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Escucho algo de alboroto tras la puerta de mi habitación, sea quién sea, parece ansioso. En otro momento trataría de averiguar quién es, pero no tengo ánimos ni para levantarme de la cama. Han pasado al menos dos días desde que hablé con Ethuriel y me contó lo del rubio. Mi cabeza no deja de divagar entre las miles de cosas que pueden estar saliendo mal mientras yo estoy aquí encerrada. Mi único consuelo ha sido Ezequiel, quién se ha tirado horas y horas hablando conmigo para distraerme. Ese niño se ha ganado el cielo, pero no este tipo de cielo.

El sonido de los cerrojos llaman mi atención, uno a uno se van retirando hasta que la puerta se desbloquea. Me incorporo sobre el colchón con mi mirada fija en la madera blanca que me ha mantenido cautiva durante tanto tiempo. En cuanto la puerta se abre, un apresurado Liam entra en la habitación buscándome con la mirada. Su vista se dirige hacia mí, al ver mis pintas su cara cambia a una de total horror.

-Hermanita...- murmura acercándose hasta donde estoy.

Los brazos de mi hermano me rodean, me permito soltar un suspiro de alivio mientras hundo mi cara en su pecho, lo necesitaba.

-¿Qué haces aquí?- pregunto a duras penas.

-He venido a por tí, Raziel te ha levantado el castigo- explica Liam acariciando mi rostro -Tengo permiso para llevarte al comedor y que te alimentes-

-Vaya, yo que quería seguir con mi operación bikini- digo soltando una risa sarcástica.

-No cambias eh- la voz de Dylan llama mi atención, el pelinegro está en la puerta, observando nos.

-Dydy- digo sonriendo levemente.

Me levanto con ayuda de mi hermano, mi mejor amigo enseguida se acerca a mí para abrazarme.

-Te he echado de menos- susurra mientras me abraza -Ahora debes reponerte, Raziel quiere verte dentro de media hora-

Hago una mueca al escucharlo, el ángel no se va a cansar y yo no voy a ceder, que el juego prosiga. Caminamos hasta el comedor, como siempre, las miradas curiosas se posan en nosotros. Cuando llegamos a la gran sala, Aisha está preparando un buen banquete de desayuno.

-¿De quién es la boda?- pregunta mi hermano de forma divertida.

-Si no tardáis mucho, vuestra- dice la chica mirando a Dylan y mi hermano.

Ambos se ponen nerviosos y comienzan a mirar alrededor, no pueden hacer público su romance, las reglas se lo impiden. Nos sentamos a la mesa mientras ellos me ponen al día, a pesar de no haber comido durante un buen tiempo, mi apetito no es muy grande.

-Tara, tengo un mensaje de Ethuriel para tí- dice de repente Dylan sacando de su bolsillo un papel bien doblado.

Lo agarro y desdoblo con cuidado, la caligrafía del ángel es muy bonita y está bien cuidada.

Si recibes este mensaje, eso quiere decir que Raziel ha dado su brazo a torcer. Siento no haber podido hacer más, estoy muy limitado. A parte de eso, quería decirte que las cosas en la tierra han ido a mejor, han conseguido salvar a tu amigo.

Hay algo que no sabes del cielo, el tiempo es más relativo de lo que crees, mientras aquí pasan días, en tierra pueden ser meses. Si consigues bajar, puede que te encuentres todo muy diferente, no dejes que eso te afecte o Raziel habrá ganado.

Espero que todo salga bien Tara.
De tu amigo Ethuriel.

Sonrío con algo de alivio mientras arrugo el papel, los chicos me miran esperando que les cuente, así que procedo a decírselo.

-¿Entonces han pasado meses ahí abajo?- pregunto algo confundida.

-Sí, llegaste aquí hace semana y media..- comenta Dylan echando cuentas -Eso son casi dos meses en la tierra-

𝑺𝒑𝒆𝒄𝒊𝒂𝒍 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅 (𝑱𝒂𝒄𝒆 𝑯𝒆𝒓𝒐𝒏𝒅𝒂𝒍𝒆)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora