7. Cuarto video: Creo que necesito un paraguas

241 62 59
                                    


9:30 de la mañana, Amelie Lennox sigue todavía en la cama con su teléfono en la mano. Aún no se puede creer que todo esto sea cierto. 

Ya tendría que haber acabado el vídeo de ese día y estarlo subiendo a la red, pero en cambio aquí está, sin poder creerse el nuevo comentario. ¡Él pedía ayuda para poder salir con ella! ¿Esto era real? ¿Nicholas Collins realmente quería una cita con ella? 

Hasta ese momento siempre había pensado que todo era parte de una broma conjunta, un flirteo inofensivo para divertir a la gente. Pero después de ese último mensaje ya no sabía que pensar.

Para colmo,  tal y como Bris había predicho, la opción más votada era la de ir a por ese café con Nicholas.  

Eso significaba que tenía que ir de ¿verdad? 

Realmente no se sentía capaz de hacer algo así, eso nunca se le había dado bien. Y si a eso, además se le sumaba la presión añadida de que el hombre en cuestión es ese amor platónico con el que forrabas las paredes de tu habitación con fotos suyas y del cual habías visto tantas veces sus películas que prácticamente te sabes los diálogos de memoria, bueno, la cosa parecía ponerse todavía más complicada.

¿Tendría que enviarle un mensaje privado para saber si todo eso era real? ¿Qué se supone que le pondría en el mensaje? ¿Se atrevería ella realmente a enviarlo? Él tal vez ni siquiera lo leería, le llegarían cientos de mensajes al día.

Y así se le había ido la mañana, entre escribir, borrar, dudar si enviar...

— ¿Cómo haces para meterte siempre en estos líos tan absurdos Amelie? — Se preguntó a si misma tapándose la cabeza con la almohada — ¡Olvídalo! Ya decidirás más tarde que debes hacer.

Había comenzado a salir de la cama, por fin, justo en el momento que oyó la particular llamada a la puerta. ¿Qué hacía ella allí? No tenía ánimos esa mañana para enfrentarse a ese pequeño terremoto curioso.

—¡Buenos días Am Am!

Al abrir la puerta, se encontró con los ojos más grandes y azules que había visto nunca, acompañados de una encantadora sonrisa con algunos huecos.

— ¿Qué haces aquí Emma? ¿No deberías estar en clases? — Preguntó preocupada a la niña. 

— Sí, pero la señorita Morrison está enferma, así que todos nos quedamos en casa hoy. ¿Por qué todavía estas en pijama? Es como, casi la hora de almorzar o algo así. — La pequeña esquivó su cuerpo y entró en la casa como si también ella viviera allí.

— Aún no son las diez de la mañana señorita ¿Y tú padre? ¿Sabe que has venido?

— El pobrecito está durmiendo, tuvo turno de noche en el hospital y está cansado. Me dijo que viese la tele sin hacer ruido, pero me aburría, así que vine a verte. ¡Además, quería ver los resultados de la encuesta! — Puso cara de pilla mientras sonreía con complicidad.

— Seguro que solo has venido por eso último. — Dijo algo cansada, la conocía tan bien — ¿Has desayunado? — La niña negó con la cabeza y se sentó en la cocina a esperar mientras Amelie preparaba algo para ambas.

Emma Sullivan, tiene nueve años apenas cumplidos y es vecina de Amelie, concretamente de la puerta de enfrente. Es una pequeña encantadora, curiosa y muy divertida que vive sola con su padre, Milo. Pero, como él tiene unos horarios de trabajo algo difíciles, la niña pasa mucho tiempo con su abuela, o con su amiga favorita, Amelie.

¿Me voy a Marte o me quedo contigo? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora