía por su boca chocando contra la mía — Sam...

— Ok, ok. No comiences algo que no vas a terminar — se encogió de hombros, luego me miró y  sonrió burlón, no entendía por qué, luego recordé que mi ropa estaba en el piso. Con bastante calor en mis mejillas me tapé como pude —. Eres preciosa, no necesitas taparte. — Eso fue lo último que dijo para apresuradamente ducharnos y preparar desayuno para esperar a mi familia.

Sentí el sonido de la cochera abriéndose y supe que ellos habían llegado. Tomé su mano y lo llevé corriendo a la entrada.

— ¡Papá! — Corrí a sus brazos con mucha emoción.

— Hijita. — Respondió con la misma alegría. No habían como los abrazos de papá, definitivamente no.

— ¡Mi bebé está en casa! — Ahora mi madre me abrazaba, Sam miraba la escena enternecido — ¿Quién es este hombre tan apuesto? — Sonrió preguntando por él. Quien le sonrió encantadoramente. Con esa sonrisa que solamente el mismísimo desgraciado tenía.

— Él es Sam Walker, ya saben, dueño de En Boga Moda. — Dije algo nerviosa y él se acercó a saludarlos.

— Un gusto, señor y señora Moore.  — Estrechó su mano atento. Mis padres estaban algo impresionados por lo educado que se veía, y es que, a decir verdad; él era tan correcto, caballero.

— No pensabas que me iba a olvidar de ti, ¿no Liz? — Miré a mi hermanita y esperaba pacientemente su turno para saludarme, tiene ocho años, es una dulzura.

— ¡Nina! — Corrió a mis brazos sonriente — Lola me mordió, mira. — La hija del tío Barry, nuestra prima, se empeña en molestar a Lizzie cada vez que la ve. Tenía un puchero adorable y sus pequeños ojitos llenos de lágrimas con tan sólo recordar aquel momento.

— Oh no, ¿y tú qué hiciste? — Pregunté alejándome de mis padres, Sam me siguió al sillón escuchando a la más pequeña de la familia.

— La mordí más fuerte. — Carcajeó despacio, luego miró a Sam, pensando que él podría desaprobar su actuar; chocaron los cinco.

— Normalmente, en esta situación, te diría que la violencia no está bien — reí al ver lo mucho que le había agradado Sam por estar de su lado —, pero esa niñita es un fastidio. Si ella lo hizo primero, está bien que lo hayas hecho. Sólo no le digas a mamá y a papá que te dije eso. — Susurré sonriendo.

— Cuando sucedan estas peleas, avísale a tus padres, o a los de Lola. — Sam intervino y ella le encontró toda la razón. Obviamente le enseñó la manera madura de afrontar las cosas. ¿Yo? Mi segunda casa no era el salón de clases; era el salón de detención. No dejaba que nadie me pisoteara, y al final de cuentas, yo era la que salía perdiendo. Noté a Sam, completamente intrigado observando los pies de Liz — ¿Puedo? — Preguntó al ver los pequeños zapatitos de charol desabrochados, ella asintió y Sam se hincó a abrocharlos. Me hace creer que sería un muy buen padre algún día. Sonreí inconsciente observando la escena. A simple vista, ambos se habían caído muy bien. ¿Será eso una buena señal?

Tres Clavos Sacan Otro Clavo [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora