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Qué infartante todo.

Las cosas comienzan a mezclarse, rostros comienzan a asimilarse; nombres también.

¿En qué pensaba León en acercarse cuando tenía a Sam a mi lado?

"Oh, no tengo nada qué hacer. Iré a arruinarle la vida a Nina"

Te juro que no me sorprendería si en realidad pensó eso.

¿Por qué me habrá dejado de hablar? Esa es la verdadera pregunta.

Urgentemente debía hablar conmigo... después de no hablarme en dos semanas.

Insistía en que no se rendiría, puras bobadas.

Me desperté por el sonido de la batidora y con una sonrisa lentamente asimilé lo que ocurría.

Pedro, se quedó a dormir en casa. Se nos hizo tarde viendo televisión y durmió en el sillón.

Comenzamos viendo películas como Dumb and dumber y terminamos llorando con esa famosa película del perro que espera a su amo en la estación de tren, sin saber que había fallecido.

Eran las nueve de la mañana y él estaba preparando el desayuno.

— Miren quién despertó — sonrió sirviendo un batido que parecía ser de frambuesa —, fui a la tienda a comprar algunas cosas para el desayuno.

— ¿Por qué no me despertaste? — Pregunté besando su hombro mientras lo abrazaba por la espalda. Nos estábamos sintiendo tan cómodos con nuestra compañía.

— No quería despertarte, no me demoré mucho. — Le agradecí y tomamos desayuno en la terraza a pesar del frio. En los próximos días se espera mucha nieve, había que disfrutar el exterior hasta que no se pudiera salir.

— Vengo en un momento — sonreí sin antes plantar un ligero beso en sus labios. El teléfono estaba sonando. Siempre lo contesto porque mi familia llama a mi linea fija —, ¿hola?

— Hasta que te dignas a contestar.

— ¿León? — Susurré mirando a todos lados intentando descifrar si Pedro estaba cerca.

— No me digas, ¿ahora con cuál estás?

— Cállat-

— Debes estar con Pedro. Bueno, sólo digo que en la noche saldremos al bar de siempre. Pasaré por ti a las ocho. Intenta que no esté otro de tus amores, ese día fue algo incómodo.

— Me lo dices a mí — las ganas de patearlo nuevamente surgieron en mi mente —. Voy a cortar, adiós. — Qué bien se siente esto, digo, claramente con ironía.

Pedro aún no sabe nada, esto sí sería infidelidad porque no le he contado sobre ellos...

Eso es muy feo. Lo haré después de las fiestas. No quiero pensar en la posibilidad de que se sienta mal en un día tan especial como nochebuena o navidad, queda menos de una semana.

Corrí nuevamente a la terraza y ahí estaba cortando flores para un florero vacío que estaba en una pequeña mesita de vidrio.

— ¿Todo bien? — Sonrió dejando las flores a un lado.

— De maravilla. — Por fin continuamos el desayuno. No pude quitarme los nervios en todo el día. El hecho de que cada día se me junten más las cosas y llegue un punto en donde no haya salida me atormenta.

Es inevitable, no fui del todo honesta.

Era lo que me merecía de todas formas, yo misma lo quise de esta manera.

Tres Clavos Sacan Otro Clavo [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora