Aún no sabía cómo, pero había aguantado.
Al llegar las doce del mediodía había sentido la necesidad irrefrenable de entrar a leer. Entonces pagó el teléfono y lo metió en el congelador, se arrepintió, quería seguir utilizándolo en el futuro. Lo sacó y decidió ponerlo dentro de la lavadora, tampoco era buena idea, podía olvidarse de que estaba allí y ponerla en marcha, adiós teléfono, no, ese sitio tampoco funcionaba. Luego de hacerle un viaje guiado por toda la casa al aparatito, decidió finalmente ponerlo en uno de los cajones más altos de su biblioteca; subió la escalerita, lo colocó dentro de una caja y la cerró con firmeza.
Allí estaría bien, lejos, donde la tentación se escuchase menos. Porque, aunque había hecho ejercicio, cocinado, bailado sola y limpiado todo el apartamento, sin embargo seguía queriendo entrar a revisarlo todo como una desesperada.
Al llegar las tres de la tarde ya había intentado, sin éxito, trabajar un poco en su próximo libro y ver una película, lo segundo sí lo había conseguido, bueno, al menos en su mayor parte. Todavía no estaba segura de sí el filme trataba sobre una mujer que debía rescatar a sus hijos luego de un accidente en avión o de un perro que se perdía.
También aprovechó que su editora estaba en la ciudad y salieron a comer, llevaba semanas haciéndose la tonta y evitando a la mujer para que no la presionara por los plazos de entrega, pero necesitaba distracción así que aceptó ir. Estuvo sentada allí con ella casi dos horas, escuchándola quejarse de lo mal que gestionaba su parte del negocio su exmarido.
Al menos no pensaba en el vídeo, de acuerdo, no mucho.
Cuando el reloj marcó las cinco decidió ir a buscar a Bris. La obligaría a ir con ella de compras, a comer, al cine, a la playa, a lo que fuera. Pensaba arrastrarla si era necesario con tal de mantenerse distraída. ¿Las amigas tenían que estar para todo no?
Obviamente, haría que ella también dejara su teléfono en casa, de lo contrario la tentación la acompañaría constantemente a donde fuera. Solo esperaba que Briseida no hubiese leído nada aún o no podría resistirse contarle todas las noticias y eso no era posible, tenía que aguantar, darse tiempo y luego volver a responder si fuera necesario.
¡No podía parecer desesperada, aunque realmente lo estuviera!
Al llegar las siete Bris ya estaba harta de ella, realmente harta. Había pensado en varias formas diferentes de acabar con la vida de su mejor amiga, desde el cariño claro, porque la quería, pero tenía que matarla; estaba en juego su propia supervivencia.
La había hecho caminar por media ciudad buscando un par de zapatos que al final no quiso comprar. Se detuvieron para comer como mínimo cuatro veces, bueno, de esa parte en realidad no se quejaba. Lo peor es que no la dejaba revisar su teléfono. Tuvo que llevarlo escondido y en silencio, claro, porque la pesada de Amelie había intentado hacérselo dejar en casa, apagado.
Finalmente, para su merecida tranquilidad y descanso, acabaron yendo a la playa para tomarse unos cocteles viendo el mar recostadas en unas comodísimas hamacas.
Amelie miró el reloj nuevamente, eran las 8:47 de la tarde, habían pasado exactamente cinco minutos desde que lo había revisado por última vez. Ya no aguantaba más, tenía que entrar, ver los comentarios y que fuera lo que tuviera que ser.
Probablemente estaba dándole a todo más importancia de la necesaria. Había pasado el día en un estado de nervios constante, saltando ante cualquier cosa como si fuera un chihuahua. Solo para luego, seguramente, entrar en sus redes y encontrarse con los pocos comentarios de siempre de sus queridos fans habituales.
Ella misma había creado un mar de una sola gota de agua y se estaba ahogando sin necesidad.
Pero es que era Nicholas Collins...
— Venga ya, llevas todo el día torturándote sin sentido. ¡Y torturándome a mí además! Entremos a leer y acabemos con esto. — Dijo su amiga ya hastiada de ella y su actitud, sacándola de sus pensamientos.
— Tienes razón, hagámoslo de una vez —se tomó de un sorbo lo último que quedaba de su copa de Margarita y respiró profundamente para calmarse —Seguro que solo están los típicos comentarios adorables de siempre y nada más.
— Sí, no pasa nada, se habrán reído con tu video y más de uno te habrá dicho como vivir en Marte o cuales son las mejores opciones para desaparecer. Vamos a leer, será divertido — Sacó su teléfono del bolso, lo encendió y luego le hizo unas señas al camarero para llamar su atención. — Nos pediré otros dos Margaritas para acompañar la lectura.
— Si bien, será una buena idea. — Un poco más de alcohol significaba algo más de serenidad, se dijo. — Aún no puedo creer que hayan sometido al pobre muchacho a tanta presión que finalmente me haya tenido que responder. — Añadió totalmente divertida — Y que yo me haya atacado tanto por nada, si es que soy una tonta. Espera, ¿has tenido el teléfono encima todo el tiempo?
— ¡Claro que lo he hecho! No siempre te hago caso en tus cosas de loca, confórmate con que me haya dejado los pies recorriendo toda la ciudad contigo para nada —se tocó los pies con cara de sufrimiento. — Al menos podrías haberme contado tus planes de hacer una excursión turística por todas partes, me habría puesto otros zapatos.
Volvió la mirada a la pantalla de su teléfono y se sentó bruscamente totalmente sorprendida. Menos mal que todavía no les traían las bebidas, de lo contrario seguro que acababa escupiéndole la cara a Amelie por la sorpresa.
— Bueno... puede que en realidad tu crisis de hoy si esté justificada.
Briseida sonrió de manera pícara y un poco fascinada, justo antes de enseñarle un comentario concreto a su amiga.
@ImNickCollins: Bueno señorita, yo sé lo que hay que hacer para irse a vivir a Marte. Tomemos un café juntos y te lo cuento. #Marteestámuylejos #Ayudandoaunadamiselaenapuros #Amelie<3Nicholas
Nota de la autora: Hola a todos y todas. Si hay alguien por ahí leyéndome gracias. Y una pregunta, ¿les gustaría algún capitulo desde la perspectiva de Nick? ¡¡¡Besotes!!!
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¿Me voy a Marte o me quedo contigo? [COMPLETA]
عاطفيةAmelie Lennox es una escritora novel a la que gusta estar muy cerca de sus lectores y compartirlo todo con ellos y con su amiga Bris, claro. Todo funciona genial en su vida, hasta que conoce a Nicholas Collins, una sensación en Hollywood y el hombre...