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Desde que me adentré en el mundo de las sombras nada me ha sorprendido más que la ciudad de huesos. El sitio es enorme y muy lúgubre, algo que en parte me aterra, pero a la vez me da paz. No sé exactamente cuánto tiempo llevo encerrada, los miembros de la clave nos metieron a Jace y a mí en celdas contiguas. Lo único que puedo hacer aquí dentro es dar vueltas por el poco espacio que tengo o sentarme mientras tarareo alguna canción. El rubio no ha dicho ni una palabra desde que salimos del loft de Magnus y yo simplemente le doy su espacio, tenemos que asimilar todo lo que nos está pasando.

-Jace, Tara- la voz de mi amiga hace que me sobresalte.

Me levanto de golpe y acorto la distancia que hay entre mí y las rejas de la celda. Mi vista viaja por todo el pasillo hasta que veo la cabellera pelirroja de mi amiga acercándose hacia donde estoy.

-Clary- susurro sonriendo levemente -¿Qué haces aquí?-

-Necesitaba saber que todo iba bien, aún no me creo que estéis aquí- dice ella agarrando mi mano entre las barrotes -¿Y Jace?-

Con un movimiento de cabeza le señalo la celda de mi derecha, ella enseguida se asoma y sonríe al verlo. El rubio al percatarse se acerca hasta los barrotes y le reprocha que no debería estar aquí abajo, desde luego su comportamiento ha cambiado notablemente, no parece contento.

-¿Cómo está Alec?- es lo único decente que se digna a preguntar.

-Él está bien, ha vuelto al instituto- explica Clary.

-Eso mismo deberías hacer tú- suelta de repente Jace haciendo que yo frunza el ceño -Ninguna de las dos debería estar aquí, no podéis estar cerca de mí, soy un monstruo-

-Wayland, como no te calles te juro que cuando salga de aquí te mato- espeto molesta al escuchar sus palabras -Que yo recuerde no has matado a nadie, sin embargo yo sí, y no de la mejor manera-

-Eso también fue mi culpa, solo intentabas protegerme, no deberías haberlo hecho- añade él en forma de reproche.

-Chicos...- susurra Clary sin saber que hacer.

-Nada de esto es tu culpa Jace, tú no lo entiendes- comienzo a decir apretando ambos puños -No sé si estás ciego o tonto, si te protejo es porque me importas-

-No siempre vas a poder ser la heroína Tara, no siempre vas a estar- vuelve a decir medio susurrando -Deja de pretender salvar a todo el mundo, mejor sálvate a tí misma-

La conversación se está yendo por las ramas, tanto que me he limitado a no responder y me he sentado en un rincón. Todo esto me duele, él no entiende lo que siento cuando lo veo herido o en problemas. La necesidad de protegerlo crece cada vez más, porque mis sentimientos están ahí, es lo único que me queda de mi parte humana y eso a él parece darle igual. Clary intenta hablar con él pero es en vano, así que básicamente un hermano silencioso la acaba echando. De nuevo me encuentro sola sentada en el frío suelo de esta maldita celda, la compañía del rubio ahora mismo no es para nada grata así que decido tumbarme y dejar que el cansancio acabe conmigo.

Unos pasos se acercan hasta mi celda haciendo que me sobresalte, al verlos allí mirándome fijamente siento como mi corazón da un vuelco. Izzy tan resplandeciente como siempre me regala una gran sonrisa. Ambos empiezan a preguntarme cómo estoy, y me prometen sacarme de aquí, pero algo va mal. Mientras camino hacia los barrotes algo dentro de mí pide sangre, mi parte demoníaca empieza a despertarse sin poder evitarlo. Intento gritarles que se aparten, que corran, que se salven, pero nada de lo que hago resulta efectivo. La voz no me sale, es como si otra persona me estuviera controlando. Lo peor de todo es que no puedo obligarme a no mirar, así que sin piedad degollo a mis dos primos. Sus cuerpos sin vida caen al suelo con un golpe sordo y es ahí cuando reacciono.

𝑺𝒑𝒆𝒄𝒊𝒂𝒍 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅 (𝑱𝒂𝒄𝒆 𝑯𝒆𝒓𝒐𝒏𝒅𝒂𝒍𝒆)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora