Nicholas definitivamente no tenía ganas de fiesta todavía, lo cierto es que su humor se encontraba aun un poco por el suelo, pero ese evento no era precisamente de los que uno puede negarse a ir sin una verdadera justificación.
Así que allí estaba, retrasando lo máximo posible el momento de situarse delante de cientos de personas que le miraban expectantes y preparándose una vez más para enfrentar a la prensa junto con todas sus complicadas preguntas, al menos esta vez tendría a su compañera de rodaje para acompañarle. Con suerte las miradas se centrarían en la bella Clair Mills y él podría pasar casi desapercibido después de responder algunas cuestiones interesantes.
Dentro de él todo seguía igual de nublado, roto, malherido... pese a que habían pasado meses desde que había visto a Amelie por última vez. Bueno, en realidad eso no era del todo cierto, la verdad es que había utilizado la cuenta falsa de Nate para ver todas las actualizaciones que ella hacía en su perfil de internet sin parecer un loco, realmente lo era, al menos un poco, pero nadie tenía por qué saberlo. Además, se habían cruzado varias veces en la calle, sólo que en ninguna de esas ocasiones ella lo vio a él.
Una vez en la cafetería, otra en una tienda, también en el parque y en varias ocasiones más en diferentes sitios, aunque siempre desde la distancia. Por eso no podía dejar de preguntarse cómo pudieron vivir durante tanto tiempo en la misma ciudad, tan cerca y nunca encontrarse, pero en cambio ahora parecían estar siempre en el mismo lugar.
Aunque el día más difícil de todos fue cuando la vio en la librería, en su librería, aquella en la que se habían encontrado un libro secreto para cada uno, donde habían pasado tantas tardes maravillosas juntos entre cafés, charlas entretenidas y páginas viejas. Aquel día él iba decidido a entrar sin prestar mucha atención a otra cosa que no fuera el nuevo ejemplar de su autor favorito que acababa de salir a la venta justo esa misma tarde, cuando la vio a través de los cristales adornados con brillantes luces navideñas y un poco de la nieve que había comenzado a caer en la mañana.
Amelie estaba sentada en una de las mesas del fondo, la más pequeña y alejada, pero con mejores vistas a la calle, la misma que solían utilizar cuando iban juntos.
Tenía varios libros apilados a su alrededor y unos cuantos papeles en los que escribía sin cesar. Las grandes gafas que normalmente solo utilizaba cuando tenía que trabajar estaban algo caídas por el puente su respingona nariz sin que se diera cuenta o le importara, llevaba el pelo rojizo más brillante que nunca gracias a los focos a su lado recogido en un moño algo desecho, sus mejillas estaban encantadoramente sonrojadas por el acogedor calor del lugar.
Su única compañía era la de una pequeña taza caliente que parecía más bien olvidada, pero desprendía incansablemente unos delicados hilos de humo que se elevaban, bailando a su alrededor la envolvían y la abrazaban delicadamente sin molestarla como le habría gustado hacerlo a él.
No fue consciente de cuanto tiempo estuvo allí de pie bajo la nieve suave, solo en el frío de la noche, simplemente observándola, llenándose los ojos de ella como una vergonzosa figura siniestra. En el momento que se dio cuenta de lo que estaba haciendo decidió que lo mejor era marcharse lo antes posible, porque aunque sonase patético tenía suficiente de ella con esa hermosa imagen que le había regalado sin querer, sin necesidad de incomodarla con su presencia.
Tampoco se atrevía a acercarse a ella sin romperse, no todavía.
¡Para Nicholas! Se reprendió volviendo al presente, no es momento de pensar en eso ahora porque tienes que enfrentarte a un montón de periodistas con cámaras y eso ya es suficientemente complicado, como para además ir cargado de recuerdos desesperanzadores, se amonestó justo antes de bajar del automóvil en el que había llegado y en el que llevaba escondido desde entonces tratando de dilatar lo máximo posible el momento de ser bombardeado por cientos de flashes.
ESTÁS LEYENDO
¿Me voy a Marte o me quedo contigo? [COMPLETA]
RomanceAmelie Lennox es una escritora novel a la que gusta estar muy cerca de sus lectores y compartirlo todo con ellos y con su amiga Bris, claro. Todo funciona genial en su vida, hasta que conoce a Nicholas Collins, una sensación en Hollywood y el hombre...