17; Los Tres Chiflados

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— ¿Por qué haces esto? — Refunfuñé enojada, por fin llegaría a casa para descansar y pierdo mi tiempo en tonterías. León había formulado un plan que funcionó a la perfección.

— Sabía que no tendrías ganas de venir porque no soy ni el chico del internet, ni tu jefe que te trae babosa — sonrió acercándose —; no sabes de lo que te has estado perdiendo. ¿Qué puedo decirte? Soy mejor que todos ellos.

— ¿Cómo sabes? — Pregunté irónica —, ¿los conoces?

— No — sonrió dichoso —, pero algo me dice que tú tampoco del todo.

— Por eso salgo con ellos al mismo tiempo — intenté excusarme, dándome la razón. Inmediatamente noté que cavé mi propia tumba. Abrió sus ojos con asombro e intenté callarlo antes de que dijera algo —; digo, yo no...

— ¡Sabía que estabas saliendo con ellos! — Exclamó emocionado por finalmente saber la verdad — Vaya, no esperaba que fueras así. — sonrió crédulo.

— ¿Así cómo? — Crucé mis brazos. León, debes tener mucho cuidado con lo que dirás, pues no vayas a decir algo que sea verdad — ¿Puta?, ¿suelta?

— Iba a decir divertida, pero si eso es lo que piensas de ti — levantó los brazos, librándose de la culpa de lo que misma dije de mí misma. Palmeé mi rostro con mi propia mano. Escuché una pequeña risa —; ¿qué tan malo puede ser?

— Yo no quería... — extrañamente bajé mi voz, casi con algo de tristeza, y es que en realidad me costaba admitir todo esto — ¿qué debí haber hecho desde un principio? Los conocí al mismo tiempo, a ti también...

— Exacto — respondió exaltado — ¿Y yo? Me quedo sin pan ni pedazos — Refunfuñó molesto, pero luego otra vez dejó escapar una risa muy adorable. Apoyó su codo en la banca del parque y siguió hablando con más confianza —. A ver, a ver; ya. Yo pido el viernes, si es que el millonario no lo tiene reservado para una de sus citas de negocios.

— No, él tiene los domingos y festivos — bufé, este chico no tiene remedio. Su sonrisa era aún más grande —. Hey, ¿me has estado escuchando o qué?

— ¿Qué? Oh, por favor dime que no le llaman "citas de negocios" a sus revolcones — carcajeó y de mi parte sólo hubo un silencio rotundo —. Oye yo sólo bromeaba. No puedo creerlo — sonrió dichoso —, ¿exactamente qué negocios hacen? — Él disfrutaba esto demasiado. Yo quería desaparecer sin dejar un sólo rastro. Si algo le encantaba, era ponerme en situaciones incómodas.

— No sé qué insinúas, pero yo no he tenido nada de revolcones con ellos. — Arreglé mi cabello suspirando. Tiene una vibra tan extraña, León es muy divertido; aún así logra sacarme de quicio con cada cosa que dice.

Lo que tiene de divertido, lo tiene de coqueto: recuerdo cuando lo conocí en el bar... la seguridad con la que caminaba hacia mí, como si fuera el único chico en el lugar; para mí, en ese momento lo fue.

— Se me hace que no sabes lo entretenido que realmente puede ser estar con alguien — confesó después de estar unos minutos en silencio —. Lo confirmo.

— ¿Y cómo sabes eso? Cuéntame, tú que lo sabes todo — dejé de mirar a la nada y de una vez por todas me atreví a mirarlo a los ojos —; a mí se me hace que no eres tan rudo como aparentas.

— Pues, nunca has tenido una cita conmigo — volvió a sonreír tomando mi mentón. No quería caer en esto, intenté alejarme pero insistía en conectar nuestras miradas aún más que antes —. Podemos suponer muchas cosas sobre el otro. ¿Por qué no intentamos conocerlas?

— ¿Me estas invitando a salir? — Pregunté buscando su tono burlón de siempre, pero estaba completamente serio.

— Sí, te estoy invitando a salir. — Me pasó el cigarro que él había estado fumando y ay, qué más da, le di una gran calada. Me quedé pensando en su propuesta.

— ¿Qué tienes para ofrecerme? Digo, que no tengan los demás.

— Uf, pues muchas cosas. Aventura, pasión... — tomó mis manos y las besaba cada vez que decía una palabra, era como si mi estómago y cada órgano dentro de mí revoloteara mientras vitoreaba su nombre. Me volvía loca y eso me encantaba... aunque en definitiva no fuera lo correcto.

— Dije que no tengan los demás...

— Cosas que ellos no pueden hacerte sentir... — alcé una ceja esperando a que se explicara mejor, se acercó y susurró tremendas obscenidades, le pegué en el hombro y siguió con su discurso — ah, y las risas nunca faltarán.

— Así veo. — Sinceramente, no sabía si debía aceptar. Sé que a él lo contaba como a uno más; pero nunca hemos tenido una cita como tal. Sólo ha sido coqueteo y no se había pronunciado con palabras mayores, hasta ahora. ¿Si me gustaba? Sí, para qué voy a mentir. Se mete en tu cabeza y no sale más, esa es su magia. Te tiene en un limbo constante porque hoy se comporta de una forma y no sabrás cómo se comportará mañana...
Eso es lo emocionante de estar con él, aunque también es muy inquietante.

— Dame una oportunidad — habíamos estado varios minutos en silencio sin saber qué decir, sólo disfrutando de la compañía, viendo el atardecer —, tengamos una cita. Demostraré que soy mejor que ellos.

— ¿Lo haces porque te gusto?, ¿o lo haces para ganar? — Pregunté jugando con mi pelo. No, no es mi forma de coquetear, calma mi ansiedad — Para mí esto no es un juego, León. Por favor, ten eso bien claro. Yo no quiero jugar con sus sentimientos, es por eso que cuando llegue el momento, les diré por qué he estado saliendo con ellos a la vez. Simplemente, quiero creer... quiero creer qué hay alguien en este mundo que me pertenezca, y que yo le pertenezca a él. Que podamos ser felices... ¿es mucho pedir?

— Si te digo que es por un poco de ambas pero más por la primera opción, ¿aceptarías? — Preguntó refiriéndose a lo primero que dije —. Esas cosas no se buscan, Nina.

— ¿Huh? — Dije extrañada.

— El amor no es algo que se busca, es por eso que has cometido unos cuantos errores. El amor te atrapa, te encuentra cuando menos lo esperas y por eso es tan maravilloso si algún día llegas a sentirlo... porque es tan... inesperado — sonrió mirando sus zapatos —, es un regalo.

— Vaya... — Dije impresionada. Su rostro cambió en un segundo y carraspeó su garganta mientras arreglaba su camiseta.

— ¿Qué?

— Creo que no somos tan distintos como creía...

— Pues, eso es lo que he intentado decirte. — Se encogió de hombros volviendo a agachar la cabeza.

— Además de apuesto, ¿Doctor Corazón? — Carcajeé sacándole una sonrisa.

— Soy un hombre de muchas virtudes — respondiendo de la misma manera —. Espera, ¿has dicho apuesto? — Sonrió pícaro y ahora yo era la cohibida — ¿Qué dices?...

— Yo... no lo sé. Hay mucho en mi plato en estos momentos — lo miré apenada —, ya me siento mal saliendo con Sam y Pedro; imagínate qué pasaría si salgo contigo.

— ¿Por qué a ellos si les das una oportunidad de conocerlos y a mí no? — Esto es lo más serio que lo he visto en todo este tiempo, analizaba cada gesto involuntario (de los nervios) que mi rostro hacía. Por su parte, nudillos levemente apretados, la sonrisa coqueta ya no estaba.

— Me estás complicando las cosas... — claro, porque sé que tiene razón — no es que no quiera salir contigo, el problema es que ya estoy saliendo con dos hombres a la vez. Tengo que tomar una decisión pronto y agregarte a todo esto sólo complicaría más la situación — suspiré frustrada. Qué fastidio esto, siento que merece una oportunidad, aunque es un capullo... —. Además, ¿sería yo otra de tus conquistas? Como la chica del bar.

— Pues, mientras sigas viéndote con Larry y Moe; sí.

— Ley pareja no es dura... lamentablemente tienes razón, Curly — reí casi llegando a casa. Habíamos comenzado a caminar durante nuestra conversación —; aún así, necesito pensarlo.

— Bueno — suspiró despreocupado —, tú ya sabes que nunca me rindo. Adiós, preciosa. — No, no se rindió hasta conseguirlo.

Tres Clavos Sacan Otro Clavo [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora