Entrenando mente y cuerpo - ¿Este es tu primo?

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Residencia Uesugi, temprano por la mañana...

- Onii-chan...

- Hmmm...

- Onii-chan, despierta.

- ¿Qué pasa...?

Después de lo pesado de las tutorías y los exámenes, aquel fin de semana Fuutarou quiso tomarse unas horas extra de sueño para descansar. Sentía que se las había ganado luego de todo lo que tuvo que hacer para que Yotsuba pasara. Así que cuando Raiha vino a despertarlo antes del amanecer, su reacción natural fue taparse la cabeza con la almohada para ahogar su voz.

- ¡Onii-chan! – protestó la niña. – ¡Muy bien, en ese caso no me dejas alternativa!

Cómo no. Ni aunque le tirasen un balde de agua fría iba a pararse de la cama. Había sido una semana muy pesada para él y se había ganado su merecido descanso. Ni siquiera su dulce hermanita lo iba a sacar de allí.

- No quiere pararse, hazlo tú. – le escuchó decir.

¿A quién le decía eso? ¿A su papá? Que él supiera hoy no estaba trabajando horas extras. Tal vez a su madre, si planeaba sobornarlo con algo para el desayuno...

- ¡UESUGI-SAAAAAAAAAAAAN!

El grito de voz chillona directo a su oído lo sacó de su futón de un salto, y para su sorpresa, ahí estaba Yotsuba, con su sonrisa tonta de siempre. Fuutarou se percató además de cómo iba vestida: se había puesto un suéter deportivo verde con los números 428, con aspecto de haber salido a trotar. Conociéndola, seguramente eso era lo que había hecho.

- ¡Buenos días, Uesugi-san! ¿Dormiste bien anoche?

- Ahora estaría haciéndolo de no ser por ti. – se quejó él. – ¿Qué haces en mi casa tan temprano, y por qué estás vestida así?

- Oh, ¿esto? Bueno, vine porque tú y yo necesitamos hablar de algo muy importante.

...

Unos minutos después, Yotsuba se había sentado junto con los cuatro Uesugi para el desayuno. Raiha compartió su ración con la muchacha, aunque ocasionalmente le robaba a Fuutarou algunos bocados de la suya cuando este se descuidaba, y sus padres, en vez de reclamárselo, se reían de ello, diciendo que tenía que estar más atento.

- Y bien, todavía no respondes a mi pregunta. – le dijo. – ¿A qué se debe que vengas a visitarme tan temprano? Hoy no tenemos nada que estudiar, y si tienes preguntas, podrías haberme mandado un mensaje.

- Bueno, es que me di cuenta de algo el día de los exámenes, ¿sabes? – explicó la chica, sin dejar de sonreír. – En verdad que no tienes aguante físico, Uesugi-san; de no ser por mí hubiéramos llegado tarde.

- ¿Qué sucedió? – preguntó Raiha interesada.

Antes que él pudiera detenerla, Yotsuba ya les estaba relatando cómo sucedieron las cosas, y con lujo de detalles. Por estar hasta muy tarde estudiando la noche anterior, se quedaron dormidos y cuando despertaron, faltaba menos de media hora para que iniciaran las clases, así que tuvieron que salir corriendo casi que con sus panes en la boca para llegar a tiempo. Todos se reían de ello, excepto obviamente él, y mientras los demás seguían hablando, mentalmente hacía una nota de que con su próxima paga se compraría un reloj con alarma para que eso no volviera a suceder.

- Jajajaja, mi hermano nunca ha sido muy atlético. – dijo Raiha. – Apenas sí me puede cargar a mí.

- Eso pasa cuando ejercitas demasiado el cerebro, el cuerpo se te atrofia. – dijo Isanari.

Forma del Corazón - Trébol de Cuatro HojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora