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—Seré completamente cuidadoso, Samay.— Dijo Haniel elevando sus brazos viéndome con toda la emoción del mundo.— Sabes que siempre que volamos yo te sostengo como todo un héroe.

—Deberías hacerle caso, hoy no tengo la fuerza suficiente como para cargar tú lindo culo por los aires.— Dijo Deva entrando a la sala donde nos encontrábamos con un pan en su boca y viéndonos con fastidio.

—¿En serio quieren volar hasta la escuela?— Pregunté exaltada sentándome en el mueble y cubriendo mi rostro con mis manos.— Podemos ser unos ángeles malditamente normales e ir en el maldito bus como todos.

—¡Lenguaje!— Gritó Haniel tapándome la boca y viéndome horrorizado y Deva le lanzó el pan en la cara.

—Nos aburrimos en el bus, y no somos muy buenos socializando que digamos, Samay.— Dijo Deva colocándose su chaqueta y luego viendo a Haniel.— Y tú deberías de dejar de ser tan delicado y dejarnos ser, así que abre tus malditas alas y volemos hasta allá, porque llevamos diez minutos de retraso.

Haniel suspiró derrotado y yo no tuve más opción que tomar mi chaqueta y salir de mi casa junto a ese par de locos. Nuestro equipaje lo habíamos enviado en el bus del colegio, lo bueno es que teníamos la opción de volar hasta allí, pero en el bus era más rápido ya que sólo te subías y llegabas en un minuto por la magia de los conductores. Pero como yo tengo dos amigos que son amantes al aire y sus alas, decidieron volar sólo para ver el gran colegio desde la altura.

Estaba asustada, siempre me asustaba volar con ellos, y más si iba con Deva, porque ella era una loca en los aires, y sus alas blancas siempre iban a gran velocidad y terminaba lanzándome haciéndome creer que había perdido la fuerza, pero sólo lo hacía para asustarme y luego Haniel me atrapaba, aunque ya estaba acostumbrada a ese tipo de juegos.

Me detuve al frente de ellos, esperando que terminaran de arreglar sus cabellos, porque eran demasiado místicos con su apariencia. Deva era morena y su cabello era negro con destellos azules, y sus ojos de un color verde profundo, y Haniel era increíblemente blanco, cabello negro y ojos verdes brillantes, eran bastante atractivos, y nos conocíamos desde pequeños porque éramos vecinos, y siempre estábamos juntos para todas las cosas que hacíamos, éramos inseparables.

Aunque los tres éramos muy diferentes, Deva era una loca, una completa loca y una gran amante hacía el mismo género femenino, no podía ver a una chica con sus alas extendidas porque ahí mismo quería correr hasta ella y volar a su lado hasta lograr que la chica aceptara una cita con ella, pero siempre terminaban rechazándola. Haniel era muy organizado, delicado y bastante educado, pero cuando nos juntábamos, su locura llegaba al mismo nivel que Deva.

Y yo era un ángel que aún no podía volar.

Aunque decían que era normal, que siempre llegaría nuestro momento, pero ya tenía 17 años y no podía extender mis alas y volar porque ellas simplemente se quedaban inmóvil, y mis padres decían que no era su momento, que sólo debía ser paciente, y la paciencia no era algo que estaba en mi diccionario.

—Ven.— Dijo Haniel viéndome con una sonrisa divertida y Deva con su típica mirada maliciosa.

Las grandes alas blancas de Deva se extendieron rápidamente y salió volando primero, y yo no tuve ni tiempo cuando Haniel me tomó por detrás y salimos volando por los aires a una gran velocidad.

Me aferré con fuerza de sus manos, y los gritos de Deva se escuchaban desde lejos.

—¡Haz esto!— Gritó ella mirándonos y dando un giro rápido y volando más alto.

—Por favor Han, no lo hagas...— Supliqué horrorizada.

—Sólo disfruta, Samy.— Dijo él con risa y yo sólo cerré mis ojos con fuerza sintiendo la fría brisa golpear mi rostro.

ÁNGELESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora