46. ¿Cómo se recupera a una tormenta?

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— Amelie, tienes que parar con esto. — Se quejó Bris semanas después contemplando el desastre que era la casa de su amiga.

Esta vez ni siquiera había habido una locura por redecorar, era mucho peor porque no había nada. Solo una pelirroja apagada con enormes ojeras oscuras que parecía no haberse cambiado o duchado en días, Briseida no se engañaba pensando que lo había hecho, puesto que ella no parecía moverse nunca del hueco del sofá en el que se había dejado caer desde hacía casi un mes.

Si consiguiera tener delante a alguno de aquellos malditos hombres les patearía hasta cansarse por dejar a su amiga de aquella forma, sobre todo a Nicholas, que al parecer además de pisotearle el corazón también había destrozado sus sueños. No podía estar segura de cuanta participación había tenido él realmente en todo aquel lío, pero si sabía que permitió que todo el trabajo de Amelie desapareciera hecho cenizas, metafórica y literalmente.

Aunque según Nate su amigo estaba igual de mal y había intentado arreglar las cosas, pero Amelie le había rechazado. Seguro que decía la verdad, porque ella era de las que cuando tenía una idea era mejor sacarle la cabeza que dicha idea; aún así, poco podría hacer Nick para solventar su relación si le habían quemado el libro. Era todo tan complicado...

Entendía a las dos partes en cierto modo y era evidente que ambos se querían mucho, por eso estaban tan mal; peor no sabía como ayudarles. Le gustaba la idea del músico de intentar juntarles a ver si empezaban a hablar, aunque fuera de a poco, pero todavía le parecía un poco pronto para Amelie, probablemente ella necesitaría algo más de tiempo para procesarlo todo. Y eso era algo que precisamente no le sobraba ahora mismo teniendo que entregar un libro completo y acabado lo antes posible.

— Sólo un capítulo más — contestó con voz apagada sin apartar los ojos de la pantalla que llevaba horas mirando sin realmente ver.

— No me refería a eso. — Protestó Bris tratando de recoger el desastre. — Hablaba de todo esto. — Abrió uno de los brazos para señalar el desorden a su alrededor. — Mira tu casa ¡Mírate a ti! No puedes seguir así.

— Lo sé. — Susurró débilmente.

— Tu editora no deja de llamarme para acosarme y que te meta presión, sinceramente ya no sabemos qué hacer porque tienes fechas que cumplir. — Apartó algunos paquetes vacíos de comida y se sentó a su lado. — Sé que es una mierda tener que empezar todo desde cero, solo puedo imaginar todo el trabajo que llevará rehacerlo y lo difícil que será para ti; pero es que ni siquiera te has molestado en empezar Amelie.

Ella no lo comprendía, nadie lo hacía en realidad.

No podía seguir, no le quedaba nada, porque con Nicholas se habían marchado con todas sus palabras, estaba desierta y completamente vacía. Se encargó de destrozar su corazón al tiempo que hacía lo mismo con su última obra y su imaginación.

No se había atrevido a contárselo a nadie, ni siquiera a Shondra, su agente. El secreto la quemaba más que la falta de trabajo, pero el gran problema era que, pese a que se había sentado delante del teclado durante horas hasta que sentía que le quemaban los ojos, no logró sacar ni una sola palabra. Nada. Lo único que tenía era un montón de hojas en blanco que se burlaban de ella con su superficie completamente lisa y perfecta sin absolutamente nada plasmado en ellas.

¡No puedo escribir!

Quiso gritar aunque fuera con la cabeza escondida debajo de un cojín del sofá, pero no pudo, no se atrevía y a la vez era como si no pudiera decir nada al respecto.

Así que no sólo le dolía un corazón roto que la desgarraba por dentro mucho más que la última vez que habían estado separados, le dolían las musas que se habían marchado detrás del hombre que tantas veces las había hecho aparecer.

¿Me voy a Marte o me quedo contigo? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora