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Mis ojos se abren somnolientos mirando al techo de mi habitación, tenía una inmensas ganas de seguir durmiendo pero debía levantarme para ir a la primera clase y miré el reloj que estaba colgado en la pared de al frente, y tenía una hora para alistarme.

Sentí una mano en mi cintura abrazándome y noté que era Circe, por un momento se me había olvidado que había dormido conmigo.

Maldición, ¿Es qué acaso este ángel podía ser más perfecto?

Su respiración era tranquila, y sus mejillas estaban ruborizadas, sus labios seguían siendo increíblemente rojos y tenía varios mechones de su cabello blanco caer por su rostro. Ella se removió un poco a mi lado y soltó un pequeño gruñido.

Pero traté de levantarme con cuidado, pero esa loca me atrapó por la cintura y me pegó a ella con firmeza, Circe seguía dormida, pero su cuerpo estaba en modo automático.

—Circe, debo levantarme.—Le susurré aunque estaba de espalda a ella, y su rostro estaba en mi cuello.

—Mm.—Ronroneó y me causó risa.

—Ya loca, suéltame.—Murmuré viendo a la cama de Deva, y por suerte seguía dormida mientras roncaba, porque si me veía así con Circe, mínimo pegaría un grito horrorizado y me diría que soy una traicionera.

—Silencio.—Murmuró con su voz ronca más de lo normal.

—Mi marido puede llegar en cualquier momento, y si nos ve así podría matarnos a las dos.—Dije en un tono dramático para que me creyera, amanecí divertida.

—¿Tú marido?—Preguntó aún dormida y yo tuve que reprimir mi risa.

—Sí Circe, en serio me encantó lo que hicimos anoche, pero debes irte.—Murmuré y sentí como aflojaba su agarre de mi cintura y aún con sus ojos cerrados hizo un puchero molesta.

—Ya cállate.—Y colocó su mano en mi cara con fastidio.—Eres pésima en la cama, me voy.

Tuve que golpear su pecho fingiendo estar ofendida y ella abrió sus ojos y casi pero casi me quedo sin aire.

Sus ojos parecían el cielo, y hablo en serio, quizás era una mezcla del color del cielo y otra mezcla de un azul celeste brillante.

Deva sin duda disfrutaría mucho si Circe le llegara a prestar atención.

—¿Cómo puedes decir qué soy mala en la cama?—Pregunté fingiendo molestia y llevándome mi mano a mi pecho y ella pasó sus manos por su cabello y suspiró.

—Malísima.

—Ya vete, espía.—Dije señalando la puerta.—Eres la peor amante que he tenido en toda mi vida.

Ella me miró con una cara que decía a kilómetros "¿Lo dices en serio, loca?"

Yo me levanté de la cama, pero abrí mis ojos sorprendida al sentir como su mano nalgueó mi trasero con fuerza haciendo que mi piel palpitara de inmediato y que seguramente había dejado su mano marcada allí.

Me volteé a verla estupefacta y ella sólo se levantó y caminó hasta la cama de Deva acostándose a su lado y abrazándola por la cintura.

¡Me hizo caso! ¡La loca refinada me hizo caso!

Me acosté en mi cama nuevamente pero muy atenta viendo hacía la cama de Deva, y tuve que hacerla despertar con mi poder.

Deva abrió sus ojos lentamente y estiró sus manos un poco, pero luego frunció el ceño y volteó lentamente a su lado para ver a Circe.

ÁNGELESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora