—Sólo tenía miedo...aún tengo miedo...por favor...no dejes que me exilien, si hacen eso mis hijos no va a saber quien es su madre y jamás podré verlos de nuevo...tampoco quiero que cuando se enteren que estoy embarazado me lo quiten...ellos van a saber que no es de Yesung...
—¿Ya le contaste a él?...—Min tomó sus manos aún sin darse la vuelta, suspiraba aguantándose las ganas de llorar, Wook no era solamente el Rey Consorte, era su mejor amigo, el único amigo que tenía y una persona como él, que comprendía todo lo que sentía.
—Ni siquiera he leído sus cartas...—se apartó un poco, Min volteó y le acarició la cabeza.
—¿Y porqué?...vamos a abrirlas, seguro que te hace falta escuchar cuanto te ama...—se acercó a la puerta para pedir algo de comida a las damas.
Wook fue a su armario para sacar el cofre donde estaba las cartas, la última era de hace unos cuantos días y había cerca de 14. Todas estaban firmadas con el sello real, menos una. No tenía el mismo aspecto que las otras, y estaba escrita en un papel ligeramente más barato, incluso olía diferente. ¿Cómo pudieron no darse cuenta o decirle?, o quizás si lo hicieron y simplemente él no hizo caso.
—¿Qué es eso?...—Min dejó la mesita con los platillos frente a Wook y comenzó a preparar todo para que comiera.
—Es una carta diferente...no es de Yesung...—quería abrirla primero que todas pero decidió dejarla para el final—veamos primero las de Yesung...
Tantas cartas que relataban algunos acontecimientos divertidos del viaje, otros un poco frustrantes y hasta tristes. Pero en cada carta y sin importar su contenido Yesung le hacia saber cuanto lo amaba y cuanto era que deseaba volver con él, Wook se sentía un poco culpable por no haberle dicho nada acerca del bebé.
En las últimas cartas notó que se dirigía a él de una manera diferente, inclusive más tierno que antes, le contaba que los mensajeros le llevaban rumores extraños sobre una enfermedad y que se preocupaba por no recibir ninguna respuesta. Que haría todo lo posible por encontrar pronto ese lugar y ayudarlo.
Algunos accidentes ocurridos y en la última carta suya le relataba que se encontraba lastimado.
—Tuvo un accidente...—susurró con los ojos llorosos—dice que la comida está terminándose y no han encontrado nada que los lleve a ese lugar...—Sungmin soltó un suspiro y le tomó la mano.
—Tranquilo...los mensajeros vendrán seguramente...van a llevarle comida y cosas necesarias...no debes preocuparte Wook...mientras él siga enviándote cartas todo va a estar bien...
El castaño dio una caricia a su vientre y asintió, la comida se veía deliciosa y hasta ahora no le había puesto nada de atención, pero comenzó a comer y a pensar en que hacer por su mayor.
—La última carta...—Min la tomó y comenzó a abrirla, después se la dio a Wook para que la leyera, todo estaba yendo normalmente, pero de pronto vio su expresión cambiar, su rostro se había transformado por completo.
—¿De quien es esta carta?...—hiperventilaba—¡Damas!—gritó—¿De quien es esta carta?...¿Quién la trajo al palacio?...
Una de las mujeres entró y miró el sobre extrañada.
—Su Alteza...al palacio no llegó una carta así...las únicas cartas que recibe son de Su Majestad, no se nos tiene permitido darle otras—al acabar su trabajo hizo una reverencia y salió de la habitación .
—¿Cómo demonios llegó aquí?—gruñó.
—¿Qué es lo que dice?—Sungmin empezaba a preocuparse, Wook no hablaba y sólo miraba el papel. La incertidumbre era tanta que tuvo que arrebatárselo de las manos para leerlo—"Su Alteza Kim RyeoWook...me complace felicitarlo por su embarazo, el Reino va a recibir una enorme gracia con la llegada del nuevo bebé...—la mirada que le dio fue de confusión, se suponía que nadie fuera del palacio sabía de su espera, pero las cosas se ponían más raras—su esposo, El Rey ha emprendido un viaje para buscar la cura de su maldición...una maldición que yo misma introduje en Su Alteza La Reina Fallecida. Me gustaría contarle que todos sus esfuerzos serán en vano y así como ha sufrido accidentes hasta ahora, mientras se acerque más a mi, sus probabilidades de morir irán en aumento. A menos que usted me entregue algo a cuenta de salvarlo. He entendido que apoderarme de Joseon es estúpido, no satisface mis deseos, pero ver morir al Rey me haría tan feliz. En fin, es bien sabido que no desea tener al pequeño príncipe o princesa que viene en camino, le voy a proponer algo Su Alteza, a cambio de la vida de su esposo y de deshacer la maldición, usted debe entregarme al bebé en cuanto nazca...no es una oferta que pueda rechazarse, pues ambos morirán si se niega...el día del parto, tocaré a la puerta del palacio y llevaré una canasta para recoger lo que desde ahora me pertenece...al caer la tarde y antes de que el sol se meta, enciende esta carta con algo de cabello tuyo, entonces sabré que cuento con el apoyo"...—Min hizo bolita el papel y lo lanzó lejos—está demente...quien quiera que sea...¿Cómo se le ocurre jugar de esa manera con la vida del Bebé Real y de Su Majestad.
—Sungmin esto no es bueno...Yesung va a morir...y él confía en que puede regresar a salvo...—se cubrió el rostro —¿Qué hago?...
—Si no hay otra salida debes entregarle al bebé...—sonrió cómplice asustando al menor, quien se levantó y retrocedió.
—¿Tienes algo que ver en esto Sungmin?...te comportas de maneras demasiado extrañas...
—¿Qué?...—comenzó a reir—no Wook...no tengo nada que ver, calmate...solo se trata de engañarla...tramemos algo, que ella piense que vas a entregarle al bebé, pero la emboscaremos y así ambos van a vivir...
—¿Engañarla?...—hizo un puchero sentándose frente suyo nuevamente, Sungmin hizo que volviera a comer—¿Eso va a funcionar?...
—Podemos intentarlo...—le colocó una mano en el vientre, Wook se sonrojó un poco, nadie había hecho eso, nadie además de Yesung con su primer hijo.
—Bien...voy a quemar la carta en la tarde y entonces llamaré a la guardia para planear todo...—soltó un suspiro—en serio espero que no te equivoques...
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•Son Secretos de una Dama• ✿YeWook✿⁝⁞⁝⁞TERMINADA⁝⁞⁝⁝
FanfictionSu familia está en la total quiebra, y por suerte encontraron al marido perfecto para su "hija"; aquel que les devolverá aquella posición social a la que están tan acostumbrados. Sin embargo hay un pequeño inconveniente, algo insignificante la verd...