27. Bórrame las dudas con un café

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Ya habían pasado unos cuantos días desde aquella maravillosa noche lluviosa, que probablemente recordaría durante toda la vida y ella discretamente, había estado evitando a Nicholas. Bueno, puede que no hubiera logrado ser tan discreta como quería, porque estaba segura de que él lo había notado e incluso estaba algo preocupado. Pero lo cierto es que no podía evitarlo, ese primer beso entre ellos lo cambió todo. 

Aunque lo había sospechado, nunca imaginó que se sentiría de esa forma; que todo aquello sobre lo que escribía o leía desde que tenía memoria, era algo real, tangible y que además ella lo estaba viviendo. No sabía cómo reaccionar, qué hacer con todo eso que estaba sintiendo o que decirle a él. 

Por eso lo eludía. 

Era la opción más sencilla, puesto que necesitaba un poco de distancia y de tiempo para poder procesarlo todo, comprenderlo, decidir qué hacer con ello. Pero sobre todo,  le urgía para no intentar salir corriendo de esa situación.

No era tonta, sabía que se encontraba delante de uno de los tesoros más maravillosos que puede entregar la vida. Uno que, muchas personas se pasan toda su existencia buscando sin suerte y precisamente eso era la que la emocionaba y a la vez asustaba. ¿Sería capaz de estar a la altura de las circunstancias? ¿Se sentiría Nick de la misma forma? ¿Qué haría con su corazón y su alma si todo salía mal? Había tantas dudas y preguntas... 

Pero lo más difícil de todo, lo que más le costaba procesar y tenía que aceptarlo porque era real,  era que se estaba enamorado del verdadero Nicholas Collins.

Parpadeó varias veces para volver a la realidad. Ahora no era el momento de seguir vagando por sus pensamientos, tenía a Edward sentado frente a ella, en su sofá verde menta, intentando comprender porque Steve Russell reaccionaba de esa forma frente a la situación complicada que planteaba el guion de la película. 

Era difícil pensar como Steve cuando apenas sabía cómo proceder ella misma en esos instantes. Aunque pensándolo bien, él manifestaba muchos de sus miedos e incertidumbres. En realidad no eran tan diferentes después de todo.

¡Deja de distraerte! Se reprendió mentalmente, tienes al pobre Eddie esperando por ti. 

Volvió a pensar en la pregunta que acababa de hacerle e intento responder con la mayor claridad posible.

— Claro, él actuaría de esa forma porque es lo único que conoce de momento. Tienes que recordar que le han educado así y le han tratado de esa manera de toda su vida, las cosas empiezan a ser diferentes para él cuando conoce a Dafne. Por eso tampoco se fía mucho de ella, nadie lo había tratado de otro modo hasta que llega ella. — Explicó.

Ahora que lo pensaba, a Edward sí que lo había visto con frecuencia durante ese tiempo. Algunas veces para fotos o vídeos como parte del contrato que ambos habían firmado y otras porque el hombre no comprendía algo del personaje.

Lo cierto es que se estaba esforzando muchísimo porque Steve fuera tal y como ella lo había creado, nunca podría agradecerle lo suficiente que tratara al personaje con tanto respeto e incluso cariño.

— Entiendo, es como si Dafne le mostrara un mundo completamente nuevo. — Eddie asintió con la cabeza al tiempo que escribía algunas cosas en el marguen del libreto.

— Sí, algo así. Aunque técnicamente es el mismo lugar donde siempre ha vivido, así que tal vez sería como las dos caras de una misma moneda. Lo que le hace volver a plantearse porque su vida ha sido así cuando podría haber sido completamente diferente, como la de ella. ¿Qué causó unas diferencias tan grandes?

— Vamos, que al final toda la existencia del hombre se tambalea de repente.

— Exactamente y como imaginarás eso es difícil de procesar para cualquiera, sobre todo para alguien como él.

¿Me voy a Marte o me quedo contigo? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora