7; Bendita nieve

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— Señorita Moore. Mucho gusto en saludarte. — Ahí estaba el, realmente, adorable chico. A simple vista no vestía su uniforme, tenía un abrigo gigante y guantes de lana, por lo que parecía que estaba congelándose. 

— ¡Pedro, Hola! Debes tener ganas de aniquilarme — Reí algo, no; bastante avergonzada —, pero juro que esta vez no es mi problema. No he podido conectarme a la red desde hace media hora y necesito trabajar.

— No me sorprende, hemos tenido problemas en muchos puntos de la ciudad. Hay un viento horrible. — Respondió tiritando.

— Ay perdón, no te mueras de frío. — Me corrí para que entrara. Agradeció mientras frotaba sus manos en busca de calor y nos encontramos a Sarah y Brie charlando en la sala como no hubieran estado espiando al pobre de Pedro. 

— Muy buenas tardes chicas. — Sonrió atento. Creo que ahora sé de qué estaban hablando. Era amable, muy bien educado e incluso algo tímido. Es razonable sentir ternura ante él. 

— ¡Pedrito! Ya eres oriundo de la Casa Moore — Brie lo saludó como si fueran amigos de toda una vida. Luego fuimos a la sala de estar y arregló el problema, por mientras veíamos la televisión — ¿Cuánto tiempo llevas trabajando en esto?

— Unos dos años. Honestamente estoy buscando mejores oportunidades de trabajo.

— ¡Oh no! ¿Ahora quién arreglará los problemas de conexión de Nina? — Dramatizó. Le pegué discretamente en la rodilla y me aniquiló con la mirada. 

— Bueno, todavía no consigo un mejor trabajo así que por mientras, yo. — Sonrió. Jugaba con sus dedos mientras inspeccionaba los equipos que instaló hace unos días.

— ¿Tienes que hacer esto muchas veces al día? —Sarah esta vez preguntó. Genial, le harán un interrogatorio. Al menos a él no parecía molestarle. 

— Unas pocas veces, elijo algunos lugares de conveniencia. Que me sean más agradables o cercanos a mi hogar. Tengo que cumplir con todas las demandas posibles durante mi horario laboral.

— Genial. — Ambas contestaron al unísono mirándome. Estoy segura de que me harán pagar por la apuesta en la que no fui partícipe.

En eso la transmisión fue interrumpida por un reporte de noticias.

"Por el momento queda prohibido salir de sus hogares por la nieve que está arrasando con violencia en la ciudad, vientos avasalladores de hasta 80 kilómetros por hora han devastado todos los rincones de Nueva York. Se avisará nuevamente cuando ya se pueda transitar la gran manzana. Por ahora, manténgase en casa y disfrute de un rico chocolate caliente "

Me estás cargando.

Oh Dios, ¿el destino?

— ¡Oh, no! Debo irme rápido. — Por la ventana vimos grandes bloques de nieve cayendo desde mi techo tapando las ventanas y también la puerta. Del susto grité intentando abrir la puerta pero me fue imposible. 

— ¿Estás seguro que podrás? — Brie sonrió nerviosa.

— Llamaré a alguien para que saque la nieve — Busqué mi teléfono enseguida y la energía no dudó en irse. Por suerte teníamos todos nuestros dispositivos con suficiente carga para el día. Esto es bastante común en Nueva York, es algo abrumador pero nada que no pueda arreglarse en una media hora. Llamé al número de siempre y me dieron una respuesta que no esperaba — ¡Cinco horas! — Exclamé. Ese era el tiempo de demora para que vinieran a sacar los bloques de nieve que obstruían la puerta y ventanas. — Gracias... — corté la llamada y me dirigí a ellos — malas pero buenas noticias. Vendrán... en cinco horas.

Tres Clavos Sacan Otro Clavo [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora