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La imagen del rubio viene a mi mente, despierto sobresaltada mientras evito revivir de nuevo esa pesadilla. No sé cuánto tiempo llevo dormida, en cuanto Liam salió de la habitación me tumbé y no recuerdo nada más. Echo un vistazo a mi alrededor, por la ventana aún entra mucha claridad, dudo que en este sitio se haga de noche. Algo encima de la silla que hay en la habitación llama mi atención. Me levanto con cautela y me acerco hasta poder ver mejor algo de ropa, acompañada de una nota.

«Siento no poder estar cuando despiertes, me requieren para una misión. Cámbiate de ropa y date un baño, pareces salida de una peli de terror. Ya me contarás qué pasó en la tierra, antes de llegar aquí.»

Te quiero.
Liam.

Inconscientemente sonrío, hasta hace poco no sabía que necesitaba tanto un hermano, al menos no hasta que ha aparecido él. Miro mi ropa rasgada y la sangre seca que la adorna, siento un revoltijo de emociones al recordar que Jace ha muerto, dejándome el corazón aún más roto. Las lágrimas amenazan con salir, pero no sé lo permito, antes de romperme más me dirijo al pequeño baño que tiene la habitación y me dispongo a darme una ducha.

Tardo como media hora en conseguir borrar todo rastro de sangre sobre mi cuerpo, pero al final lo consigo. Me pongo la ropa que me ha dejado mi hermano, es muy blanca para mí gusto, pero no creo que aquí varíen mucho de color. Una vez lista salgo de la habitación encontrándome con el pasillo desierto, cosa que agradezco ya que no conozco a nadie más que a Dylan y Liam. Trato de no perderme mientras hago memoria y recuerdo el camino hacia el salón. Cuando visualizo sus puertas no dudo en entrar dejando ver a un grupo de personas sentadas en la gran mesa redonda.

-¡Tara!- exclama Dylan sorprendido por mí presencia -Pensé que dormirías dos días enteros-

-No me vendría mal- comento acercándome hasta la mesa -¿Liam sigue de misión?-

-Sí, seguramente hasta la noche no vuelva- agrega mi amigo ofreciéndome el sitio a su lado -Come algo-

Tomo asiento al lado del pelinegro mientras siento como los demás me observan, sigo siendo el bicho raro de todos lados.

-Presentanos a la nueva, Gaylan- dice un chico pelirrojo mientras se ríe con sus amigos.

-¿Cómo le acabas de llamar?- pregunto mientras doy un sorbo a la taza de café que me ha servido Dy.

-Gaylan- agrega el chico volviendo a reírse -¿O prefieres que le diga marica?-

Dejo la taza de café en la mesa, Dylan tiene agachada la cabeza y no deja de susurrarme que lo deje pasar, es una pena que no pueda hacerlo. Sonrío de lado cerrando los ojos durante unos segundos, enseguida siento mi esencia demoníaca despertar y como cambio. Al abrirlos todos se han quedado en silencio, y bastante sorprendidos. Con un movimiento de manos hago levitar la jarra con café aún caliente, sin reparar en lo que voy a hacer, se lo dejo caer encima al pelirrojo. Enseguida el chico salta de su sitio quejándose y tratando de que el líquido no le queme la piel.

-Vuelve a decirle así y la próxima vez no lo cuentas- escupo mirándolo desafiante.

Los amigos del pelirrojo lo agarran para que no se lance hacia mí y a duras penas lo sacan del lugar, ahora solo quedan unas pocas personas que me miran con sorpresa.

-Estás mal de la cabeza- se queja Dylan soltando un bufido.

-En realidad ha sido marvailloso- la voz de una chica llama mi atención -Soy Aisha, encantada-

-Tara- me limito a decir estrechando la mano de la rubia.

-Ya era hora de que alguien le plantata cara a Adam-  agrega la chica sonriendo triunfante.

𝑺𝒑𝒆𝒄𝒊𝒂𝒍 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅 (𝑱𝒂𝒄𝒆 𝑯𝒆𝒓𝒐𝒏𝒅𝒂𝒍𝒆)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora