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—¿En qué estabas pensando Kim Ryeowook?...—en cuanto despertó su madre empezó a llenarlo de reclamos e interrogantes.

—No creo que sea adecuado que el Rey abrace tan descuidadamente a cualquiera persona...podría intentar asesinarlo—abrazaba sus piernas para sentirse un poco protegido. Aun estaba resintiendo el golpe que llevaba en la frente por el desmayo y su cabeza dolía.

—Tu no eres cualquier persona...te casarás con el príncipe heredero...—sobó su sien—te conseguimos ese matrimonio porque el Rey y tu padre eran amigos en la infancia...deberías estar agradecido, te convertiras en la mujer más importante del Reino algún día. Y tu primer hijo varón va a convertirse en Rey...claro...si no nace siendo como tu...—bufó—tu "pequeña maldición" nos sirvió de algo al final...y podrías aprovecharla si tienes un hijo con tu condición...

—¿Cómo puedes decir eso?...soy tu hijo...se supone que debes amarme y buscar protegerme, no venderme para tener unas cuantas monedas que te duraran sólo algún tiempo...

—Desde el momento en el que supe que eras de ese tipo dejaste de ser mi hijo...te volviste mi hija y así es como te veré siempre...así que no me pidas cambiar—susurró levantándose y caminando a la salida.

—¿Y si me matan?...—sus ojos se llenaron de lágrimas.

—¿Porqué habrían de matarte?...—frunció el ceño.

—Su Majestad está muy emocionado por el matrimonio de su hijo, ¿No es así?...en el palacio tienen a los mejores médicos de Joseon. De todos modos, si el Príncipe Heredero no me delata, cuando dé a luz van a notarlo...y pueden considerarlo como traición...mi hijo va a ser un esclavo, yo voy a morir y ustedes serán exiliados...

—Tienes que volverte inteligente...el palacio es una mugre red de mentiras, si sabes conseguir buenos aliados, asegurarás tener una vida plena y llena de comodidades. A menos que obvio quieras que tus hijos terminen como esclavos...hijo, lo peor no va a ser para mi. Yo sólo tendré que irme de la capital...pero el destino se encargará de darle una vida dura y siniestra a tus hijos, incluso peor que la que piensas que tendrás.

El menor intentó defenderse pero su madre se la había volteado, era cierto, no quería que sus hijos fueran esclavo y tampoco quería morir.

La mujer sonrió triunfante y salió de la habitación, el menor volvió envolverse en sus mantas, "conseguir aliados"...quizás convertirse en la esposa del futuro Rey significaba que debía cambiar por completo su manera de ser, convertirse en una Dama hecha y derecha. Hacer valer todos sus estudios y sus conocimientos para no dejarse vencer en esa gran jaula de pelea. El palacio podía resultar ser un lugar horrible si no se sabía estar en él.

—Nadie va a matarme...—dictó quitándose las mantas de encima, fue directamente a su armario y observó las ropas nuevas que le habían comprado, iría personalmente a visitar a Su Alteza La Reina. Tenerla de su lado sería aun mejor que conseguir a las Damas o a los Eunucos.

Nunca había usado un Hanbok rojo, pero lo usaría como una especie de pacto consigo mismo. Por dentro se sentía una total miseria debido a la mancha que llevaba por haber sido violado en su lugar favorito.

Y por fuera estaba que desbordaba rabia debido a todo lo que su madre le estaba haciendo pasar.

Usarí el color Rojo en él lugar más importante de su país por la simple razón de prometerse a si mismo que sin importar cuanta sangre se tuviera que derramar, nadie fuera de la habitación que tendría con su futuro esposo, iba a enterarse de que era un hombre. Nadie se atevería a hacerle daño a sus hijos y mucho menos a el. Haría todo lo que estuviera en sus manos para lograr su cometido, si tener una buena vida significaba convettirse en un ser hostil. No le quedaría de otra.

Llamó a su dama de compañía y a algunos sirvientes para que lo llevaran hasta el palacio, donde al entrar inmediatamente pidió ver a La Reina. Le llevaba un regalo, una fina estatuilla esculpida en Jade, era una reliquia familiar y esa mujer sería su suegra pronto.

—Adelante...—la voz elegante pero autoritaria de la mujer le dio parte a entrar, inmediatamente hizo reverencia y se hincó frente suyo—Jovencita Kim...¿Qué la trae de nuevo por acá?, debería estar descansado después de lo ocurrido en el salón esta mañana.

—Su Alteza...he venido para darle un obsequio que espero sea de su agrado...—sonrió colocando el paquete frente a ella—Es en agradecimiento por permitirme casarme con su hijo, el Príncipe Heredero.

—El único obsequio que debes darme es un nieto sano...—abrió las telas agradeciéndole después por el gesto.

—No dude que así será...voy a darle al heredero que su linaje merece...—hizo una reverencoa sonriendo cómplice cuando no lo veía.

—Bien Wook...empezaste a caerme bien...—sonrió—acompañame a tomar té ¿Quieres?...

No estaba totalmente asegurado a ganar su confianza entera pero era algo, La Reina casi nunca invitaba a nadie a beber té con ella. Era una mujer reservada y de pocos amigos. Nadie podría meterse con él. De ahora en adelante guardaría muy bien el secreto, porque eso era lo que hacían las Damas. Parecer perfectas ante la sociedad.

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•Son Secretos de una Dama• ✿YeWook✿⁝⁞⁝⁞TERMINADA⁝⁞⁝⁝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora