Aguas termales y confusiones - Parte 1

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Hospital de la ciudad, el día después del final del año escolar...

Fuutarou no se imaginó que estaría volviendo a este lugar, sin estar lesionado o enfermo. Tampoco tenía a nadie que debiera visitar; la gente normalmente no iba a un hospital sin tener alguna de esas razones.

El día de la ceremonia de clausura del año escolar, recibió una llamada del señor Nakano por el teléfono de Yotsuba. Obviamente era para confirmar los resultados, y basándose en su respuesta, estaba bastante complacido con el desempeño general de su hija, si bien apenas logró subir el promedio lo suficiente para poder cumplir su objetivo. Siendo ese el caso, y habiendo completado su contrato como tutor, decidió que le daría su última paga personalmente.

Y esa era la razón de estar aquí hoy. Estaba algo nervioso; ya había visto cara a cara al hombre antes, y en ese momento no tenía idea de quién era, pero ahora sí. Respirando profundamente, se acercó a la recepcionista de turno.

- Buenos días. – saludó para llamar su atención. – ¿Se encuentra el director, el doctor Nakano? Me pidió que lo viniera a ver hoy para hablar de algo importante.

- ¿Eres el joven Uesugi-kun? – preguntó la recepcionista, a lo cual Fuutarou respondió enseñándole su identificación de estudiante. La mujer asintió, y pulsó el intercomunicador. – Doctor Nakano, el joven que estaba esperando acaba de llegar.

- Entiendo. Envíalo a mi oficina de inmediato, por favor. – respondió un tono monocorde, casi robótico, desde el otro lado de la línea.

- Sí, doctor. – La recepcionista cortó comunicación, y sacó un gafete para visitantes poniéndoselo en el bolsillo de la camisa. – La oficina del doctor Nakano está en el último piso, al final del lado izquierdo saliendo del elevador. No tiene pérdida.

- Muchas gracias. – Fuutarou hizo una breve reverencia y comenzó a caminar hacia el elevador.

El lugar estaba extremadamente silencioso aquel día; apenas se veían algún que otro miembro del personal caminando por el corredor. No había prisas, al parecer no estaban atendiendo emergencias en aquel momento, y por eso estaba tan tranquilo. Pero para ser honesto, tanta tranquilidad le estaba resultando algo... escalofriante.

Al llegar al final del corredor, miró la puerta de la oficina donde estaba la placa con el nombre. Estaba a punto de tocar, pero un pensamiento le hizo detenerse momentáneamente. Si era para entregarle su paga final por el contrato, bien podría habérsela enviado con Yotsuba como de costumbre. Fuutarou tenía el presentimiento de que el señor Nakano querría hablar con él de algo más. ¿Tendría quizás alguna queja? ¿O sería algo no relacionado con su trabajo, sino más bien con alguna de sus hijas? ¿Posiblemente no era de Yotsuba, sino de Ichika?

- "No lo sabrás si te quedas aquí parado como idiota." – se dijo mentalmente, para luego golpear leve, pero audiblemente la puerta.

- Adelante. – respondió la ya familiar voz del otro lado. Suspiró profundamente antes de coger la manija y girarla para ingresar.

- Con permiso.

La oficina era lo que cabía esperar de un director de hospital muy adinerado. Era bastante espaciosa, con varios sillones mullidos alrededor de una mesa adornada con un florero, estantes que parecían hechos de madera fina y cara repletos de libros, y al fondo estaba el escritorio enfrente de unos grandes ventanales que ofrecían una gran vista de la ciudad.

Pudo ver que la silla de dicho escritorio estaba ocupada en ese momento, dándole la espalda. Pero cuando se acercó lo suficiente, se giró y entonces vio frente a frente al señor Nakano. Pese a ya haberle visto la cara antes, fue como si se encontraran por primera vez, con ese semblante frío e inexpresivo que resultaba bastante intimidatorio.

Forma del Corazón - Trébol de Cuatro HojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora