✮Capítulo 33

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Niños, nuevas familias.

—Señorita Banks, ¿Puede responder mi pregunta?

Habla el hombre vestido de negro, con una libreta en su mano, que me interroga en mi propia oficina.

Al despertar lo primero con lo que me encontré fue con la visita de un detective de homicidios de la cuidad. No comprendía muy bien a que se debía su visita hasta que comenzó a hacerme preguntas de la noche en el restaurante donde los abusadores intentaron propasarse.

—Ya le respondí detective.

Respondo gélida, no me agrada en lo más mínimo la actitud de este hombre.

—No le parece muy sospechoso, usted tenía un proceso legal contra los señores Robinsón. Los directores y productores mas importantes de Hollywood, usted perdió y ellos aparecen muertos.

Cuando este hombre, entró a mi casa esta mañana con semejante noticia me tomó por sorpresa. Nisiquiera sabía que el fallo del proceso había salido ya

Lo que más me aterra es que todos los hombres que estuvieron en esa cena y que intentaron propasarse con nosotras, ahora estén muerto.

—Le repito, nisiquiera sabía que había perdido el fallo. Además ¿Cree usted que yo pude hacer eso a unos hombres tan grandes y fuertes?

—No lo se señorita, pero el video que circula de usted atacando a otro impecable hombre me da mucho que pensar.

Me da una mirada seria.

—Que ridiculez.

—También está el hecho de que usted puedo contratar a un asesino para que haga su trabajo sucio.

Lo miro ya indignada.

—¿Esta acusando a mi clienta? —Mila entra a salvarme de la mirada acusadora de este hombre.

—No. Solo son preguntas de rutina.

—Más le vale, porque estaría usted incurriendo legalmente. Ya mi clienta le dijo que anoche estuvo con su familia aquí. No regrese si no trae una orden.

Mi amiga le señala la puerta al tipo, que se reincorpora no muy feliz y camina a la puerta. La empleada lo acompaña hasta que finalmente se marcha.

—Gracias Mila.

Enciendo el computador y busco la noticia, las imágenes hacen que las náuseas aparezcan en mi. Los tipos están en el suelo llenos de sangre, algunos tienen las extremidades cortadas y otros un agujero en la cabeza.

Se me retuerce el estómago solo con ver las imágenes. Los comentarios dicen que es un ajuste de cuentas, otros lamentan la pérdida de tan talentosos sujetos y otras personas afirman que pertenecían a un clan clandestino de prostitución, donde forzaban a chicos y chicas que querían entran en el mundo de la actuación.

Mi amiga se acomoda de pie en mi espalda y niega observando todo, mientras lee el artículo en voz alta.

—¿Como carajos ese detective puede creer que América o tu pudieron hacer esto?

—No lo se Mila —apago la pantalla. —. Pero te garantizo que no me duele ni me afecta su muerte, por el contrario me alegra, una escoria menos en el mundo.

—Amiga, sinceramente es algo fuera de este mundo, que horror.

Caminamos al comedor, donde Emily ya nos espera, devora toda la comida que mi chef preparo, y sonrie al vernos. Nos acomodamos a su lado y comenzamos a comer.

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