Capítulo 17: La belleza que escondes

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Capítulo 17: La belleza que escondes

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Capítulo 17: La belleza que escondes

La falta de amor propio alimenta tus miedos; por eso no tienes que intentar ser más valiente, sino quererte más.

Anónimo

Pov Rose

Los sentimientos eran complicados y yo lo sabía de antemano. Por eso me obligué a ser más dura conmigo misma y a apartar todo aquello que me provocara caer en esa debilidad. ¿Realmente los sentimientos eran una debilidad? Claro que sí, sobre todo si Scorpius Malfoy tenía que ver con ello. Desde el accidente, la relación entre nosotros se había convertido en una lucha de voluntades en el que el ganador conseguía una disputa más para la colección, a veces Malfoy cambiaba completamente y me mostraba aptitudes que me confundía y me hacían pensar que no todo estaba perdido, que aún había esperanza por lo menos para volver a tener la misma amistad que antes, pero luego su boca me atacaba sin piedad y todo lo que conseguía lo echaba a perder en cuestión de segundos. Y eso era lo que ocurría en este preciso momento: Scorpius Malfoy molestaba mi perfecta concentración mientras intentaba ensayar la coreografía con Nocturn para mi presentación de doma clásica.

Weasley, tengo calor y si me deshidrato será por tu culpa—Insinuó Malfoy aparentando ser digno de lástima.

Lo ignoré porque conocía exactamente lo que planeaba hacer. Quería desconcentrarme que perdiera el control de mis emociones y no lo iba a conseguir. Desde de que se cayó, me lo prometí a mí misma, nada de dejarse llevar por provocaciones, nada de perder los nervios, nada de desconcentrarse, aunque Malfoy se subiera la camisa y enseñara esa piel blanca como el mármol y que parecía estar cincelada por los mismísimos dioses. ¿Espera, qué? ¿Malfoy, de verdad se ha subido la camisa? ¡Por Merlín, sí que lo ha hecho! Sentí que me perdía en su abdomen, que aunque no estaba marcado a conciencia sí que era tonificado y bastante tentador a la vista. Mis ojos seguían el vaivén de su pecho al inspirar y espirar el aire. Quedé atrapada en un baile hipnótico del que no quería despertar y no pude evitar preguntarme; ¿cómo se sentiría tocarle? ¿Cómo sería el tacto de su piel entre mis manos? ¿Sería suave y frío o cálido y adictivo? Quería tocarlo y me avergonzó reconocerlo.

Los escorpiones viven en sitios calurosos y áridos como los desiertos—le contesté tragando saliva y ruborizada por las vistas que aparentaba no ver, haciéndome la indiferente—. No te vas a deshidratar por esto.

Ya estás de nuevo clavándome tus espinas Weasley. Ten piedad de mí, ya que compartimos el mismo unibrax deberías hacerte cargo de mí y tratarme mejor—sugirió Scorpius teatralmente—. Por tu culpa casi me muero.

Dolía, cómo dolía que utilizara eso para manejarme a su voluntad, pero era cierto y la culpabilidad me corroía cómo ácido en las venas. Con un suspiro, chasqueé la lengua y Nocturn paró de saltar y dar pasos. Con cuidado bajé de él, pero antes de llegar al suelo, sentí sus manos sobre mi cintura y su aliento caliente quemando mi nuca.

La Tercera Generación en EspañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora