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Deva y Haniel no paraban de darme vueltas por los aires con una emoción radiante, les había dicho que mis alas ya tenían vida propia, a lo que ellos no pararon de darme besos en todo el rostro y abrazarme con fuerza.

Nos encontrábamos en la entrada de Lysengler esperando a Uriel que él fue a buscar algo en su dormitorio que se le había olvidado, y Circe estaba a nuestro lado mirando a los ángeles volar hasta sus casas.

Al fin el par de locos me soltaron, pero antes de hacerlo los dos me dieron un gran beso en cada mejilla y solté una risita por lo bajo.

—Estoy tan emocionada.—Dijo Deva respirando hondo con una sonrisa en su rostro y Haniel asintió frenéticamente.

—¡Es increíble!—Exclamó Haniel dando aplausos y Circe me miró con una sonrisa cómplice.

—Así me sentí al saber que volaba.—Suspiré y cuando ellos voltearon a la entrada para ver a Uriel venir hacía nosotros, miré a Circe y le guiñé el ojo.

—Ya nos podemos ir, chicos.—Dijo Uriel extendiendo sus alas y todos lo hicimos y salimos volando hasta la casa de Haniel.

Era increíble volar, sin duda alguna me había perdido de mucho. Los cinco volamos a gran velocidad hasta la casa de Haniel y llegamos luego de cinco minutos.

El suelo solía temblar cuando Circe aterrizaba con fuerza y todos nos volteamos a verla y ella alzó sus hombros con una mueca de disculpa.

—Vengan, mis padres están en la casa de mis abuelos y no saben que vendría hoy.—Dijo Haniel abriendo la puerta de su casa y lo seguimos.

La casa de Haniel era de dos pisos, no muy grande, pero si acogedora, él subió las escaleras y todos lo seguimos hasta su habitación, y una vez al estar dentro él cerro la puerta y caminó rápido hasta su cama y se arrodilló buscando algo debajo de ella.

—¿Qué buscas, bebé?—Preguntó Deva viéndolo con intriga y Haniel se levantó y sonrió enormemente.

—Esto.—Mostró un anillo dorado y luego se lo colocó y respiró hondo.—Póngase detrás de mí.

Le hicimos caso y luego Haniel respiró hondo y con su mano comenzó a hacer un círculo extraño, y chasqueó sus dedos y un gran aro blanco mostrando un callejón oscuro y repleto de botes de basura apareció delante de nosotros.

—Entren.—Ordenó Haniel y la primera en entrar fue Deva y luego la seguí.

Me volteé y Uriel salió, luego lo siguió Circe y finalmente Haniel y con su mano desapareció el portal.

Cleveland, Estados Unidos.

Era de noche, Haniel miró su muñeca y miró la hora, era un reloj que marcaba la hora exacta cuando estábamos en el bajo mundo, y cuando estábamos en el nuevo mundo, cambiaba de inmediato.

—Son las 8:16pm.—Dijo Haniel.

—No sé si la cafetería estará abierta.—Murmuró Uriel pensativo.—Pero vamos.

Cuando salimos del callejón vimos varios carros pasar y personas caminar, y todos evaluamos la vestimenta de la persona, y Circe nos hizo desaparecer haciendo que cambiáramos nuestra vestimenta como la que usaban los humanos, porque la de nosotros parecía muy rara en comparación a las de los humanos, y si nos veían así, sería un tanto fastidioso soportar que nos vieran extraños.

Una vez que cambiamos la vestimenta, Circe desapareció su aura negra, y finalmente comenzamos a caminar.

—Los humanos no cuidan su mundo ¿O qué? ¡Huele feo!—Exclamó Deva tapándose su nariz y era cierto, olía feo, pero era porque estábamos pasando por un camino donde habían personas que vestían con ropa desgastadas y otras dormían en el suelo con un cartón debajo de ellas.—Creo que ellos no tienen casa.

ÁNGELESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora