En cuanto salieron del recinto y el aire fresco de la noche tocó su piel, Amelie se encontró un poco mejor. Todavía no se sentía completamente dentro de su cuerpo, pero sí algo menos liviana. La firmeza constante y amorosa de Nick a su lado la hacía sentirse mejor.
Cuando encontraba algún pensamiento lúcido le daba pena no haberse podido despedir de Alice y Ellie, pero era mejor que no la vieran de esa forma. Todavía no podía creer que hubiese sido tan tonta como para dejar que le sucediera algo así, estaba tan enfadada consigo misma.
¿Qué habría sido de ella si Eddie no la hubiese encontrado? Era mejor ni imaginárselo.
Afortunadamente apareció un taxi con rapidez, por lo que no tuvieron que esperar mucho. Pero el hombre no parecía del todo dispuesto a llevarlos. Los miraba con suspicacia dese el espejo retrovisor, a través de sus amables ojos oscuros y sin encender el vehículo. Finalmente, Nicholas decidió romper el silencio para solucionarlo, si el señor no quería trasladarlos hasta su casa deberían buscar a otro que sí lo hiciera, no iban a seguir perdiendo el tiempo.
— ¿Hay algún problema amigo? — Cuestionó preocupado.
Nick abrazaba a Amelie e intentaba controlarle las manos, que se movían por todas partes como un pulpo, mientras se reía incontroladamente.
— ¿Se encuentra bien la dama? — Preguntó con gran seriedad el taxista.
Se trataba de un hombre algo mayor y poco corpulento, pero a Nicholas le bastaba solo con ver su mirada para saber que le haría frente sin dudarlo si fuera necesario.
— Mas o menos — Dijo dudando, no estaba seguro de cuanto debía contar. Al final se decidió por la verdad, tenía que saber si el los llevaría o, por el contrario, prefería que se bajaran por miedo a que ella vomitara dentro del vehículo o algo así — Seré sincero con usted caballero, han puesto algo en su copa sin que se diera cuenta, así que nos marchamos a casa.
— ¿Quién lo ha hecho? ¿Fue usted? — Interpeló con brusquedad, girando sobre su asiento para verlos mejor, sobre todo a ella.
Amelie había empezado a dormirse otra vez, pero él estaba seguro de que cuando menos lo esperara ella volvería a estar llena de energía.
— ¡No! ¡Claro que no! Yo acababa de llegar y me la he encontrado así.
— ¿Cómo sé que está diciendo la verdad y que no fue usted quien drogó a la pobre muchacha para llevársela? — El hombre lo acribillaba con la mirada y él empezaba a sentirse incómodo.
¿Realmente tenía pinta de ser la clase de persona que haría una cosa así?
— ¡Soy su novio! ¡No le haría algo así! Solo quiero llevarla a casa tranquila. — Respondió sintiéndose ofendido, aunque, en cierto modo, el hombre había hecho un buen punto con su pregunta. No podía saber si él decía la verdad o no. — Amelie, amor, habla con este buen hombre, dile que me conoces y que te llevo a casa por favor. — Pidió besando su frente y moviéndola suavemente para que despertara.
— ¿Eh? ¿Qué? — Ella se sentó bruscamente y miró a su alrededor intentando descifrar donde estaba o como había llegado hasta allí.
Nicholas la miraba ansioso, deseando que ella diera una respuesta adecuada que les permitiera por fin marcharse, pero lamentablemente decidió ser tan impredecible como siempre. Nicholas parecía tan preocupado y expectante que, a su cerebro abrumado por las drogas, le pareció divertido hacerle una broma.
— No le conozco de nada señor, no sé quién es. Pero siendo tan guapo, claro que me voy con él. — Contestó divertida, pero el taxista miró a Nick aún más enfadado que antes.
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¿Me voy a Marte o me quedo contigo? [COMPLETA]
RomansaAmelie Lennox es una escritora novel a la que gusta estar muy cerca de sus lectores y compartirlo todo con ellos y con su amiga Bris, claro. Todo funciona genial en su vida, hasta que conoce a Nicholas Collins, una sensación en Hollywood y el hombre...