33. Amor, conciertos y... algo más.

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Amelie se despertó satisfecha, relajada. Sintiendo los tibios rayos de sol acariciando su cara y el calor agradablemente adictivo del cuerpo de Nicholas a su lado. 

Algunas mañanas pensaba que jamás se acostumbraría a tanto deleite, mientras que otras, en cambio, le costaba recordar como era su día a día antes de él. ¿Cómo había logrado sobrevivir tantos años sin realmente vivir?

Se movió despacio, estirando largamente los brazos por encima de su cabeza queriendo despabilarse, pero a su vez deseando disfrutar lo máximo posible de ese momento mágico que se encontraba entre dos mundos, ese lugar entre el sueño y la lucidez en donde todo es posible. Además, temía despertar completamente y descubrir que todo había sido sólo un hermoso sueño. 

Pero estaba casi segura de que no era así, porque podía sentir la respiración caliente de Nick en su mejilla izquierda, lo suficientemente rápida como para saber que él ya estaba despierto.

— ¿Vuelves a mirarme dormir, tipo raro? — Preguntó a modo de broma, con la voz todavía áspera por el sueño y abriendo los ojos por fin.

— No puedo evitarlo, eres lo más hermoso que he visto nunca. — Admitió con total sinceridad y sin remordimientos. — Además, tengo que aprovechar cuando no te das cuenta para que no te pongas nerviosas y hagas tonterías. — Bromeó, mientras la abrazaba para poder darle un buen beso de buenos días.

— Eres un exagerado, no hago tonterías cuando me pongo nerviosa. — Le dijo ella divertida cuando se separaron.

— Pero aceptas que eres lo más hermoso que he visto en mi vida. — Pronunció mirándola detenidamente, con una encantadora sonrisa algo somnolienta en su cara.

Como adoraba verlo despertar, pensó Amelie mientras se ponía de lado para que quedasen frente a frente y poder mirarlo mejor. Lo cierto es que a veces, ella también aprovechaba para contemplarle mientras dormía, quería memorizar cada detalle, amar cada esquina y cada curva de su rostro. 

Pero hoy, había sido él quien se despertó primero, así que le tocaba a ella hacerse la interesante.

— Sí bueno, supongo que tienes razón. — Aceptó con altanería y conteniendo las ganas de reír. — Debo de ser lo más hermoso que has visto.

— Cuanta arrogancia. — Divertido, se acercó más a ella para besarla nuevamente.— Creo que es un poco temprano para eso. Aunque te lo permito por ser tú. Buenos días, mi preciosa Princesa de las Letras.

— Buenos días, mi querido Señor Ojos de Paraíso — Respondió ella con una sonrisa, antes de besarlo otra vez. — Supongo que ya es hora de que salgamos al mundo, los dos tenemos bastante trabajo hoy. — Dijo sin querer acabar con él momento, pero consciente de que no podrían pasarse todo el día en la cama, otra vez, ambos tenían que trabajar.

— Siempre tan sabia, amor. Daría lo que fuera porque pudiéramos quedarnos aquí, pero supongo que la vida real nos espera ahí fuera.

— Exactamente. — Ella se alejó un poco de él para bostezar y desperezarse, Nicholas la imitó. — Tal vez el fin de semana...

— Ni lo dudes, el fin de semana no te me escapas. — Respondió tan rápidamente que incluso se le cortó el bostezo.

— Ah genial, tenía miedo de que no quisieras y me perdería el poder dormir en este maravilloso colchón. — Bromeó, aunque era verdad que era el lugar más cómodo donde había dormido. Era como estar acostada sobre un montón de mullidas nubes y encima acompañada de un atractivo ángel.

¿Me voy a Marte o me quedo contigo? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora