Capítulo XX: Fine Line

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•|Capítulo XX: Fine Line|•

"Nos enamoramos en octubre, justo cuando no sabíamos que era el dolor, perdimos la fe en nosotros en diciembre y dejamos ir todos nuestros sentimientos en enero. Febrero fue la separación y marzo nunca pudo ser nada por culpa de nuestro rencor, si hubiéramos seguido juntos, ¿esas lágrimas de abril hubieran sido mías?"

Las calles de Nueva York se vistieron de blanco por culpa del invierno hasta que la primavera se presentó sin siquiera moderar el cambio en el entorno, era extraño como todos a su alrededor parecían ir más rápido que el tiempo y la propia ciudad a sus espaldas, era abrumador y lleno de una variedad incalculable. Izuku podría mantener la respiración y ya todos a su alrededor estarían lejos una vez hecho un suspiro. Siempre nuevas personas, siempre un entorno que cambia y nadie como él. Millones de dólares en su departamento que no tenía lo suficiente para ser llamado hogar, se sentía tan miserable que su cuerpo estaba fatigado de lo que siempre hacía. Algunas semanas y los entrenamientos estaban tan avanzados que su entrenador alfa no podía con la sorpresa e impresión. Un hombre joven, unos veinticinco años, de piel morena y una mirada tan amable que Izuku sentía asco de verlo a los ojos. Fornido y con un aroma apetecible y de vez en cuando coqueto, siempre que podía alabando el aroma de la piel de su subordinado. Tratando de hacerlo sentir cómodo a la fuerza, como si supiera que detrás de la b de beta en su informe médico había una o de Omega. Izuku la mayoría del tiempo quería matarlo, era divertido pensar en las cientos de maneras para dejarlo unas semanas en el hospital y librarse de su presencia. Sin embargo, él era parte del plan de estudio, "una parte integral y fundamental" según sus superiores americanos. Jake Peters era un alfa voluntario, un alfa ejemplar, alguien a quien admirar que después de un accidente en la marina su única forma de servir al país era ayudando a los héroes nacionales. Su particularidad era una especie de súper fuerza que estaba fuertemente ligada a sus emociones. Según los informes que leyó Izuku, era un poder inestable pero que bajo una medicación lo tenía bajo control. No podía confiar en él, era demasiado difícil hacerlo cuando podía oler demasiado claro el interés que tenía.

Izuku no había ido a América a follar con extranjeros, quería aprender para volver a Japón siendo una versión más madura de sí mismo. Alguien que las personas que más amaba podrían confiar, alguien que podría proteger sin necesidad de encogerse de dolor por feromonas y un destino ligado a un hombre impredecible.

Y cómo siempre que era lunes, Izuku llegó y ahí estaba Jake con su ropa deportiva, apestando a alfa y dejando ir con confianza sus feromonas. El Omega con sus supresores bajo la ropa, dejó ir un suspiro de cansancio. Con el poco descanso que tenía en el cuerpo no quería tolerar a nadie pero era mejor callar que dar explicaciones que podrían alertar al encargado del código disciplinario. Extendió sus piernas y comenzó a estirar sus músculos, en menos de un mes había bajado de peso y sus caderas parecían más fuertes. Su doctor le dejó en claro que ahora sus hormonas estaban en orden y que tarde o temprano en su cuerpo se presentarían los vestigios de su género secundario. Mientras eso no fuera más que evidente, Izuku iba a ir más allá de sus límites. Incluso pospuso su propio celo para dar lo mejor de sí en todos los entrenamientos, sabía que recurrir a las pastillas después de unos meses con las caricias de Katsuki era un error. Pero no podía, no había forma de que ahora su cuerpo fuera capaz de traicionarlo. Y aunque su Omega interno no había dicho nada desde que había llegado a suelo americano, se sentía aliviado por ello. Ya no tenía a nadie que seguir, solo a sí mismo.

Sintió la mirada de Jake sobre su cuerpo, las feromonas llegaron a sus glándulas y fue un poco inevitable sentirse atraído. Le tenía asco a ese dominio pero como siempre, y gracias a la tecnología americana, los parches de feromonas hicieron su trabajo y pudo seguir adelante con sus entrenamientos. Siempre era así, el alfa lo miraba entrenar y dejaba ir sus feromonas más fuertes y seductoras. Izuku cerraba los ojos y a veces podía ver los ojos rojos, la sensación que Katsuki solo le podía entregar con una mirada. Y cuando hacía eso, sus ojos inevitablemente se volvían borrosos. Muchas veces Jake lo atrapó llorando mientras hacía sparring, una pregunta y la sonrisa de Izuku era más que suficiente para calmar la curiosidad del alfa.

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