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El silencio se ha instalado en el despacho de Raziel, lo único que se escucha es el tarareo incesante de la niña, algo que hace que mi paciencia se agote poco a poco. Todo alrededor de ella tiene un aura oscura, su mirada, como habla, la forma en la que actúa, y eso que sólo tiene 10 años escasos. El gran ángel tiene unos papeles entre manos, los ha leído una y otra vez para después dejarlos reposar frente a mí. Frunzo el ceño agarrando los documentos, todo está en latín, por suerte sé traducir algunas partes.

Mis ojos se abren como platos al leer algo sobre servir a la causa. Dejo los documentos sobre la mesa y me cruzo de brazos mirando a Raziel.

-¿Qué significa esto?- pregunto haciendo una mueca.

-Creo que es fácil de entender- comenta Raziel agarrando los papeles.

-¿Me tomas por tonta?- cuestiono molesta -Después de encerrarme aquí, ¿Crees que voy a trabajar para tí?-

-Me temo que no tienes más opción- explica el ángel sonriendo levemente -Eres muy poderosa Tara, te necesito a mi lado cuando todo se salga de control. La paz entre el submundo y el cielo no durará para siempre-

-Te recuerdo que tengo amigos del submundo, y además, yo pertenezco en parte a el- digo soltando una carcajada -No te voy a dar el placer de matar a mi gente-

-¡Ellos no son tu gente!- exclama el ángel molesto -Tú pertecenes al cielo, y déjame decirte que aquí permanecerás de por vida-

-No puedes hacer eso- espeto levantándome de golpe -Sabes que tarde o temprano encontraré la forma de salir. Esa maldita barrera no me lo va a impedir, ni tú, ni nadie-

-Pequeña, ¿Aún no lo entiendes?- pregunta soltando un suspiro -No tienes elección, estás conmigo o estás contra mí. ¿Qué decides Tara?-

Me quedo mirándolo fijamente durante unos segundos, se cree que conmigo tiene alguna oportunidad, cuando no es así. Agarro los documentos que me ha entregado antes y una pluma que hay sobre su escritorio. Hago el amago de firmar los papales, de reojo veo como sus ojos se iluminan. Sin dudar ni un segundo, clavo la pluma en medio de los papeles y la desplazo por encima rasgando los por completo.

-Púdrete- escupo sonriendo falsamente.

Raziel aprieta la mandíbula y se levanta bruscamente, los guardias de la puerta se ponen en posición de ataque, pero él los detiene. El ángel mira hacia la esquina del despacho, donde su hija tararea mientras dibuja.

-Olivia- su padre llama su atención -Ya sabes que hacer-

La niña se levanta sonriendo ampliamente, como si su padre le hubiera prometido un montón de gominolas. En cuanto Olivia se acerca a mí, retrocedo inmediatamente, puede que tenerle miedo a una niña de 10 años no sea mi estilo, pero como ya he dicho, ella no es una niña normal. La pequeña se detiene a unos pasos de mí, sus ojos se vuelve rojos, algo que nunca había presenciado en nadie. Comienzo a notar como me falta el aire, sin ni siquiera tocarme me está asfixiando. No sólo es la falta de aire, la quemazón en mi cuello me hace soltar un quejido. Caigo de rodillas al suelo, a estas alturas lágrimas ruedan por mis mejillas.

-Creo que ya ha tenido bastante- oigo decir a Raziel -Muy bien hija mía, puedes retirarte-

En cuanto la niña deja de mirarme, mi cuerpo intenta obtener oxígeno de forma desesperada. Raziel le dice algo a sus guardias que no logro entender, siento como estos acortan la distancia y me apresan, haciendo que me levante bruscamente.

-Espero que después de esta demostración te haya quedado claro que contra mí no tienes nada que hacer- espeta el ángel haciendo una última señal a sus hombres -Llevadla a su habitación-

𝑺𝒑𝒆𝒄𝒊𝒂𝒍 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅 (𝑱𝒂𝒄𝒆 𝑯𝒆𝒓𝒐𝒏𝒅𝒂𝒍𝒆)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora