Fred pov
Quién me conocía, suponía con tan sólo verme que estaba disfrutando de la fiesta y más si veían que estaba rodeado de mujeres. Sin embargo, detrás de esa fachada ocultaba mis verdaderos sentimientos. Me sentía despechado. Yo, Fred Weasley, había sido rechazado por primera vez desde...bueno desde que tenía uso de razón y empezaban a gustarme las chicas. Me avergonzaba haberle dicho lo que sentía a Auba, hice el mayor ridículo del mundo, pero fue verla y escuchar sus demandas y de mi boca brotó todo lo que guardaba. Te preguntarás si estaba enamorado. No, eso lo podía asegurar, me atraía y mucho pero había algo más, porque con Chloe fue distinto. Ella no me retaba como Auba, no me contestaba como ella ni tampoco me hacía rabiar para luego querer comérmela a besos. Ella me ponía a prueba de todas formas existentes y eso me gustaba y mucho. Por eso, en cuanto vi la oportunidad allí en las duchas, no lo retrasé más y me lancé con todo. Necesitaba comprobar si esta atracción que sentía por ella llegaría a más con el tiempo. Quería una oportunidad, que lo intentáramos juntos y que ella al fin dejara al gorila que tenía por novio. Esperaba que ella se abriera y que me dejara saber lo que pensaba de lo que le confesé, pero no obtuve respuesta. Sólo un simple lo siento y una salida estrepitosa del baño que fue testigo de mi confesión.
Después de aquello, me comporté distante y ella también actuaba igual. Al principio, me jodía bastante que no fuera valiente. Joder, no me valía un simple lo siento, quería algo más una respuesta, una explicación, algo más detallado. Me merecía al menos eso. En cambio, Auba no dio señales de cambiar nada de lo que pasó, por lo que decidí olvidar ese día y enterrarlo como uno de los más vergonzosos de mi corta vida. Aún no llegaba el día de que Fred suplicara por una mujer. Así que con decisión me puse mi mejor traje de fiesta, una chaqueta azul con bordes y mangas negras, unos pantalones del mismo color, una camisa blanca y unos Martinelli negros. Como complemento elegí un antifaz color plata y me dirigí a la fiesta que había preparado la discoteca Terrrazza por Sant Joan. En cuanto llegué tal y como dije al principio me rodeé de mujeres, esta vez tenía pensado ligar y si había oportunidad echaría un polvo con alguna chica.
La noche comenzó bien, conocí a dos bellezones; Andrea y Miriam que estaban dispuestas a todo sin compromiso alguno, sin embargo en cuanto aparecieron Albus y luego Nique, todo se fue a la mierda literalmente. Me jodía muchísimo que me cortaran el rollo y mi prima no tardó en deshacerse de ellas, fueron suficientes tan sólo unos segundos para que yo terminara la fiesta sólo y sin polvo para después de la fiesta. A pesar de que me molestaba, la sensación no era la misma. Cuando mi hermana y Nique hacían ese tipo de cosas me encabronaba bastante, y ahora me sorprendía que no me afectara de la misma forma. Aunque el coraje no me lo quitaba nadie. Seguí a los chicos a la pista y allí me encontré con los demás, para animar un poco el cotarro le sugerí a Lorcan bailar el Gagnan Style, cosa que le pareció increíble y como suele pasar en esta familia todo se desmadró, de manera que tanto mi prima Nique como mi primo Albus terminaron de culo en el ponche de la fiesta. Yo, como siempre en mi papel, me reí como un condenado y después de burlarme de ellos lo suficiente me aparté un poco para relajarme en la barra y pedir algo para beber. Tenía la boca seca.
Ahí fue cuando la vi, después de días en los que no tuvimos apenas contacto. ¿Qué digo contacto? En realidad, yo la ignoraba. Porque, joder me había dejado haciendo el papelón del siglo y encima ella se hacía la afectada, además como tampoco ella se acercaba pues acabó todo en lo que explicaba. Hacía días que ni siquiera cruzábamos miradas y a pesar de todo siempre lograba robarme algunas, como ahora con ese mono color melocotón que me daba una vista espectacular de sus piernas y ese culo tan sexy que se gastaba. <<Maldita diosa, hasta cuando pretendía olvidarte, inundabas mis pensamientos>>>.
Debió de darse cuenta de que alguien la miraba porque giró su rostro buscando al culpable, así que dispuesto a seguir ignorándola me acerqué a una de las chicas que había en la barra y la invité a bailar. No lo dudó mucho a decir verdad y eso me encantó. Todavía seguía siendo un playboy.
La tomé de la mano y la saqué a bailar. El dj pinchaba la canción de cuatro besos de Lola Índigo mientras yo tocaba y acercaba mis caderas a la chica que ahora tenía entre mis brazos. Lástima que no fuera Auba. <<Por Merlín. Fred deja de pensar en ella>>. Eso deseaba de verdad que sí, pero me resultó imposible porque la susodicha se puso a mi lado con una amiga a bailar de una manera que joder, debería de estar prohibida. Ella me miraba y yo aprovechaba para susurrarles las cosas que le haría a mi acompañante pero que realmente solo quería hacerlas con Auba.
Mi compañera de baile me rodeó el cuello con sus brazos y yo me dejé llevar por ella, por el balanceo de nuestras caderas y la sensualidad de nuestros movimientos. Cuando estaba totalmente concentrado en nuestros cuerpos, un golpe incesante me cortó la concentración.
—Ahora no, quien quiera que seas, vuelve más tarde.
—Quiero hablar contigo—soltó Auba. Si su voz era miel para mis oídos y la reconocía en cualquier parte.
—Lo siento, pero ahora mismo como verás, estoy ocupado—contesté mientras apretaba el culo de la chica con la que bailaba.
—Si ya te veo—contestó ella con lo que parecía ser molestia. Seguro que no era eso. Simplemente le encantaba molestar—. Estás ocupado toqueteándole el culo a esta fresca.
—Uy, sí y vaya culo, déjame decirte—ella bufó y yo reí porque es que su molestia me hacía gracia. ¿Qué pretendía con esta pantomima? —. Esta noche lo disfrutaré como nadie.
Terminé de hablar y al momento me tiraron de la camisa apartándome de lo que hasta ahora había sido mi distracción. La mismísima Auba me jalaba de la camisa con tanta fuerza que me sorprendía.
—¿Qué haces Jones? —la increpé—. No molestes joder. Estaba en la mejor parte.
—Calla, Weasley y escúchame —se paró de pronto cerca de los baños donde la música no era tan alta y me soltó—. Quiero hablar contigo.
—Eso ya lo has dicho antes y yo ya te he dado mi respuesta. Estoy ocupado.
Fui a darme la vuelta, pero ella me lo impidió de nuevo.
—El otro día, lo que pasó en la playa.
—No pasó nada
—¿Cómo qué no pasa nada?
—Lo que escuchas Jones. Todos estábamos nerviosos con mucha adrenalina y en momentos como esos no pensamos correctamente.
—¿No pensaste correctamente? —preguntó ella con incredulidad y con los ojos empañados. ¿Iba a llorar? ¿Por qué? No tenía ningún sentido.
—Así es, así que no te preocupes más por lo que pasó. Sigamos como si nada hubiera pasado.
¿Eso implica que volvemos a ser amigos? —me volvió a preguntar esperanzada.
—Nosotros no podemos ser amigos, Auba. Nunca podremos serlo.
Su rostro se oscureció y supe, entonces, que le había hecho daño, pero decir algo que no era cierto. Iba contra mis principios. Nosotros no podíamos ser amigos porque yo quería ser más que eso. No aguanté verla así y me alejé de allí en busca de la chica de antes. La busqué por todos lados, pero las luces se apagaron y las luces de los fuegos artificiales inundaron el cielo. El cielo se reía de mi, con todos esos colores en él, mientras yo era un lienzo en blanco en busca de color. Color que sólo me daba Auba. Al terminar los fuegos recibí un mensaje de Molly. El sin neuronas de Abel había vuelto a hacer algo, aparté la mirada de la pantalla del móvil y volví a ver a Auba por tercera vez esta noche, pero esta vez lloraba desconsoladamente. Y esta vez supe la razón: había descubierto a Abel.
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La Tercera Generación en España
AdventureUna Nueva Generación. 10 chicos que quieren empezar de nuevo y otros que quieren escapar de su destino. Tendrán que empezar de cero en un nuevo país, en una nueva escuela y se enfrentarán a una nueva selección Sin embargo, por el camino encontrarán...