•|Capítulo XXXII: ¿Te culpas a ti mismo por el accidente?|•
“Respirando en la oscuridad no puedo ver mis cicatrices, mientras más espero la noche, más rápido empiezo a temer del sentimiento. Arrancando con mis manos lo verdadero que soy cuando estoy aquí, aterrado de esto, de este desenlace tan oscuro.”
…
Fue un poco de pánico al principio cuando observó cómo sus manos, pequeñas y con uñas delicadas, comenzaban a tener garras que lo ayudarían a desprender la carne de los cuerpos. Veía a Katsuki pelear sin sus explosiones y su corazón emprendía el extraño pero agradable viaje hasta esa sensación en su estómago, restregando sus entrañas, casi tan eufórica como la excitación curvado su cuerpo cuando estaba a solas con él en una habitación. Enfermo, esa fue la palabra que abandonó su cabeza cuando la fuerza lo hizo volar por los aires y matar a las personas que lo mantuvieron ahí como un conejillo de indias.
No tendría piedad, Allmight seguro estaba en sus venas, arrepentido por haber confiado su poder a una persona que era tan fácil de corromper. Todo por amor, qué fuerza más magnífica y potente era el amor comparado con su sueño de ser héroe. Era fuerte, era imparable, nadie podría hacerle rivalidad en esa fuerza tan atroz que hasta Katsuki disfrutaba de la vista abrumadora de su omega vislumbrando la luz de la muerte. Muchos guardias muertos, muchas personas que murieron en sus manos, lejos de mostrarse en su mente como algo difícil, se mostró como una paz anhelada en lo profundo de su ser. Qué agradable era el poder y que sombría era la forma de obtenerlo.
La base se llenó de sangre en los pasillos y corrió con Katsuki a su lado, guiandolo por el lugar. Le explicó que a las afueras del recinto había decenas de agentes del exterior provenientes de la Organización Mundial de Héroes, entre ellos Dante Evans. Todos estaban listos para iniciar una redada, la Interpol poseía un caso tan formidable contra la comisión de héroes que todo era cosa de tiempo. Izuku hubiera deseado saber más, pero Katsuki le dejó en claro que lo mucho que había hecho mientras estaba ahí, no era nada bueno. Que ya no podría vestir nunca más su traje de héroe.
Izuku quería decirle que estaba bien, que él también hubiera hecho lo mismo. Habría dado vuelta el país con tal de hallarlo, y si debía matar para hacerlo, lo habría hecho sin siquiera importarle las consecuencias morales. Sin embargo, aunque eso estuviera mellando en su cabeza, un tema de suma importancia era inevitable.
El bebé.
—Nuestro bebé debe estar en la sala oeste, donde habitan la mayoría de los experimentos—Izuku asintió extendiendo sus látigos para hacer a un lado los cuerpos muertos de los trabajadores. La agonía marcando sus rostros con fuerza, como si fueran almas inocentes en las puertas del cielo.
El aroma a alcohol, sangre y drogas se mezcló entre sí como una fragancia que su nariz sentía agradable mientras avanzaba, sus instintos estaban a flor de piel y las ansias lo estaban haciendo marcar un paso firme con esos zapatos demasiado grandes para sus pies. Izuku observó a Katsuki, se mantenía firme pero sus manos temblaban, no era por el aroma o la carne fresca a sus pies; Izuku lo sabía bien, el bebé. La pequeña criatura que se filtró en sus vidas. Estuvo a punto de decir algo, de formular palabras para calmar la ansiedad de su alfa pero el aroma desagradable de un alfa que conocía lamentablemente bien se acopló en su dominio. Dirigió su vista hasta él y la sangre hirvió en sus venas. Ahí estaba Shigaraki, cantando una canción de cuna para su hijo. El alfa notó su presencia e ignoró a ambos, Katsuki se acercó hasta él con la agilidad propia de un caníbal pero Shigaraki dio un paso atrás y se elevó esquivandolo, un poco movimiento e Izuku corrió como si toda la situación fuera un deja vu de algún sueño lejano. Él iba por su cabeza, por la cabeza de Katsuki.
No, no podía ser posible.
—¡Detente!—Shigaraki lo hizo a pocos centímetros de cortar el cuello de Katsuki, Izuku corrió hasta ellos y protegió a su alfa de su destinado interponiéndose en el camino. Ahí estaba, la reflexión del destino y la vida, Shigaraki era el hombre que complementaba su alma de una manera que aún dolía al verlo a los ojos, pero en su corazón y omega interno estaba la huella de Katsuki, implacable y poderosa en su cuerpo que podía darle frente a ese hombre que la naturaleza le entregó por azar.
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Sickness
FanfictionEl extraño comportamiento de Izuku ha desencadenado la curiosidad de Katsuki, que con los terribles acontecimientos del pasado en su mente, está dispuesto a todo con tal de ayudarlo a superarse. Incluso si debe doblegar su orgullo de alfa para logra...