Extra Capítulo 9: Tratos con el diablo de rojo

37 2 0
                                    

PV Zarek

Parecia que desde que había venido a esta institución, no sabía si me crucé con algún gato negro, rompí un espejo o a quien demonios he tenido que cabrear para que parezca un desastre andante. No era suficiente el haberla cagado con Dominique, rememorando su expresión rota constantemente. Que ya empezaron las estúpidas habladurías de mi progenitor...Al fin haberme cruzado con él...los mensajes de mi hermana preocupada y ahora después de los interrogatorios saber que fui la última persona que vio a la estudiante fallecida. Ver mis problemas aumentar, pero ninguna solución para ninguno de estos. Como no me iba a sentir cada vez más cansado de luchar por cada pequeña cosa que tengo. Y mi temperamento normalmente bajo llave desatado, no ayudaba a la situación.

Actualmente estaba en clase de Experiments, reabasteciendo las arcas del señor Palaus. Pero recordemos, hoy no era mi día y menos lo iba a ser, al ver a la personificación del caos entrar en el aula como si fuera el dueño del lugar. De solo verle por el rabillo del ojo, mi ceño se frunció. Claramente nunca nos habíamos llevado bien y lo último que me falta es al príncipe encantador buscando justicia o tocandome las narices.

-Weasley estoy demasiado ocupado para perder el tiempo con tus estupideces.-Le solté notando como empezaba a sesear secamente, esperando que pillara la advertencia.

- Pues que pena que no me importe una mierda lo que tu quieras. - Me soltó para tomar asiento en la mesa frente al caldero. Empezando a tocar todo mi material de trabajo, sentía como mi hostilidad crecía, mis colmillos asomandose, alegrándome por tener una camisa de manga larga, para evitar mostrar las escamas negras recubriendo mi piel. Hacía tanto tiempo que no perdía los estribos hasta este punto que incluso yo mismo me sorprendí al sentirlas.- ¿Qué pasa ahora, te quedaste sin colmillos? -Continuó de forma burlona, normalmente habría respondido con tranquilidad y un toque de frialdad. Pero ya estaba al límite, sabía que me estaba provocando a propósito, pero a estas alturas ya no creo pensar con caridad. Seguramente alguna neurona tuvo que fundirse en ese instante, cuando cogí a Weasley del cuello de la camisa, bajandolo de la mesa y este en respuesta de la mía. Comenzando la pelea más intensa que ninguno de los dos habíamos tenido entre nosotros. Nunca nos habíamos llevado bien, pero siempre había consistido todo en respuestas ingeniosas, travesuras y pequeñas bromas, nunca habíamos llegado a las manos hasta ahora.

- MIRA GILIPOLLAS NO SOY IMBÉCIL. SE QUE TU SABES QUE LE PASA A NIQUE. MÁS VALE QUE HABLES O...

Me sorprendo pero esquivó el puño preparado para contraatacar.

-¿O QUE? ¿CREES TENER ALGO QUE PUEDA DEJARME MÁS EN LA MIERDA DE LO QUE YA ESTOY? ¿QUE ME ENCANTA VERLA SUFRIR?-No dudo en asestarle un gancho sin contenerme en el estómago, pero el me da un cabezazo poniéndome contra la pared.- ...Lo he intentado ya todo, pero... ya no se que hacer.- Quedamos cara a cara mientras por primera vez, siento que hay una grieta en mi máscara de calma absoluta. Dejando recorrer la desesperación por todo mi ser. Sentí vergüenza, había perdido los estribos frente al que veía como mi rival. Esto era intolerable...Yo no era así. Mi contrincante parecía intentar verse enfadado, mientras algo debía rondar por su cabeza, pero solo suspiro. Puso su dedo en mi torso.

- Como dicen, los calladitos sois los peores. Ahora antes de que te vuelva otro ataque de rabia, vas a escucharme. No me gusta ver a Nique así. Ella no quiere hablarlo y cada vez que saco el tema lo evita. Hace poco he conseguido que deje de evitarme. Se que tu sabes algo importante.-Sorprendido vi esa faceta inteligente del pelirrojo, que siempre se empeña en ocultar ante todos. Me pilló en frío.

- No pienso dañar más su confianza contando cosas sobre ella.-Frunzo el ceño mientras le mantengo la mirada. Este solo sonrió con picardía.

-También se eso. Y que harías lo que fuera por verla feliz de nuevo al igual que yo. - Había unos segundos de silencio en los que elegí bien mis palabras buscando saber que pasaba por su cabeza.

La Tercera Generación en EspañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora