Nick volvió a buscarla por millonésima vez entre los mensajes recibidos ¿Por qué ella no se apiadaba de él y le respondía pronto? Lleva esperando, lo que le parecía media vida. Entendía que Amelie era una mujer independiente y con una vida ajetreada, pero ¿tenía que hacerle esperar tanto?
— Está bien hombre, puede que estés un poco desesperado. — Se dijo a sí mismo. — Apenas han pasado unos días, la gente normalmente no responde a sus mensajes a diario. Salvo cuando alguien te gusta, entonces sí que lo haces... ¡No! ¡Para de darte ideas tontas Nicholas!
Se levantó para buscar algo de beber y relajarse.
Tenía que parar con esa tontería. Era un hombre adulto, no podía estar tan pendiente del teléfono. Mientras trabajaba y no podía llevarlo encima, se lo pasaba pensando en si habría entrado algún un nuevo mensaje, luego, durante los entrenamientos estaba pendiente al más mínimo sonido proveniente del aparatito, por si se trataba de ella.
Era una locura y una tontería que tenía que acabar, sobre todo si Amelie tal vez no estaba tan interesada en él como había creído al principio.
— Eres un adulto ¿Qué son todas estas tonterías de adolescente por unos mensajes? ¿Desde cuando eres así? ¡Para! — Se reprendió y lanzo el teléfono encima del sofá.
En ese preciso instante sonó la melodía que identificaba un mensaje entrante.
Tuvo la irrefrenable tentación de arrogarse el también sobre el mueble y ver de quien se trataba. Pero se contuvo, tenía que empezar a comportarse como una persona normal. Así que decidió dejarlo donde estaba y salir a hacer un poco de turismo, comer algo de buena comida local y en definitiva disfrutar de estar lejos de casa.
Un par de horas después, con el estómago lleno y los ojos cansados de ver tanta belleza en la ciudad, volvió a su habitación.
Se recostó en el sofá que estaba fuera. incluso en la noche las vistas del mar seguían siendo sobrecogedoramente bellas. Bueno, sería mejor que ahora revisara su teléfono, tal vez tuviera llamadas importantes. Además, debía ver si se trataba o no de ella, pero definitivamente tenía que tomárselo con calma, o acabaría asustando a la pobre muchacha con esa intensidad. Se estaba asustando incluso a sí mismo.
Se encontró con un par de llamadas perdidas de Nate, seguidas de algunos mensajes también suyos y luego finalmente allí estaban, camuflados entre un mar de mensajes desconocidos, los de Amelie.
Pensó en dejarlos estar por unos minutos más para no parecer desesperado, pero estaba allí, con el teléfono en la mano ¿Por qué no responderlos?
Amelie: Sí, supongo que Grecia es un lugar maravilloso en el que olvidarse del mundo, sobre todo después de ver esa foto que enviaste. ¿Dónde queda eso exactamente? ¿El paraíso? ¿el Olimpo?
Amelie: Tienes razón creo que me podría venir bien el informe sobre Grecia también, aunque siga esperando el de Marte. Nunca se sabe si al final acabe necesitándolo. A mí también me han dicho que el muchacho en cuestión es un buen partido, pero habrá que verlo en persona, a lo mejor tiene manías un poco raras y me espanta, o yo a él.
¿Espantarla con sus manías raras?
Bueno, todo era posible. No muchas personas, sobre todo las mujeres con las que había estado, comprendían su peculiar sentido del humor o su afán por la comida chatarra, entre otras cosas. Amelie no parecía de las que se asustan fácilmente, pero aún era muy pronto para saberlo con certeza.
A veces pensaba que ella le atraía tanto, además de porque lo había cautivado completamente su forma de escribir, porque gracias a sus videos podía ver que eran bastante similares. Ambos tenían una debilidad insana por comer pizzas de madrugada, o empleaban el mismo tipo de chistes raros, sin hablar de que sus gustos musicales quedaron prácticamente estancados hace varias décadas.
Pero ninguno de los dos sabía todavía realmente que de todo eso era real, podían tratarse de meros personajes creados de cara al público. Solo el tiempo les diría que tan bien encajarían.
Su hermana Lily Rose diría que todo eso le sucedía porque sus almas se habían reconocido, dos mitades destinadas a estar juntas se habían encontrado por fin y por eso se producía esa conexión automática que aparentemente no tenía mucho sentido. Eso o cualquier otra cosa de esas místicas que tanto le gustaban a ella y que para él nunca habían tenido mucha lógica.
Ahora empezaba a pensar que tal vez no le habría venido mal prestar un poco de atención cuando ella hablaba de esos temas. Por favor, definitivamente se estaba volviendo loco.
Ya tendría tiempo de pensar en esas cosas después. Tal vez incluso llamase a Lily Rose, ella estaría encantada de hablarle durante horas sobre sus teorías del amor. Él no estaba seguro de si lo estaría tanto, aunque puede que le viniera bien su ayuda.
Bueno, pero primero, respondería.
Nick: No estoy seguro de que me dejasen entrar en el Olimpo, pero seguro que es algo muy parecido a esto. De noche sigue siendo impresionante. Mira.
Le envió una foto casi igual a la anterior, pero en este caso estaba cubierta por el manto oscuro de la noche. El mar seguía estando sereno y tranquilo, ocultando la pesada y turbulenta inmensidad de su verdadero ser, bajo una capa de aparente calma. El cielo, ahora misterioso y apagado de no ser por los millones de estrellas que competían entre ellas por la más brillante.
Sí, definitivamente eso podría ser el paraíso o algo muy similar.
Nick: Lo siento, puede que te envíe muchas fotos, pero es que es bastante difícil de explicar lo impresionante que es todo esto con palabras. Definitivamente haré un informe sobre Grecia. Hay tantas pequeñas islas que como decidas desaparecer en alguna de ellas seguro que no te encuentran, además, la gente por aquí también es muy simpática y agradable. Mira, al final todo son ventajas.
Nick: Respecto a las manías raras del joven en cuestión, seguro que las tiene, pero no creo que asusten. Tal vez incluso haya suerte y se lleven bien con las tuyas. Como se suele decir por ahí, puede que tus demonios se entiendan con los míos.
Unas pocas veces antes había creído encontrar esa persona, la que muestra una conexión especial e increíble, pero al final siempre estaba equivocado. La vida, el tiempo, o las circunstancias, acababan cambiando la relación y estas llegaban irremediablemente a su fin.
Algunas veces dolió, otras no tanto.
En este caso todavía no sabía que pasaría, tal vez ni siquiera llegase a pasar de una buena amistad. Pero de momento, todas las opciones estaban abiertas, todo podía pasar y él simplemente se iba a dejar llevar sin oponer ningún tipo de resistencia.
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¿Me voy a Marte o me quedo contigo? [COMPLETA]
RomanceAmelie Lennox es una escritora novel a la que gusta estar muy cerca de sus lectores y compartirlo todo con ellos y con su amiga Bris, claro. Todo funciona genial en su vida, hasta que conoce a Nicholas Collins, una sensación en Hollywood y el hombre...