Habían transcurrido semanas desde aquella pelea que, ahora se sentía y estaba en realidad, tan lejana como un extraño borrón para ambos. El único recuerdo que quedaba de eso era la mitad gris de una pared que Nicholas se había negado a acabar de pintar a menos que encontrasen el color original.
— Dime la verdad. — Había bromeado unos cuantos días después, cuando ya estaban juntos otra vez y mientras acababan de recolocar todo en el desbaratado salón. — Has querido quitarla porque el color te recordaba a unos hermosos ojos, concretamente a los de un atractivo caballero que parece un príncipe de Disney. — Él sonrió como suele hacerlo el descarado Flynn Ryder de Rapunzel y ella soltó una carcajada.
— Ya te gustaría a ti. — Dijo restándole importancia y tratando de ocultar que tenía razón, que vergüenza, era totalmente transparente para él la mayor parte del tiempo.
No le gustaba ver aquel manchón oscuro allí porque le recordaba aquellos días tristes, aquellos momentos en los que ella misma se sentía como esa mancha, oscura y olvidado. Sin embargo, quería complacerlo y estaban tan bien desde entonces, mucho mejor que nunca; por lo que ahora eso parecía más bien machón algo difuminado de una relación que era un poco frágil pero ya no.
— ¿Qué haces aquí dentro mirando esa pared otra vez? — Le preguntó Nicholas abrazándola por detrás y dándole un beso en el pelo. — Si de verdad no te gusta podemos quitarlo, perdón, supongo que deberíamos de haberlo hecho antes de que viniera todo el mundo hoy.
— No, no importa. — Ella sonrió y se giró entre sus brazos para poder quedar de frente, aprovechó la oportunidad para rozar su boca con cariño. Le quería tanto, si tan solo pudiera decírselo con palabras además de con hechos, pensó algo apenada. — Solo he venido a buscar unos vasos que nos hacían falta y he recordado tus ganas de ser un Príncipe Disney.
— ¿Podría serlo sabes? — Dijo bajando la voz como si le contase un secreto. — Me han ofrecido un papel, pero es confidencial todavía.
— No hablas en serio ¿Cuál serías además?
— No lo sé. — Estaba pensativo, tomándose en serio la pregunta, ella no podía dejar de mirarlo maravillada y sonreír. — Ya sabes que mi favorito es Flynn, pero creo que me parezco más a Eric el de la sirenita... — Seguía sacando conclusiones como si fuera algo realmente relevante. — Aunque claro, si fuera Bestia tal vez tendría que ir a grabar a un lugar que tuviese una biblioteca tan maravillosa como la suya y creo que a mi novia le encantaría eso.
— Oh sin duda, a tu novia le gustaría eso. — Aceptó con énfasis antes de volver a besarlo.
— Ah por dios ¿otra vez? — Se quejó Nate entrando a donde estaban y encontrándoles a uno en los brazos del otro. — Los invitados muriendo de sed esperando los vasos mientras ustedes están aquí... — Refunfuñó como un abuelo quejándose de los jóvenes mientras le quitaba los vasos a Amelie. — Deja de acaparar a la homenajeada, vamos pequeña zanahoria, la gente te espera. — La tomó del brazo y se encaminó a las escaleras que dirigían a la azotea donde tenía lugar la fiesta de cumpleaños de ella. — ¿No te cansa lo pesado que es?
— Un poco. — Bromeó sonriendo y mirando a donde había quedado Nicholas también con una enorme sonrisa dibujada en la cara.
Sí, sin duda estaban mucho mejor que antes.
Todas las personas importantes para ella se encontraban reunidas en aquella enorme azotea, alegremente decorada con banderines, globos y muchas luces o flores gracias a la pequeña Emma, solo faltaba su familia que estaba segura de que no tardarían en llegar.
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¿Me voy a Marte o me quedo contigo? [COMPLETA]
RomanceAmelie Lennox es una escritora novel a la que gusta estar muy cerca de sus lectores y compartirlo todo con ellos y con su amiga Bris, claro. Todo funciona genial en su vida, hasta que conoce a Nicholas Collins, una sensación en Hollywood y el hombre...