¿Quién se merece tu ayuda?

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Camino a la preparatoria Asahiyama...

Fuutarou apenas pudo dormir la pasada noche. Naturalmente cuando regresó a casa, sus padres y Raiha notaron que no se veía ni de cerca tan feliz como debería haberlo estado tras una cita exitosa. Y él también lamentaba que hubiese terminado en esa nota tan amarga, ya que solo quería pasar un rato agradable con Ichika. Y así fue, pero haberse enterado de esa forma de lo que sucedía en el club de natación y con Yotsuba sin duda no le sentó para nada bien.

Pero no podía pretender que no había oído nada y seguir con su vida. Aquella mañana, después de desayunar muy temprano, salió de la casa para dirigirse a la escuela como siempre lo hacía, pero no estaba concentrado en el camino. Todavía sentía que tenía que hacer algo, y ese pensamiento no lo dejaba tranquilo.

- "¿Pero qué se supone que haga? Ni siquiera sé quién es la chica que se está escaqueando fingiendo una lesión, o qué aspecto tiene. Diablos, me siento tan inútil."

En otro tiempo que ahora parecía muy lejano, simplemente lo habría dejado pasar sin importancia. Pero por más que le costara admitirlo, Yotsuba se había convertido en su amiga más cercana en la escuela, y no le gustaba la idea de permitir que se aprovecharan de ella sin al menos tratar de hacer algo. Esas chicas del club de natación no tenían derecho a solicitar su ayuda, cuando en realidad solo querían que ella les llevara el peso para no esforzarse.

- "¿Cuándo comencé a preocuparme tanto por ella?"

Estaba tan absorto en sus pensamientos que no se percató de que había alguien frente a él y se chocó, deteniéndose bruscamente a poca distancia la entrada de la escuela. Estuvo a punto de disculparse hasta que vio quién era.

- Vaya, vaya, miren a quién tenemos aquí.

Había tres sujetos con el uniforme de su escuela frente a él. A dos de ellos no los reconoció, pero el tercero era el mismo del día anterior, el que acompañaba a la tal Mizumachi cuando se encontraron por casualidad en aquella cafetería. Este último lo estaba mirando con una sonrisa que no auguraba nada bueno.

- Tu nombre es... Uesugi, ¿verdad? Qué suerte tengo, esperaba encontrarme contigo para que pudiéramos hablar.

Antes de que Fuutarou pudiese preguntar o decir una sola palabra, uno de los dos secuaces le puso la mano en la boca para evitar que pudiese gritar, mientras los otros dos lo agarraron cada uno de un brazo y se lo llevaron por la fuerza. Trató de forcejear, pero aún con el entrenamiento que había hecho en los últimos meses no pudo competir con la fuerza de los tres al mismo tiempo.

- "Nota mental: tomar más en serio las visitas al gimnasio. Para que esto no vuelva a pasar."

El trío se lo llevó hasta una esquina alejada, fuera de los terrenos de la escuela, y el cabecilla lo estampó contra la pared bruscamente. Aunque le dolió, afortunadamente no se rompió nada y en cuanto pudo, se puso de pie para encararlos.

- ¿Qué les pasa, por qué hacen esto? – les preguntó, tratando de controlar los nervios.

- Tranquilízate. – dijo el líder. – Te dije que solo queremos hablar. O más bien, asegurarnos de que no te vayas de lengua.

- Oye, Tsuji, no seas aguafiestas. – dijo uno de los dos secuaces, tronándose los nudillos. – Déjame tirarle un par de dientes, ¿sí?

- Tal vez un ojo morado o dos. – agregó el otro, pero afortunadamente el líder, que aparentemente se llamaba Tsuji, los detuvo a ambos.

- Nada de eso. – les dijo con tono mandón. – Lo único que quiero es estar seguro de que nuestro amigo no va a ir de chismoso y delatar a Mizumachi por irse de pinta.

Forma del Corazón - Trébol de Cuatro HojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora