16. Lluvia de verano

178 47 59
                                    

Ya era el día. 

Se alejó del calendario que tenía en la cocina y en el cual Emma había marcado aquel viernes con un gran corazón rojo. 

Aún le costaba creer que llevaba semanas hablando con Nicholas Collins y que además hoy iba a verle por primera vez. Bueno, técnicamente ya se habían visto en aquella fiesta, pero fueron solo unas breves presentaciones, sobre todo si se tenía en cuenta que esa tarde iban a salir juntos. Comparado con lo de ahora, aquel primer encuentro quedaba prácticamente en nada.

Amelie se acercó al espejo de cuerpo entero que tenía cerca de la puerta de entrada de su apartamento para retocarse el lápiz de labios y echar un último vistazo a su atuendo. Finalmente, después de una reñida votación, el "conjunto C" resultó ser el triunfador de la encuesta que había publicado. 

Se trataba de unos sencillos jeans de corte recto. Una bonita y delicada blusa de gasa de color azul pastel ajustada en la zona del pecho similar a un corsé, pero ligera y suelta en la zona de la cintura; como si fuera una pequeña falda y por supuesto con mangas, para poder estar tranquila sin tener preocuparse de acomodarla porque se le baje en la zona del pecho. Finalmente, en los pies, llevaba unas sandalias abiertas, de una sola tira, sujetas al tobillo y bastante altas, del mismo tono claro que la blusa.

Eran de sus zapatos favoritos, unos de esos famosos, de los que tienen suela roja y a muchas mujeres les encantan. También fueron uno de los primeros caprichos que se había comprado cuando comenzó a tener un buen salario, así que les tenía un cariño especial. 

Para acabar el look, se acomodó un poco el pelo, que decidió llevar suelto y con ondas; se colocó unos pendientes dorados, finos, aunque ligeramente largos y, además, se hizo algunas fotos para subir luego a su cuenta Instagram y compartirla con sus amigos de libros y con quienes habían votado. 

Ahora sí ya estaba lista, solo faltaba que llegase Nick.

No acabó de formular ese pensamiento, cuando la puerta de entrada al lado de ella se abrió repentinamente.

—¡Hola Am Am! ¡Ha llegado tu príncipe! ¡Y te trae un regalo! No son flores porque eso ya está anticuado.

La pequeña Emma entró en la casa tranquilamente, como hacía siempre que la puerta estaba sin llave. La niña se giró para ver a Nicholas y cuando se dio cuenta de que se había quedado en el umbral, esperando a que le invitasen a pasar, agarró la mano que tenía libre y tiró de él hacia adentro.

—Hola — los ojos de él recorrieron a Amelie completa y rápidamente, sin querer detenerse en ningún sitio concreto y sin incomodarla, pero sin perderse ningún detalle. — Al llegar me he topado con una pequeña guardia de seguridad en las escaleras que me dio la idea de traer flores de chocolate, pero será la próxima vez porque esta solo traje chocolates. 

Comentó, tratando de esconder los nervios cuando se acercó a ella para darle la bonita caja rosa chillón.

—¡Wow! ¡Gracias! Sin duda esto está mejor que unas flores. — Amelie tomó el paquete y espío el contenido — ¡Mis favoritos! — Exclamó, no podía creer que él se hubiese quedado con ese danto tan insignificante. — Te has acordado, gracias, de verdad no hacía falta que...

—¿Qué hacen? —Preguntó Emma extrañada  mirándolos —¿Por qué se miran así? ¿Y por qué están tan lejos? ¿Y por qué no se dan un beso como hace toda la gente cuando se saluda? La mano al menos, o algo. 

Emma empujó a Amelie un poco hacia adelante, dejándola más cerca de Nicholas, pero no lo suficiente.  Esa distancia que todavía se extendía entre ambos no convencía a la pequeña. Al final soltó un suspiro agotado, como si ellos fueran un caso perdido y desistió de su idea de provocar un gran acercamiento. 

¿Me voy a Marte o me quedo contigo? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora