SAM MCQUAID...
Mi mirada estaba perdida en la carretera. Aun tengo algunas lágrimas en mis ojos que no quiero derramar.
No podía creer esto, me sentía tan miserable. Mi abuelo donde quiera que este ha de pensar que soy un desastre.
No puedes darte por vencida...me gritaba mi yo interior. No sabía qué hacer, se lo habían robado, no podía hacer nada...
Claro que puedo hacer algo, soy la maldita hija del presidente, pense.
—Llévame a la estación de policía— el chico misterioso me miró con cierta duda, era la primera vez que le dirigía la palabra, desde que me monte en su coche.
—Pero...
—Si no quieres, detén el auto— en su preciosa cara se miraba reflejada la confusión. Aún no le había contado lo que me había pasado, pero me imagino que tiene una idea.
—Vale, te llevo— me lo dijo tan frío, que me sentí incomoda. Le regalé una sonrisa de boca cerrada, y me volví a enfocar en la carretera.
El viaje hasta la estación de policía fue bastante rápido. Cuando estábamos en la entrada de la estación, el chico misterioso me agarró la muñeca y me jaló hacía él.
—Pase lo que pase, todo estará bien. ¿OK?— si estuviéramos en otras circunstancias, mi corazón se hubiera detenido, pero ahorita solo tenía algo en mente y era...
Encontrar mi auto.
—No lo creo, pero gracias— sone tan apagada. Me sentía tan mal conmigo misma, que nada me importaba.
—¿Quieres que te acompañe?— miró hacia la puerta de la estación.
—Si— él solo me regaló una sonrisa cálida.
Dimos unos cuantos pasos hasta entrar a la estación. Habían varios oficiales en el lugar, unos estaban sentados detrás de unos pequeños escritorios y los demás hablando entre ellos.
Cuando se percataron de que el chico misterioso y yo habíamos entrado, uno de los oficiales hablo...
—¿Ocurre algo?— era un señor como de unos 40 años, seguro era unos de los oficiales más viejos.
—Soy SAMANTA MCQUAID, hija de AIDAN MCQUAID, el presidente.– Mi voz fue imponente, superior. Todos los oficiales de la estación, se levantaron y se colocaron enfrente de mi.
— ¿Qué se le ofrece, señorita Mcquaid? — El mismo oficial de antes, preguntó.
—Me han robado mi auto, necesito que lo recuperen, ahora...— todos los oficiales me regalaron un asentamiento —Sino lo recuperan, olvídense de su trabajo.
—Cómo demande, señorita, haremos todo lo posible, por encontrar su auto.— No todos los oficiales estaban de acuerdo, se les notaba en sus caras el disgusto, pero ninguno se atrevía en decir algo, bueno eso pensé yo...
—¿Y sino podemos encontrarlo?— Esta vez hablo un oficial, pero era joven.
—¿Cuantos años tienes?— todos me miraban con confusión, hasta sentía la mirada del chico misterioso en mi. Mire los ojos azules del oficial, esperando una respuesta.
—21— no me sorprendió, se mira muy joven, no le calculaba más de 25 años.
—Sabes, yo tengo 17, y se cuando no me conviene hablar. Pero tú, no sabes ¿verdad?— toda la atención de los oficiales y el chico misterioso estaba en mi, pero no me importo. —Te recomiendo que hagas eso ahora.— me di la vuelta y empeze a caminar hacia la salida. Di unos cuantos pasos y me detuve. Gire mi cabeza para ver a los oficiales y decir con la voz, más imponente que tengo. —Tiene 24 horas, sino lo encuentran. Vayan buscando otro trabajo— dicho eso me gire al frente y salí de la estación.
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¡Bon! . Bueno esto ha sido el capitulo 7. Un poco pequeño la verdad (587 palabra) siempre suelen ser de unas 1000 pero creo que el capítulo ahí está bien.
Les quería decir que el capitulo que sigue habrá mucha, pero mucha tensión sexual creo jijijiji.
Gracias por leer ❤️
Nota:
El policía joven está guapo.
Aquí les dejo una prueba de ello:
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Por siempre tuya, DOCKA
Teen FictionEn un mundo donde el poder y el dinero es el pase a la felicidad. Donde todo gira alrededor de tu cartera. Donde todo es un mundo perfecto para aquellos con suficiente poder. Pero alguien quiere acabar eso. Quiere que todos sean iguales. Que no exis...