— Ya no puedo más Bris, no pienso seguir cantando. — le dijo Amelie a su amiga mientras se sentaban en una mesa alta y daba un buen trago a su cerveza bien fría.
— Ah vamos, apenas acabamos de empezar.
— ¿Acabamos de empezar? Prácticamente hemos dado vuelta a todas las páginas del libro con la lista de canciones.
— No lo creo, seguro que todavía nos faltan algunas.
— Por favor, paremos por hoy, deja participar al resto de la gente. — Soltó con un pequeño suspiro agotada.
— De acuerdo, lo haré solo si aceptas invitar tú a la próxima ronda de Guinness. — Pronunció mirando a un motón de gente reunida extrañamente en una esquina de la barra.
— Está bien yo invito, por el bien las pobres personas que también quieren cantar.
— ¡Ay, Dios!, ¡Ay, Dios!, ¡Ay, Dios! — murmuró Bris alterada y fascinada, al tiempo que abría mucho los ojos y se tapaba la boca con ambas manos— ¡Espera! ¡No te gires todavía! — Le gritó a Amelie en cuanto está intentó volverse para ver lo que sucedía. — Mírame primero, déjame ver tu maquillaje. De acuerdo, está bien, bueno arréglate un poco los labios, toma. — Rebuscó en su bolso y le arrojó un labial rojo sin prestar mucha atención.
— ¡Auch! — Se tocó el pecho donde le pegó el lápiz acababa de tirarle Bris y siguió mirando a su amiga sin comprender nada. — ¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué té está pasando?
— ¿Cómo tengo yo mi maquillaje? ¿Estoy bien?
— Si claro que estás bien. Bueno la cara al menos sí, pero la cabeza no ¿Qué te pasa?
— Vale, no grites ni hagas nada raro por lo que te voy a decir. — Vio que Amelie seguía sin retocar su maquillaje pese a que se lo había pedido antes, así que le gritó en susurros asustándola, otra vez — ¡Píntate la boca!
— ¡Ay! Okey voy. Pero dime que sucede, no entiendo nada Bris.
— Bien... es que al final de la barra está sentando tu querido Nick, guapísimo como siempre por supuesto y acompañado por, por... por ¡Nate Stuart!
— ¿¡Qué!? — Ahora era otra la que gritaba susurrando. — ¿Estás segura? Fíjate bien.
— ¡Claro que estoy segura! ¡Reconocería a Nate Stuart incluso de espaldas y con las luces apagada! — Amelie la miró con una mezcla de sorpresa y preocupación.
— Eso es un poco raro.
— ¡Es lo menos importante ahora! ¡Están ahí! ¡Juntos!
— ¡Ahhh! ¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Debería acercarme a saludar? ¿Fingimos que no los hemos visto? ¿Esperamos a que nos vean? ¿Subimos a cantar otra vez? ¿Nos hacemos las tontas y vamos a pedir algo a la barra, nos chocamos con ellos y decimos ¡Oh que casualidad!? Ay dios... creo que tengo que ir a hacer pis. — Dijo moviéndose nerviosa y hablando prácticamente sin parar ni para tomar aire.
— ¡Para de gritar opciones como una loca no me dejas pensar! — Exigió Bris, nerviosa.
— ¡Para tú de ponerme nerviosa mirándome con esos ojos de lunática!
— Está bien, tranquilicémonos las dos.
— De acuerdo — Ambas respiraron profundamente varias veces, antes de soltar sin querer una risita nerviosa. — Hagamos esto, me giraré disimuladamente como que estoy viendo algo y tal vez nuestras miradas se encuentren y ya está.
— ¡Sí! ¡Bien! ¡Ese plan me gusta! Venga, hazlo. ¡Pero así no! — Le espetó cuando comenzó a volverse de manera muy rígida. — Como una persona normal por favor. Vas toda tensa, pareces un robot mal engrasado o que te vaya a dar algo malo.
ESTÁS LEYENDO
¿Me voy a Marte o me quedo contigo? [COMPLETA]
RomanceAmelie Lennox es una escritora novel a la que gusta estar muy cerca de sus lectores y compartirlo todo con ellos y con su amiga Bris, claro. Todo funciona genial en su vida, hasta que conoce a Nicholas Collins, una sensación en Hollywood y el hombre...