Nuevo año, último trimestre

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Día de Año Nuevo...

Navidad vino y se fue rápidamente, y con ella también lo hicieron el resto de días del año. La mañana de Año Nuevo, los hermanos Uesugi se levantaron temprano para ir a hacer sus oraciones al templo local, pedir sus deseos y ver cuál sería su suerte para ese año.

- ¡Mira, Oniichan! – exclamó Raiha alegremente al ver su tarjeta oráculo. – ¡Dice que tendré la mejor suerte!

- Felicidades. – dijo él, mientras observaba la suya. Se sorprendió cuando le salió "Suerte normal"; con todo lo que había pasado en los últimos meses, casi se habría esperado tener mala o incluso la peor. Aun así, esto al menos parecía darle un buen augurio.

Especialmente porque, cuando fueron con sus abuelos a recibir el dinero de año nuevo, los muy mezquinos solo le dieron a Raiha, argumentando que Fuutarou "ya estaba grande y no lo necesitaba". Su único consuelo fue que luego su primo le dijo que a él tampoco le dieron nada, lo que le llevó a sospechar que era una pequeña venganza por dejarlos plantados en Navidad.

- Parece ser que tendremos un buen año, Oniichan. – dijo Raiha, dando saltitos mientras se dirigían hacia el templo.

- Espero que tengas razón. – dijo Fuutarou. Para él por lo menos, el primer trimestre del año auguraba dificultades, por todo el trabajo que tenía que hacer, pero si lo hacía bien, tendría buenas recompensas.

Y hablando de eso...

- ¡Ah, miren, son Uesugi-san y Raiha-chan! ¡Oye, Uesugi-san!

La voz chillona llamándolo rápidamente captó su atención. Tal como se lo esperaba, allí se encontraba no solo Yotsuba, sino el resto de las Nakano, todas ataviadas con sus yukatas. Habría sido una repetición del festival de los fuegos artificiales si no fuese porque todas habían cambiado sus modelos, aunque mantenían un patrón de color similar a la última vez. Como era de esperarse, Raiha apenas las vio salió corriendo para saludarlas, siendo recibida por Yotsuba e Itsuki, que se agacharon para abrazarla. Él la siguió sin demasiada prisa, aunque no podía decir que no se alegrara de verlas.

- Feliz año nuevo, Fuutarou-kun. – dijo Ichika. – Qué gusto encontrarte por aquí.

- Igualmente. – replicó él, tratando de sonreír. – Así que ¿también van a pedir sus deseos para este año?

- Por supuesto, pediremos el mismo deseo que todos los años. – dijo Nino. – ¿No es verdad, chicas?

Todas respondieron afirmativamente. Fuutarou se preguntó qué clase de deseo sería, aunque tenía la ligera sospecha de que podría ser algo como "ser una feliz y unida familia para siempre". Simple y sonaba cursi, pero con lo unidas que eran, no parecía tan descabellado.

- Por cierto, Fuutarou-kun. No nos has llamado ni escrito desde Navidad. – dijo Ichika en un tono ligeramente acusador.

- ¡Es cierto, Oniichan! ¡Y eso que te regalaron un teléfono nuevo, deberías usarlo más! – agregó Raiha.

- En mi defensa, todavía estoy aprendiendo a usar ese aparato. – dijo el chico. – Apenas si ya sé cómo tomar las fotografías, y dónde se almacenan.

- Espero que no hayas borrado las de la fiesta de Navidad, ¿eh? – dijo Nino, cuyo tono acusador era todavía más obvio.

Fuutarou se encogió de hombros; no tenía sentido borrarlas si de todas maneras se las había enviado al resto. Especialmente "aquella" en particular. En realidad, después que se le bajó el coraje por esa trampa del muérdago, no le pareció tan malo y no tuvo ganas de borrarla. En retrospectiva, podía usarla si alguna vez alguien lo acusaba de no haber sido besado bajo el muérdago al menos una vez, como prueba para refutarlo.

Forma del Corazón - Trébol de Cuatro HojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora