Capítulo XIX: Monster

1.1K 202 46
                                    

•|Capítulo XIX: Monster|

"Déjame caer en lo profundo del abismo, ámame en mis peores momentos. Quiéreme cuando no sea más ese héroe en el cual pusiste tu confianza, no me dejes ir cuando sea el prisionero de los demás. No me abandones si yo algún día caigo del pedestal en que ellos me pusieron… Tengo miedo de ser el ángel, porque siempre he sido el monstruo."

….

Hacía frío, su cuello ardía y el aroma de Izuku no estaba abrazando con feromonas sus narices. Reclamó con sus manos lo que creyó suyo y lo único que encontró fue una pared fría y rugosa. El miedo se apoderó de su corazón y el lado izquierdo de su cuerpo se heló, gélido fue en su búsqueda al baño pero no había nada, solo una ausencia que lo estaba preocupando. La alarma sonó y se sobresaltó porque solo la suya estaba sonando, la canción de Allmight que Izuku había escogido no estaba ahí. Y aunque la suya fuera perfecta, parecía ser silenciosa en sus oídos. La marca en su cuello quemó y lo primero que notó fueron las gotas de sangre cayendo por su pecho. Gotas tan rojas como sus ojos. No, no había forma de que fuera así. Forzó el lazo pero no hubo nada, la distancia era demasiada. La soledad lo embargó al mismo tiempo que sus miedos y pesadillas lo hicieron correr por la agencia. Con una polera delgada, descalzo y con un pantalón plomo. Corrió por todo el enorme edificio buscando su olor pero no había nada, fue hasta la cornisa pensando en lo peor.

No era posible.

Al menos en la cima no había nada de su aroma, la desesperación de no saber lo hizo bajar de nuevo. Agotado, con las gotas de sudor cayendo por su mentón y espalda. No sabía dónde ir, así que tomó una motocicleta de la agencia y viajó por la ciudad. Estaba amaneciendo y las luces se sentían como brisas brumosas en sus ojos. Viento en su piel y agudizando sus sentidos para luchar contra los límites. ¿Dónde estás? Preguntó al viento sin obtener respuesta alguna, solo un silbido errante.

Con el alma en vilo fue a cada sitio que sintió importante para Izukuz la UA, un puente cercano a ella, todos los lugares. Hasta su hogar donde Inko le dijo que él no estaba ahí, era verdad, él no estaba ahí… No había ningún lugar donde pudiera estar. Inko no le dijo nada, pero su relativa tranquilidad le explicó que algo no le había pasado así que descarto el suicidio con un gran alivio. La mañana iluminó su piel fría, era invierno y sus brazos se sentían más pesados que de costumbre. Había robado una motocicleta de velocidad para misiones secretas, estaba tan desesperado que no le importó nada. ¿Dónde estaba Izuku? No estaba en su habitación de la agencia, de hecho no vio nada en ella, no había ni rastro de aroma en los alrededores, no había nada de la esencia tan perfecta que no parecía tener fin en sus pulmones. En la UA tampoco lo había visto, en su hogar con su madre menos. No estaba en ningún lugar, no había forma de que se hubiera suicidado porque su madre lucía en extremo tranquila. Ni siquiera sorprendida por su ausencia, entonces había algo que se le estaba escapando. Se sentó en la motocicleta y espero que el viento de la mañana y los sonidos de una ciudad despertando le fueran de ayuda para aclarar su mente. No pudo hacerlo, su mente era tan blanca que le daba asco. De un momento a otro su celular cobró vida en su pantalón. La pantalla parpadeó con la palabra viejo.

¿Por qué Endeavor lo estaba llamando? Contestó, después de todo ya se veía venir la reprimenda por su parte después de robar herramientas de la agencia. Acercó el aparato frío a su mejilla y la voz no fue exactamente la del alfa, el dolor estaba tejido en la voz de Hawks.

—Necesitamos hablar, es sobre Deku. Ven inmediatamente a la agencia—luego de eso cortó, Hawks no era una persona que fuera muy comunicativa con sus subordinados. Era simpático y carismático pero no hablaba de cosas personales de ningún tipo, Enji se encargaba de aquello. Con el casco en la cabeza volvió a la ciudad, se sentía derrotado pero no quería sacar conclusiones porque su cabeza se sentía demasiada pesada en sus hombros, el blanco en su mente era demasiado brillante. La llave de su nuevo departamento en su habitación se sentía como una palanca de dolor en su corazón. Apenas respirando porque si lo hacía más fuerte sentía que en cualquier momento podría romperse en mil pedazos. Dejando caer cada parte de sí mismo.

SicknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora