Adiós al pasado

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Edificio Pentagon...

Fuutarou no supo cuánto tiempo estuvo en shock tras la desaparición de Rena. De hecho, estaba tan distraído que por poco no se le pasó detenerse frente a su destino. Si no fuese porque ya conocía el camino de memoria, y por seguir con la pierna enyesada, quizás simplemente habría vagado sin rumbo por toda la ciudad en ese autobús.

Miró hacia arriba, hasta la azotea del edificio. Por alguna razón lo sentía más grande de lo usual hoy. ¿Se debía a que de pronto sentía que había perdido su valor, que se sentía más pequeño e insignificante tras ese encuentro con Rena?

- "Ella dijo que yo ya no la necesitaba. Pero quizás, lo que quiso decir fue que soy yo a quien ella no necesita." – pensó.

Sí, seguramente eso era. Simplemente cambió las palabras para ser amable y evitar que él se sintiera peor, porque sabía que le rompería el corazón. Al menos apreciaba que lo hubiese hecho así, porque ya se sentía devastado.

Caminó con cuidado hacia la entrada, y pulsó los botones del apartamento Nakano sin muchas ganas. Un minuto después, contestó la voz de Nino:

- ¿Sí?

- Soy yo. – dijo sin muchas ganas. – Vine para esperar a Yotsuba, ¿puedo subir?

- Aguarda. – Un segundo después el seguro de la puerta se desactivó, abriéndose para él. – Listo, ya puedes entrar.

- Gracias.

No supo si ella logró escuchar o no, pero se dirigió hacia el ascensor, y pulsó el botón para subir al piso 30. Pese a haberlo hecho muchas veces, hoy el viaje se le hizo mucho más lento de lo usual, como si ver más grande el edificio no hubiera sido una ilusión óptica.

No podía dejar de pensar en las palabras de Rena. ¿En serio había venido solo para verlo y decirle adiós, rompiéndole el corazón? ¿Acaso la promesa que hicieron ya no significaba nada para ella?

Ya arriba, el avance por el pasillo se le hizo bastante más pesado que de costumbre, incluso con la pierna enyesada. También, el brazo se le sintió más pesado que de costumbre al momento de tocar el timbre. Por fortuna, la puerta le fue abierta casi de inmediato; Nino lo debía haber estado esperando mientras llegaba.

- Con permiso. – dijo mientras ingresaba.

- Bien puedas. – respondió la segunda hermana cerrando la puerta tras de él. – Oye, ¿estás bien? Tienes un aspecto fatal.

- No tiene importancia. – dijo mientras se dejaba caer en el sofá, dejando sus muletas de lado.

Aparte de Nino, la única otra quintilliza que parecía estar en el apartamento era Miku, que como de costumbre se encontraba ocupada jugando con su Tablet, aunque se fijó en él y la dejó de lado cuando lo vio entrar. Igual que con Nino, su expresión desanimada tampoco le pasó desapercibida a la hermana intermedia.

- No te ves muy bien. – le dijo. – ¿Te sucedió algo?

- Nada de lo que deban preocuparse. – replicó él secamente. – Es asunto mío.

- Oye. – dijo Nino con tono mandón. – Estamos tratando de ser amables, ¿bien? Eso de estar deprimido no va contigo, así que anda, escúpelo.

Fuutarou alzó la mirada, viendo como Nino lo veía algo enfurruñada con los brazos cruzado, aunque sí se notaba algo de preocupación en su rostro. Miku por su parte pareció tomar otro enfoque diferente.

- Tal vez un poco de té ayude. – sugirió. – Prepararé un poco.

- ¿Sabes qué? No es mala idea. – dijo Nino. – Irá bien con los pastelillos que estaba haciendo.

Forma del Corazón - Trébol de Cuatro HojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora