— Hola, soy Edward Sommers — le dijo él sonriendo simpáticamente.
Amelie estaba paralizada, no podía creer que este impresionante hombre al que había visto tantas veces en el cine estuviese de pie en su puerta y que además fuera a representar a su querido Steve.
Su vida era realmente una locura últimamente ¿En qué momento se había colado en un universo paralelo en el cual se codeaba con famosos?
Pero lo cierto es que no podía pensar en eso ahora, lo único que no dejaba de dar vueltas por su cabeza era Nick. Él nunca le había mentido, ni utilizado, ni nada parecido, por lo tanto, todo lo que habían vivido, todo lo compartido, era real. Esa conexión especial entre ellos, que había aparecido de manera bastante increíble y que iba creciendo día a día, se debía simple y llanamente... a ellos dos, a sus sentimientos.
El pobre Edward delante de ella, pasó el peso del cuerpo de una pierna a otra cansado de esperar una respuesta. Ese movimiento la sacó de su ensoñación y por suerte la trajo de vuelta a la realidad.
— ¡Hola! Perdone, entre. — Se apartó nerviosa para dejarlo pasar a su apartamento. — Encantada señor Sommers, yo soy Amelie, la escritora. ¿Quiere algo de beber? Café, agua, té...
— No hace falta que me llames por mi apellido. Cn señor bastará. — Bromeó él — Déjalo en Edward o Eddie mejor y un poco de café sería perfecto, gracias.
— Ah, de acuerdo, Edward entonces. — Aceptó con una sonrisa.
Se le hacía raro llamar a ese hombre por su nombre con tanta familiaridad, ¡pero si unas semanas antes habían visto con Bris una película suya mientras comían pizza en pijama, echadas en el sofá! La vida se movía demasiado rápido y de formas muy impredecibles a veces.
— Dame un momento para llamar a la cafetería de al lado ¿Cómo lo quieres? — Preguntó tratando de centrarse y refiriéndose al café.
— Lo bebo solo y con un poco de azúcar, pero si no tienes no pasa nada. Tomaré cualquier otra cosa. — Dijo simpático mientras se sentaba en el cómodo sofá del salón, ella ocupó uno más pequeño situado justo en frente de él.
— Ah no, siempre lo hago así. No te preocupes, enseguida lo pido.
Eso era mentira.
No solía pedir bebidas calientes cuando estaba en casa y tampoco acostumbraba a mentir, pero no podía contarle al hombre que todo el mundo decía que su café sabía horrible, mucho menos darle a probar un poco. Así que lo mejor era hablar con Jesse, la dueña de la cafetería de al lado, para decirle que les trajera un café para él y un té para ella.
En cuanto acabó con el encargo, dejó el teléfono a un lado y volvió a hablarle a su visitante.
— Listo, enseguida nos lo traen. Gracias por haber venido hasta aquí, creía que estas cosas de las presentaciones y anuncios se hacían en una oficina o algo así, pero al parecer no.
— A veces sí, a veces no. Pero en este caso, según mi agente, quieren aprovechar tu popularidad entre los fans.
—¿Popularidad? No creo que tenga mucho de eso — Respondió divertida.
— Yo creo que sí, los lectores te aprecian bastante y teniendo en cuenta que serán el público principal de la peli, ellos consideran que es necesario atraerles. Además, querían que fuera en tu casa, donde sueles hacer todos tus vídeos, para dar la impresión de que nos conocemos desde antes y que estás contenta con que yo sea Steve.
— Tiene sentido supongo, aunque yo no consiga entenderlo del todo. — Se encogió de hombros olvidando el tema.
Seguramente nunca conseguiría comprender los entresijos y engranajes que hacían funcionar Hollywood, la verdad es que tampoco le importaba mucho. Había aceptado que llevaran su libro al cine más por consejo de su agente que por deseo propio, no era algo que hubiese entrado en algún momento en sus planes. Pero a veces, cuando una oportunidad de esa importancia llama a tu puerta, no puedes fingir que no estás.
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¿Me voy a Marte o me quedo contigo? [COMPLETA]
RomanceAmelie Lennox es una escritora novel a la que gusta estar muy cerca de sus lectores y compartirlo todo con ellos y con su amiga Bris, claro. Todo funciona genial en su vida, hasta que conoce a Nicholas Collins, una sensación en Hollywood y el hombre...