Amelie escribió las últimas palabras que necesitaba para acabar con su jornada laboral por el momento. A menos que la inspiración la atacase de repente, ya había trabajado suficiente.
Además, era miércoles, pensó emocionada ¿Qué tenían de particulares esos días? Se preguntarán algunos, suelen ser poco interesantes y para colmo están en medio de la semana. Pero para ellas eran tremendamente especiales, porque se trataban de las noches en que Bris estaba libre de su labor en la emisora de radio y por lo tanto, era el momento perfecto para su noche de chicas.
Desde que ambas habían comenzado a trabajar, les resultaba más difícil poder encontrarse o pasar tiempo juntas, así que, un par de años antes, decidieron que todos los miércoles por la noche se encontrarían sin falta para hacer cualquier cosa. Obviamente, si podían reunirse en cualquier otro momento lo harían sin dudarlo, pero ese día en particular era sagrado e inamovible.
Todavía no había hablado con Bris sobre lo que iban a hacer ese día en particular, pero suponía que una noche de karaoke en el sitio de siempre era la mejor de las ideas.
Le envió un mensaje a su amiga a ver que le parecía el plan. Aunque, a decir verdad, era algo totalmente innecesario, ella jamás rechazaría una noche de música y canto. Tenía razón, pues no pasaron ni dos segundos antes de que ella le respondiera con otro texto.
Bris: ¡La simple duda ofende! ¡Claro que vamos al karaoke! Iré avisando a Joe para que prepare nuestra canción. Nos vemos a las ocho en el lugar de Akari para comer primero. Tienes unas cuantas cosas que contarme y varias razones para celebrar.
Perfecto, sabía que no diría que no diría que no a ese plan.
Todavía le quedaban unas cuantas horas antes de salir juntas, así que decidió limpiar y recoger un poco su apartamento mientras se mensajeaba con Nick. Al final estuvo más tiempo hablando con él que haciendo cualquier otra cosa, incluso se grabó bailando absurdamente una canción de los ochenta como respuesta a un vídeo que le había enviado él antes también bailando de manera muy graciosa.
Era increíble lo sencillo que le resultaba ser ella misma junto a Nicholas, no es que eso fuese algo que le costase mucho con cualquier otra persona, pero con él iba un poco más allá. Desaparecía por completo esa sensación que tenía a veces de estar fuera de lugar, esa extraña impresión de ser demasiado excéntrica para algunas personas. Era como estar en su lugar ideal, exactamente en el sitio al que pertenecía desde el comienzo, aunque no lo supiera.
Pero sin duda, lo mejor de todo eso, era que estaba casi segura de que él se sentía igual. Podían ser raros juntos.
Tuvo que acabar desistiendo de la limpieza porque no estaba siendo para nada productiva, ya se dedicaría a ello de verdad al día siguiente, cuando estuviera más centrada. Cambió la lista de reproducción de música por otra más tranquila, llenó la bañera de suave espuma blanca con aroma a vainilla y se metió dentro para relajarse un rato antes de tener que prepararse para salir.
Un par de horas después estaba sentada cenando con Bris en su restaurante favorito, al tiempo que era sometida a un interrogatorio de alto nivel por parte de su amiga.
Siempre le había costado mucho hablar o exteriorizar sus sentimientos, por lo que solía necesitar un poco de presión y persuasión por parte de la otra antes de soltar algo de información con respecto a lo que estaba pasando. Bueno, lo cierto es que ambas eran iguales en ese sentido, tal vez por eso se llevaban bien desde hacía tantos años, porque se entendían. Era más sencillo hacerlas comer cristales, que sacarles algo de esa información que no querían o más bien les costaba mucho compartir.
— Admito que siempre nos cuesta bastante notar esas cosas, sobre todo a mí, ya lo sabes, pero de verdad creo que algunos comentarios que te han dejado en el último vídeo tienen razón. Es posible que a Edward Sommers le gustes.
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¿Me voy a Marte o me quedo contigo? [COMPLETA]
RomanceAmelie Lennox es una escritora novel a la que gusta estar muy cerca de sus lectores y compartirlo todo con ellos y con su amiga Bris, claro. Todo funciona genial en su vida, hasta que conoce a Nicholas Collins, una sensación en Hollywood y el hombre...