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—Volveré a mi habitación.—Comentó una vez que se terminó de colocar la pijama que le había dado.

La miré con el ceño fruncido aún cuando ella no me veía a mí porque estaba de espaldas caminando hasta el perchero y colgando la toalla ahí.

—Pensé que dormirías aquí.—Dije y se volteó a verme y negó lentamente.

—Me gustaría, pero recuerda que todas las mañanas un ángel de seguridad va a nuestros dormitorios a llevarnos el desayuno y chequear que estemos allí.—Murmuró acercándose un poco en una distancia considerable.—Puedo venir en la noche después de la cena.

—Está bien.—Murmuré.

—Descansa, Samay.—Se acercó a mí y dejó un suave beso en mi mejilla y su mano derecha subió hasta mi cabello y llevó un mechón de el detrás de mi oreja y me sonrió.

—Descansa, Circe.

Ella me miró una última vez y desapareció en un abrir y cerrar de ojos. No iba a negarlo para nada, pero quería tener ese poder de desaparecer y aparecer las veces que se me diera la gana, le tenía envidia de la buena a Circe por eso.

Al siguiente día fue lo mismo, la misma rutina por las mañanas, desayunar junto a Deva mientras comentábamos lo aburrido que era estar encerradas. Cuando se hizo mediodía también sucedió lo mismo, nos llevaron la comida y un par de postres que habíamos pedido, y luego en la tarde uno de los de seguridad tocó la puerta y Deva fue la primera en levantarse para ir corriendo.

Odio sentirme como en una cárcel.

Deva cerró la puerta y regresó hasta el balcón donde nos encontrábamos mirando la tarde caer, la vi sentarse al lado mío y noté que tenía un libro de magia en sus manos.

—¿Tú queriendo aprender magia?—Pregunté con ironía y Deva sonrió divertida y negó.

—Es para ti.—Me dijo entusiasmada y la miré confundida, luego giró los ojos y se acomodó en la silla viéndome con atención.—Antes de lo sucedido vi este libro en la biblioteca, y hay una página donde habla sobre como aparecer objetos o ángeles en el lugar en el que estás, sólo debes seguir los pasos que indican, pero es una magia muy difícil, lo he intentado y no funciona conmigo.—Explicó.—Quiero que lo intentes y ver si funciona traer a Haniel a nuestro dormitorio.

—¿Ahora?

—¿Estaría mal?

—Si funciona y lo traigo, me dará miedo de que regresarlo antes de la cena no funcione, recuerda que los de seguridad chequean nuestros dormitorios una última vez cuando nos llevan la cena.—Dije.

—Después de cena.—Acordó y me extendió el libro.—Pero léelo mientras tanto para cuando llegue el momento no se te olvide nada, es la página 516.

Asentí y tomé el libro buscando la página.

En el transcurso de la tarde leí como debía hacer el truco de magia, no se veía difícil, sólo que debía usar una gran fuerza mental y unos movimientos extraños con mi mano izquierda y luego derecha mientras repetía unas extrañas palabras en mi mente.

Cuando la noche llegó, cenamos y luego cerramos el balcón y nos colocamos en medio del dormitorio, Deva me veía con atención y con cierto entusiasmo para hacer el truco de magia.

—¿Lista?—Me preguntó.

—Eso creo.—Respondí asintiendo y ella bufó.

—¿Qué van a hacer?—Escuchamos la voz de Circe desde la puerta del baño y Deva dió un salto al escucharla.—Lo siento, no quería asustarte.—Dijo viendo a Deva con vergüenza.

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